Dulce olor al recuerdo

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El sábado llegó, así que hoy se daría la clase de Aparición en el Gran Comedor. Me había apuntado con la insistencia de Ernie, porque la verdad es que no me apetecía demasiado después de todo lo que estaba pasando. Todo era rarísimo y no quería confiárselo a nadie por miedo a que se corriera la voz. Aunque el mundo susurraría por los pasillos por qué andaba yo con los mellizos Scamander.

Smith me molestó tanto ese día en el desayuno que, además de meterle una tostada entera en la boca y tirarle de la silla, consiguió amargarme el día. Por eso, cuando los Scamander se acercaron a preguntar qué había pasado con Smith, les solté:

—¡Dejadme en paz! No entiendo por qué demonios mi tío Steve ha tenido que hacer ese estúpido trato con vuestro padre. ¡No necesito que nadie me proteja del demente de mi padre; en Hogwarts nadie puede hacerme daño!

Se quedaron tan pasmados por mi reacción, que no dijeron nada. Por suerte, estuvieron en la clase de Aparición y les pedí disculpas avergonzada por mi comportamiento. Rolf me regaló una sonrisa y aceptó mis disculpas.

—A veces papá también se enfada así... —comentó Sherwood con su habitual timidez.

—Igual que la abuela Tina —sonrió Rolf.

La clase de Aparición comenzó por fin. El profesor se llamaba Wilkie Twycross y, para recordar los pasos que había que hacer para aparecerse, nos habló de las tres D: Destino, Decisión y Desenvoltura. Debíamos visualizar nuestro destino, el cual era un aro en el suelo; tener decisión para conseguir nuestro objetivo y girarnos con confianza y desenvoltura y aparecernos por fin.

Cuando dio la señal, todos los alumnos lo intentamos, pero no ocurrió nada, solo que todo el mundo se tambaleaba en su sitio. Ernie creyó que lo había conseguido con su rara pirueta, pero al ver que su intento causó risas, comprendió que no.

—No te preocupes, Ern; nada sale bien a la primera —le dijo Smith, intentando animarle. Por desgracia, se había empeñado en ponerse a nuestro lado.

Yo, por supuesto, intenté oponerme a que no lo hiciera, pero al final se salió con la suya. La profesora Sprout nos colocó en orden y nos mandó callar; a mí me dijo: «Vamos, señorita O'Brien, deje de hablar y atienda». Y ahí fue cuando el instructor Twycross la oyó y preguntó atónito «¿O'Brien?», y di por hecho que conocía a mi padre, porque venía del Ministerio.

Pasando bochorno gracias a Smith desde tiempos inmemorables, cómo no.

Ernie miró con los ojos entrecerrados a Smith.

—A Emma le salió bien a la primera meterte la tostada en la boca esta mañana —le espetó Ernie desafiante e indignado por las risas de Dean Thomas y Seamus.

Pude ver desde lejos que Ash fulminaba con la mirada a este último, no sabía si por pura venganza o por meterse con Ern.

Smith le miró molesto.

—Si llego a saber de esto, no me pongo con vosotros —bufó.

—Bueno, nadie te lo ha pedido —le contesté. Susan se tapó la boca para no reírse y Justin la sonrió.

—Emma, ¿sigues enfadada, en serio? Supuse que después de lo de Malfoy...

—¿Qué pasó con Malfoy? —preguntó Justin con curiosidad. Puse los ojos en blanco.

—Smith me estaba molestando la otra mañana en el Gran Comedor y empezamos a discutir a gritos. Entonces Draco vino y le dijo a Smith que me dejara en paz, pero como es un plasta, no lo hizo —expliqué, mirando con desdén al rubio—. ¿Qué pasa, ni siquiera las zurras de Carry te hacen madurar?

La Serpiente Y El Tejón (Draco Malfoy Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora