Tortura Injusta de Magos Odiosos

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—Sí, sí, ocho horas. Aunque hay algunos días que más. Un día llegué a diez, ¿sabes? No hay nada más importante para mí actualmente que aprobar cuantos TIMOS pueda —asintió Ernie como si nada.

—¡Estudiar ocho horas diarias va a acabar matándote! —exclamé consternada.

—Ya, pero podré aprobar —insistió él.

—Yo digo que se está volviendo loco —comentó Justin—. Pero no se puede hacer nada.

—¿De dónde sacas el tiempo? ¡A mí se me echa encima! —bufó Hannah pasándose una mano por la cara, apartando algunos pelos rebeldes.

—Bueno, me levanto una hora antes de las clases para estudiar. Y luego entre clase y clase, por los pasillos o mientras esperamos al profesor, repaso por encima algunos hechizos, frases o alguna que otra fecha. Luego, en la comida, a veces tengo un libro en el regazo y echo un vistazo, aunque ya no lo hago tanto, porque una vez se me cayó el zumo de calabaza en el libro de Transformaciones y casi me dio un infarto. Después recordé que soy mago y que podía arreglarlo, pero no sé, me da desconfianza desde entonces. Y por la tarde, hasta la hora de la cena, estudio todo lo que puedo. Y me quedo hasta tarde en la biblioteca o en la Sala Común.

Justin suspiró cansadamente, como si todo aquello lo hubiese dicho él.

—¿Creéis que los muggles se estresan tanto en sus clases? —preguntó—. Quizás estudiar en una escuela muggle no es tan pesado...

—No lo sé, pero yo no me querría ir de aquí y tú tampoco deberías —sentenció Ernie con seriedad—. ¿Qué haría yo sin ti? ¡Las chicas me matarían! —añadió cambiando el gesto.

—¡Oye! —soltamos las tres a la vez.

—¿Ves lo que te digo? —se rio Ernie, haciendo que Justin sonriese de lado—. Bueno, ahora callaos, voy a... ¿Dónde demonios he metido mi libro de Pociones...?

El mes de junio ya había empezado y los TIMOS estaban a la vuelta de la esquina. También lo estaban los ÉXTASIS de los alumnos de séptimo, por lo que ellos y nosotros estábamos más callados que nunca.

Ernie se había unido a Hannah y a mí en cuanto a las horas de estudio. Él no soportaba ni el ruido de una mosca, así que cuando los tres nos encontrábamos en la biblioteca o en la Sala Común, el mínimo ruido del papel le molestaba y nos miraba con enfado. Una tarde le propuse hechizarle con un Muffliato, a ver si así estaba más contento. Se indignó tanto, diciendo que él tenía un nivel de concentración mucho mayor al nuestro, que se cambió de mesa en nuestra Sala Común.

A la hora de la cena de aquel día, Ernie me dio un fuerte abrazo y estuvo a punto de llorar de arrepentimiento por su reacción, a lo que le calmé riéndome por su estrés, tan parecido al de Hannah.

Para mi gloriosa suerte, Smith no me molestaba. Ni siquiera cuando no estaba estudiando. Seguía a mi lado en la clase de Umbridge, pero estaba tan absorto en el libro, o en sus pensamientos, que no me hacía ni caso. Y a pesar de que eso me ponía realmente feliz, la presión de los exámenes no me dejaba regocijarme de ello.

Era domingo. A la mañana siguiente tendríamos nuestro primer examen, el cual era el de Encantamientos. El teórico por la mañana y el práctico por la tarde.

Hannah me dejó hacerle preguntas con ayuda del libro. Estaba muy nerviosa, y aunque yo también me sentía así, intenté calmarla lo mejor que pude.

—Escúchame, Hannah Abbott —la dije, agarrándola por los hombros y mirándola fijamente a los ojos—. Eres una bruja con buenas aptitudes. Encantamientos se te da bien, lo que hace falta es concentración y fe en ti misma. Sobre todo, intenta mantener la calma en el examen práctico, que es donde más fallos se pueden tener, según mi opinión —con aquel comentario, ella empezó a temblar—. Vamos, Hannah. Tengo fe en ti. Lo harás muy bien. Eras buena en las clases del ED, ¿no es así? Imagina que estamos allí de nuevo y hazlo lo mejor que puedas.

La Serpiente Y El Tejón (Draco Malfoy Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora