Regalos

459 39 6
                                    

El segundo trimestre ya había comenzado y para sorpresa de todo el colegio, ya no era Hagrid quien daba clase de Cuidado de Criaturas Mágicas, sino una bruja de aspecto amable: la profesora Grubbly-Plank. En la primera clase, a los de cuarto curso, nos enseñó varias cosas sobre los unicornios e incluso pudimos ver y tocar uno. Era realmente hermoso, aunque solo las chicas pudimos tocarlo, porque según la profesora, preferían el tacto femenino.

Hermione no dejaba de preocuparse por Harry. La segunda prueba el Torneo sería en febrero, dentro de cinco semanas, y aún no sabía qué debía hacer con el huevo de oro que chillaba al abrirlo. Harry, por su parte, le dijo a Hermione que ya tenía una pista sobre el huevo, pero a mí me confesó que era mentira. A ella no le contó que Cedric, la noche del baile, le aconsejó que se diese un baño con el huevo en un lavabo de prefectos, pero a mí sí. Así que cuando Hermione no estaba delante, yo siempre apremiaba a Harry para que hiciese caso a Cedric.

—Ya sé que no te cae especialmente bien por lo de Cho, pero es un buen chico y solo quiso devolverte el favor. Tú le ayudaste con la primera prueba y él a ti con la segunda —le decía para convencerlo.

—Aún debo meditar unas cosas... Seguramente acabaré haciéndoos caso —me contestaba.

Parecía que todo con Draco iba bien. Seguía tan cariñoso como de costumbre y él no hacía nada por evitar que nos viesen juntos. A mí eso me gustaba y me incomodaba al mismo tiempo. No me importó nunca la opinión negativa de los demás, pero aun así, me sentía rara. Todavía Smith no se había enterado y no tenía ni idea de cuándo se lo iba a decir para que me dejase tranquila.

Antes de visitar Hogsmeade, Ron se acercó a mí una tarde después de comer con cara de enfado.

—Tu amiguito es un payaso —me espetó con un papel en la mano.

—¿Qué amiguito? ¿Qué es eso? —fruncí el ceño.

—Malfoy —soltó mordaz—. El Profeta, mira lo que nos ha enseñado.

Miré confusa a Ron y comencé a leer. Era un artículo que hablaba sobre Hagrid, y cómo no, Rita Skeeter fue quien había hecho la entrevista. Decía que Hagrid era peligroso porque era un semigigante y podía poner en riesgo las vidas de los alumnos porque traía siempre criaturas agresivas. Aquello me puso furiosa, porque era todo mentira, ya que pintaban a Hagrid como una mala persona, siendo más adorable que una cría de conejo. Pero se me cayó el alma a los pies al leer el nombre de Draco en el trozo de periódico. Le había dicho a Skeeter que por culpa de Hagrid, había sido herido por un hipogrifo el año pasado. Acabé de leer el artículo y miré a Ron con cara de culpa.

—¡Encima se reía cuando nos lo dio! —exclamó con ira el pelirrojo—. No sabe mantener la boca cerrada...

—¿Y qué quieres que haga yo? —dije impotente. Pareció pillarle por sorpresa esa pregunta—. Es una persona con derechos al igual que tú y yo. No creas que le estoy defendiendo, porque mentir en un medio de comunicación es de idiotas, pero yo no puedo hacer nada para impedirlo.

—O quizás sí —repuso él—. A ti te hace caso todo el mundo. Además, las chapas contra Harry desaparecieron gracias a que le dijiste a Malfoy que se deshiciera de ellas.

—Pero... ¿Cómo lo sabes? —fruncí el ceño.

—Eso no importa. Párale los pies antes de que lo haga otro de una manera menos agradable —contestó Ron.

—¡No tengo por qué, ni que fuera mi hermano! —espeté.

—Claro que no soy tu hermano; soy tu novio —dijo una voz detrás de mí. Ron me miró con los ojos como platos, al igual que yo a él. Parpadeé, sin que Ron dejase de mirarme atónito, y me giré para ver a Draco. Extrañamente, estaba sonriendo.

La Serpiente Y El Tejón (Draco Malfoy Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora