Navidad en Kent

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Las carcajadas de Asherah eran tan estridentes y fuertes que tuve que apartar de mi oreja el teléfono, para no quedarme sorda. Si mi humor al salir de la casa de los Malfoy era difícil de explicar por la mezcla de emociones, ahora que mi prima se deleitaba siendo conocedora de mi confusión, no estaba mejorando para nada. Cada vez sentía la necesidad de agarrar a una persona y echarle una docena de maleficios para calmar mi ira contenida.

Estaba rodeada de muggles; me había metido en una cabina telefónica para llamar cuanto antes a Ash, pero me estaba dando cuenta de que había sido absurdo llamarla.

—¡Te juro que me matas, Emma! —gritó con voz aguda y ahogada, seguida de varias carcajadas más—. ¡Se... se pone celoso por Smith y... los otros te dicen que os han comprado una casa! ¡Es que es buenísimo!

—¡No le veo la puta gracia, Marston! —gruñí exasperada.

Alguien tocó el cristal de la cabina. Cuando me di la vuelta, descubrí a un chico un poco más joven que yo, que me hacía señas porque necesitaba usar el teléfono. Yo le devolví con gestos el mensaje: «Te esperas, que estoy hablando yo».

—Lo siento, de verdad —dijo aún riéndose—. Tengo días «plof» y días «yay», y hoy es un día de los últimos. Veo la vida en colores alucinantes y fuertes.

—¿Seguro que no fumas hierba? —espeté.

—¿La hierba se puede fumar? —preguntó sorprendida—. ¡CHERRY! ¡Tráeme un poco de hierba del jardín!

Oí la voz de su marido amortiguada al otro lado de la línea:

—¡¿Para qué?!

—¡Tráela y no preguntes!

—¡Asherah, joder! Me refiero a la marihuana. Estás pirada, me cago en... —me vi interrumpida de nuevo por el chico joven que llamaba a la puerta de la cabina.

Abrí enfadada y le solté:

—¿De verdad que no puedes esperar? Estoy haciendo una maldita llamada importante, ¿vale? Si tienes prisa, busca otra cabina.

Se quedó con la boca abierta.

—Yo... no hablo... anglais —me contestó con acento francés.

«Pues haberlo aprendido en la escuela, pedazo de...»

Suspiré tranquilizándome. Le indiqué en francés que podía buscar otra cabina (porque en Londres había miles). Él me lo agradeció haciendo una reverencia quitándose su sombrero y se fue con una sonrisa.

—Qué pesados son los turistas... —murmuré con fastidio.

—¿Qué tienen que ver los turistas con el hechizo Confundus? —me preguntó Ash.

—¿Qué coño dices?

—Oye, Emma, ¿para qué me llamas si no me escuchas? —protestó.

—Eso digo yo, para qué demonios te llamo si te ríes de mí —mascullé cabreada y colgué el teléfono.

Salí de la cabina y me Aparecí en casa. Draco estaba en la cocina cuando llegué, mirando fijamente el microondas, que estaba calentando un vaso de leche.

—Hola —dije, para que notase mi presencia.

Él apartó rápido la mirada y me observó, con ojos rojos y muy abiertos. Estaba tapado con una manta y encogido, lo que le hacía parecer más vulnerable.

—Traigo... noticias —comenté con incomodidad.

—¿Te fugas con Smith para empezar de cero? —aventuró con voz ronca.

La Serpiente Y El Tejón (Draco Malfoy Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora