Los cuatro elegidos

495 49 1
                                    

El día siguiente era sábado y realmente no hice gran cosa durante el día. Smith me miraba fijamente cada vez que estábamos en la misma estancia, o nos cruzábamos por los pasillos, o algo parecido. Pero gracias a los cielos, no me dirigió la palabra. Era Halloween y el ambiente estaba muy revuelto porque esta noche iban a dar los nombres de los tres campeones del Torneo.

La verdad es que yo también estaba nerviosa, aunque, obviamente, no me había presentado. Pero era emocionante saber quiénes eran los elegidos y cómo iban a intentar ganar. Ernie me había estado hablando a mí y a los demás, casi toda la mañana, sobre las posibilidades que había de que Cedric Diggory fuese el campeón de Hogwarts. No eran absurdas sus propuestas, y a los demás sí que nos haría tanta ilusión como a Ernie y al propio Cedric, pero sinceramente casi creíamos improbable ese hecho.

Subestimamos demasiado pronto.

A la hora de la cena, a Ernie le temblaba la voz cuando hablaba, no dejaba de mover la pierna con nerviosismo y alguna que otra vez Hannah le gruñó para que se calmase, pero no hubo manera, como supuse. Ernie era... así.

Dumbledore se puso en pie en un determinado momento de la cena y Ernie reprimió un gemido de emoción. Hannah bufó como queja, pero Ernie no hizo ni caso. El profesor dijo que cuando nombrase a un campeón, debía acercarse hacia él para que le indicaran las primeras instrucciones.

Todo el comedor estaba en un tenso y absoluto silencio. Dumbledore, con un movimiento de varita, dejó casi a oscuras el comedor. El cáliz de fuego era la única luz que había. Sus llamas eran azules y pronto se tornaron rojas y chispeantes. Salió de él un papel medio chamuscado y todos los alumnos ahogaron un grito. Y Dumbledore habló:

—El campeón de Durmstrang es... Viktor Krum.

El comedor entero aplaudió, incluida yo, con alegría. Karkarov felicitaba a su alumno mientras este se acercaba a los profesores y desaparecía por una puerta. Cuando la calma volvió a la estancia, Dumbledore dijo, después de haber cogido otro papel del cáliz:

—La campeona de Beauxbatons es... ¡Fleur Delacour!

La chica se levantó y se dirigió al mismo sitio que Krum. Algunas de sus compañeras lloraban a moco tendido por no haber sido seleccionadas y a mí me pareció alarmante. La gente estaba muy mal.

Solo quedaba el campeón de Hogwarts. La tensión se había hecho más grande en el comedor, se podía notar. Las llamas del cáliz se volvieron a tornar rojas y salió un tercer papel de ellas, que Dumbledore agarró y anunció:

—El campeón de Hogwarts es ¡Cedric Diggory!

Grité de júbilo con todas mis fuerzas mientras me dejaba las manos aplaudiendo como una loca. Toda la mesa de Hufflepuff estaba de pie, al igual que yo, y hacía exactamente lo mismo que yo. Incluso algunos se habían puesto de pie en las mesas o en las sillas y a Ernie no le cabía la felicidad en la cara. Tuvo razón y al final Cedric había sido el campeón elegido de Hogwarts. Estuvimos felicitándole tanto rato, que Dumbledore tuvo que esperar a que nos callásemos. Cuando nos sentamos otra vez, aunque seguíamos muy excitados, Dumbledore sonrió y empezó a decir unas palabras, pero se vio interrumpido porque, de las llamas rojas del cáliz, salió otro trocito de papel.

Lo agarró y lo leyó tan sorprendido o más que los demás, mientras todos le mirábamos. Dijo:

—Harry Potter.

No. Eso no era posible. O sea, no, no y no. NO.

Dumbledore, después de haber cuchicheado algo con McGonagall, llamó a Harry exclamando su nombre. Harry se levantó con insistencias de Hermione, aunque estaba tan confusa como los demás en la sala. Harry avanzó entre su mesa y la mía hacia Dumbledore. Yo le miraba con los ojos desorbitados. Él no se atrevió ni a mirarme. Seguro estaba tan nervioso el pobre, con cientos y cientos de ojos mirándole, que no tuvo el valor de mirar a alguien en concreto. Cruzó la puerta, como Dumbledore le había mandado y miré a Ron y Hermione desconcertada, y ellos me devolvieron la misma mirada asustada.

La Serpiente Y El Tejón (Draco Malfoy Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora