A partir de ese día, soñé cada noche con diferentes animales, tanto salvajes como domésticos, grandes como pequeños, con hábitats fríos o calientes... Los animales se encontraban en su lugar de origen, si eran aves, posados en ramas, si eran mamíferos, siempre de pie. Me miraban fijamente. Todos tenían los ojos azules cristalinos y, después de observarme con intensidad, hacían cada uno su propio sonido.
Era raro, muy raro, y no sabía lo que significaba.
Siempre que acababa el sueño, me despertaba con la cama deshecha, sudando a chorros y con la respiración agitada. Como si hubiese sido una mortal pesadilla. Pero no. A pesar de que los animales, sus ojos y sus sonidos eran siniestros, me sentía bien cuando los veía.
Las chapas con «POTTER APESTA» no fueron más vistas en Hogwarts, o al menos, yo no vi más. Pero no pude hacer que la de apoyar a Cedric desapareciese también, aunque tampoco molestaba tanto: yo también apoyaba a Cedric. Sin olvidar a Harry, claro. Quería que ganase el mejor.
A él, a diferencia de Cedric, no le estaban yendo bien las cosas todavía. Los días pasaban deprisa y la primera prueba del Torneo se acercaba. Y Ron seguía sin hablarle. Y Hermione estaba en medio de los dos, al igual que yo. Y ella se ponía nerviosa y odiaba su enfrentamiento.
Mis lazos con Edward Leeson, el Ravenclaw, que ahora le llamaba Ed, se habían estrechado notoriamente. Era un chico muy aplicado, amable e inteligente, por eso era un Ravenclaw.
Y Draco siguió sin hablarme. Si no le agarraba por banda y le regañaba como una abuelita gruñona, no me hacía ni caso. Eso me dolía, no iba a negarlo. Querría pasar más tiempo con él, porque éramos amigos, pero no parecía colaborar.
Antes de la primera prueba del Torneo, a los alumnos mayores de tercero y a estos incluidos, nos mandaron a Hogsmeade. Vi que Hermione iba aparentemente sola, pero parecía preocupada y miraba con disimulo hacia su derecha. Me acerqué a ella por el lado contrario.
—Hola, Hermione —saludé.
—Hola, Em —sonrió y se acercó más a mí para susurrarme—: Harry está a mi derecha con la capa invisible.
—Vale —asentí y me reí—. Hola, hombre de incógnito.
Pude notar la sonrisa de Harry a través de la capa.
—¿A qué se debe que vaya escondido? —murmuré.
—Ron —suspiró Hermione—. Vamos a verle en Las Tres Escobas.
—¿En serio? —me dirigí a Harry, aunque lógicamente no me iba a contestar—. Sois tan infantiles...
Estaba segura de que Harry quería protestar. No me apetecía estar con Ron, Hermione y Harry de incógnito. Así que fui a Honeydukes a comprar algunas chuches y allí me encontré a Edward.
—Hola, Emma —me sonrió y me dio un abrazo. Era extremadamente cariñoso y a mí no me molestaba.
—Hola, Ed, ¿qué tal te va? —le sonreí de vuelta.
—Aquí me ves. ¿Sabes? Me vuelven loco los dulces. Me encanta comer en general, pero esto... —sonrió con amplitud mirando con ojos desorbitados las maravillosas golosinas que teníamos ante nosotros.
—A mí me pasa lo mismo —contesté—. El chocolate, sobre todo, me pierde.
—¡A mí también! —exclamó sonriendo emocionado y chocamos las manos como si fuésemos críos de cinco años, pero felices.
Compramos algunas cosas y salimos de allí. Decidimos dar una vuelta por el pueblo. La verdad es que era muy bonito, y a mí me encantaba.
—¿Qué tal con Zacharias? —me preguntó, por hablar de algo, supuse.
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La Serpiente Y El Tejón (Draco Malfoy Fanfic)
FanfictionLa valentía nunca había sido mi fuerte, pero sí mi tenacidad; supongo que por eso me eligieron para la casa de Hufflepuff. Soy Emma O'Brien y estoy complacida de contarle al mundo (tanto mágico como muggle) la historia de mi vida, sobre todo en Hogw...