El Patronus

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El lunes, la entrevista para El Quisquilloso que Harry había hecho con ayuda de Skeeter, se hizo pública ante todo el colegio. Cómo no, Umbridge creó otro Decreto de Enseñanza para prohibir a los alumnos tener esa revista, pero siempre la ignoraban, claro.

El martes, la profesora Trelawney fue despedida por la Suma Imbécil, ya que estuvo en periodo de prueba, pero Dumbledore no permitió que la profesora de Adivinación dejase el castillo, algo que a Umbridge no la gustó. El nuevo profesor de Adivinación fue elegido por el director. Era Firenze, un centauro que vivía en el Bosque Prohibido.

Umbridge me juntó en su clase con Smith. ¿El motivo? No lo sé, pero lo descubriré tarde o temprano. De todas formas, como siempre leíamos en su clase y había que estar en silencio, Smith a penas me hablaba y menos después de la paliza que se llevó por parte de Draco.

En cualquier caso, a mi manera, yo tenía a Umbridge controlada. Es decir, observaba cada uno de sus movimientos y gestos, sobre todo los que iban dirigidos a mí en clase. ¿Por qué estaba interesada en ella? Por mi padre, claro. Ambos esconden algo y pienso averiguar qué demonios es.

Y pensé largo y tendido en el maldito ruiseñor que había salido del despacho de Umbridge como si ella misma le hubiese dejado salir por allí. ¿Qué hacía ahí ese pájaro?

¿Y qué plan tenía mi padre que yo no podía saber? Bueno, está claro que si no quería que lo supiera, era porque yo estaba involucrada en él. Perfecto. Maldije mi apellido cuando llegué a esa conclusión.

Un día en clase de Herbología, a Hannah le dio algo parecido a un ataque de ansiedad. Se puso a llorar y a decir que era muy tonta como para aprobar los TIMOs, que acechaban cada vez más rápido. Quedaban tres meses.

Susan y yo intentamos tranquilizarla, pero al final, la profesora Sprout tuvo que mandarla con Pomfrey y yo me ofrecí a acompañarla.

—Siempre has sido una buena alumna, Hannah; no te rindas ahora. No debes estresarte por los exámenes, porque es peor —la dije mientras caminábamos hacia la enfermería.

—¡P-pero...! —sollozó con tristeza—. ¡Her... Hermione Gr-Granger es... mejor que yo y...! ¡Seguro que no... puedo competir... contra e-ella!

—Hannah, los exámenes no son una competición. No te debe importar lo que saquen los demás, sino lo que saques tú. Escucha, no todo el mundo tiene una memoria como la suya —contesté frotando su brazo con cariño.

—¿Crees de verdad... que lo haré bien? —preguntó, dejando de llorar poco a poco.

—Por supuesto que sí, Hannah —sonreí y me abrazó con fuerza.

Entramos en la enfermería y la señora Pomfrey nos saludó alegremente, aunque al ver la cara de sufrimiento de mi amiga, frunció el ceño con preocupación. Le explicamos la situación.

—¡Oh, querida! —exclamó—. Ponte cómoda, siéntate en una cama. Bien, ahora te tomarás una Poción Calmante y estarás como nueva.

Hannah asintió mientras se sentaba. Pomfrey le dio la poción segundos más tarde.

—Para asegurarnos de que la señorita Abbott se recupera del todo, será conveniente que se quede aquí hasta la siguiente clase. Por otro lado, creo que usted debería volver, señorita O'Brien —me indicó.

—Sí, claro —sonreí—. Hasta luego, Hannah —me despedí de mi amiga con un suave beso en la mejilla y me fui de allí a paso ligero.

Pero de pronto vi a un bulto rosa casi corriendo por un pasillo. La arpía. Decidí seguirla, en un arrebato de rabia y curiosidad. Se dirigía, si no me equivocaba, a mi Sala Común. Luego comprendí que iba a las cocinas. Me escondí detrás de una pared y esperé a que saliese. Cuando lo hizo, traía con ella un gran saco que flotaba en el aire a su lado, lleno a rebosar de algo.

La Serpiente Y El Tejón (Draco Malfoy Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora