Navidad en casa

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Ya había llegado el frío diciembre y en la última reunión del Ejército de Dumbledore solo practicamos todos los hechizos y maleficios que habíamos estado aprendiendo; Harry no nos enseñó nada nuevo. Por ello, el tonto de Smith se quejó diciendo que de haberlo sabido, no habría venido. Los Weasley se encargaron de cerrarle la boca. Si no lo hubiesen hecho, yo me habría encargado personalmente, como en incontables ocasiones.

Al final de la clase, Harry anunció que al volver de las vacaciones de Navidad, en las que la mayoría de los componentes del grupo se iban a sus casas, íbamos a practicar nuevos hechizos, de un nivel superior, como el encantamiento patronus. Yo quería hacerlo cuanto antes.

Al día siguiente, ya que no tuve tiempo de acercarme a George antes, lo hice en Cuidado de Criaturas Mágicas, donde seguíamos estudiando a los thestrals.

—Hola, George —le saludé con una sonrisa mientras él acariciaba el lomo de un thestral con una mano y alzaba la varita con la otra para mantener su libro abierto y suspendido en el aire al mismo tiempo.

—¿Qué hay, Emma? —contestó sin dejar de mirar el libro.

—¿Cómo estás, George? ¿Te... te sientes... b-bien? —pregunté, intentando no sonar muy obvia. No quería que descubriese que le había visto hacer un homenaje a su padre en el Bosque Prohibido.

George me miró seriamente durante unos segundos. Luego esbozó una sonrisa.

—Estupendamente —dijo—. ¿Y tú? ¿Qué tal con Malfoy? Creo haber oído a Ed que os vio dar un paseo desde la ventana de nuestra torre. Ya sabes, es un chismoso.

—Eh... Sí, sí. Estuvimos por el lago y eso... Hablando —asentí repetidas veces.

—Yo estuve haciendo deberes de Tranformaciones. No sabes cuánto me dolía la mano al acabar la redacción —comentó y luego resopló.

Mentira. ¿Qué redacción ni qué niño muerto? Estabas en el bosque, Parker.

Déjale. ¿De verdad crees que me lo va a contar? Tampoco nos tenemos tanta confianza... Seguro que ni se lo ha contado a Ed.

Tranquila, cuando se lo cuente, Ed ya te lo dirá. ¿No has oído que hasta su propio novio le llama chismoso?

Sí, ya, claro.

—George, bueno, yo... Eh... Si necesitas algo... Hablar con alguien... Puedes recurrir a mí —le dije tartamudeando.

Me miró sorprendido por un momento. Luego miró al thestral y suspiró asintiendo.

—Muy bien. Gracias, Emma —contestó. ¿A caso sabía que yo sabía lo que había hecho?

El chico que hacía bromas, chinchaba a sus amigos y tenía siempre una sonrisa pícara en su cara, era ahora alguien miserable, que se sentía débil, indefenso y perdido... sin su padre.

Fuimos a la clase de Herbología con los Gryffindor. Pero no había rastro de Harry ni de Ron. Le pregunté a Hermione dónde estaban.

—La verdad es que no tengo ni idea. Luego iré al despacho de McGonagall para preguntárselo —me contestó.

Me asustó la idea de que Hermione no sabía su paradero. No parecía cómoda, seguramente los nervios la comían por dentro.

Después de la clase de Herbología, cuando mis tripas ya estaban rugiendo del hambre que tenía, una voz llamándome me detuvo en la puerta principal. Me giré y vi a...

—Smith, ¿qué quieres ahora? —pregunté irritada.

Él respiraba con dificultad. Tenía una mano detrás de la espalda y la otra en el pecho, intentando coger aire.

La Serpiente Y El Tejón (Draco Malfoy Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora