La manzana dorada

166 19 16
                                    

Cinco meses más tarde, en verano, se me ocurrió la gran idea de llevar a un grupo de magos a la playa. Por supuesto, nada salió como lo previsto. ¿Es que nunca en la vida me iba a salir en condiciones un plan?

No.

Púdrete.

En fin, les propuse la idea a Ash y Sher (ella gritó que sí con emoción, y él replicó que podía ser peligroso, ya que mi prima tenía una barriga importante por el embarazo) y a Harvey y Bella, que se mostraron curiosos y alegres. Sobre todo porque íbamos en coche.

Zach no quiso dejar a Maxine sola en casa, por si necesitaba cualquier cosa o por si se ponía de parto («No creo que Maxine vaya a parir a un sietemesino», «Nunca se sabe. Prefiero no ir»).

Así que tío Steve me prestó su monovolumen de siete plazas y las tres parejas nos pusimos en marcha hacia Brighton. Yo conducía, claro. Draco no hacía más que preguntarme para qué servían los botones. Después de atarle las manos con un hechizo para que no tocase nada, se relajó un poco. Me recordaba al dueño del coche; tío Steve era tan curioso con cosas muggles...

Ash se quedó dormida en el trayecto, agarrada de la mano de Sher, que la miraba de vez en cuando y sonreía al bajar la mirada a su tripa. Harvey y Bella se reían por los malos chistes que compartían y comentaban el paisaje.

—¿Y cuánto tiempo dices que puede estar andando esto? —preguntó Draco.

—Hasta que se le acabe la gasolina. Depende de la velocidad que vayas y cuánta tengas, claro. No sabría decirte una cifra con exactitud —contesté, sin apartar mis ojos de la carretera.

—¿Es difícil conducir?

—Con un pesado al lado, bastante —sonreí con malicia. Al mirar de reojo a Draco, vi que se reía en silencio.

—¿Necesitas concentración? —dijo con tono burlón.

—Por supuesto, si no quieres que nos matemos —asentí.

—¿MATARNOS? —chilló Sher con ojos como platos.

—¡AH! —gritó Ash, despertándose sobresaltada. Miró a su marido sorprendida y luego a los demás.

—Mira la que has liado —se jactó Draco sonriendo ampliamente.

—¡Calla!

—¡Me has despertado, Cherry! —se quejó con voz débil mi prima.

—No me llames Cherry delante de todos —pidió con las mejillas sonrojadas—. Lo siento, es que he oído la palabra «matarnos» y...

—Estás paranoico —sentenció ella—. Rolf y Luna viajan constantemente. No van a matarse, por ningún medio de transporte, ya sea muggle o mágico. ¡Res-pi-ra!

Sher respiró hondo tres veces.

—La playa es genial —aseguraba Bella a Harvey—. Se pueden hacer castillos con arena, puedes nadar hasta donde no haces pie (¡eso es muy divertido!) y también puedes tomar el sol. ¡Y ponerte morenito!

—O rojo, en su defecto —añadí—, si no te echas crema solar.

—¡Ah, sí! —sonrió Bella—. La crema es muy importante, Harvey. Luego te duele mucho si te quemas...

—No es la primera vez que voy a la playa —confesó Harvey, sonriendo ante las explicaciones de su novia.

—Ah, ¿no? —dijimos Bella y yo al mismo tiempo.

—Carroll solía llevarme de pequeño, aunque no siempre en verano. Paseábamos por la orilla a pesar del viento otoñal. Íbamos a Dover..., me encantaba ese lugar —contestó.

La Serpiente Y El Tejón (Draco Malfoy Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora