El laberinto de los horrores

354 30 1
                                    

—¡Cállate de una vez! —murmuré con enfado hacia Hannah, que no paraba de reírse junto a Susan—. Los exámenes están a la vuelta de la esquina e intento estudiar.

—¿Por qué hablas tan bajo? Megan está frita —dijo Hannah, aún con la cara roja por haberse reído.

—Son las once de la noche, no quiero molestar a los demás —espeté bruscamente—. Si no os calláis, no tendré más remedio que ir a la Sala Común.

—Qué pena, Zacharias está allí, acabando unos deberes de Transformaciones —se encogió de hombros Susan y las dos volvieron a reír en bajo.

—Pues le duermo con un conjuro y ya está —bufé molesta.

—Yo le ayudaría con la tarea... Pobrecito —comentó Hannah con sorna y rieron más fuerte.

Cerré mi libro de un golpe y me levanté de mi cama de mal humor.

—Prefiero aguantarle a él que a vosotras —gruñí resignada y fui rápidamente a la Sala Común.

Habían estado molestando largo y tendido por eso de la quemadura en mi cuello y se burlaban de que Draco estaba celoso de Pierre... No pensé que se lo iban a tomar a guasa, pero estaba equivocada, claro. Mi paciencia en los días de exámenes se iba y no volvía hasta que nos daban las vacaciones. En vez de parecer una Hufflepuff, parecía Filch. Además, mi preocupación por Harry en la tercera prueba también me atormentaba lo suyo. Seguía practicando hechizos con Hermione, Ron y conmigo, ya que tendría que enfrentarse a criaturas que aún ni él sabía, así que debía estar preparado.

En la Sala Común me encontré a Smith, que estaba solo y sentado en una mesa, con pergamino y libros esparcidos por ella, y se encontraba roncando sonoramente.

—Eh, zoquete —dije y le toqué el brazo para despertarle. Lo hizo al instante, me miró confundido y frunció el ceño.

—¿Emma...? —balbuceó.

—Vete a dormir —le dije sentándome en una silla, en frente de él.

Miró entonces a lo que tenía delante.

—No he terminado, me falta...

—Me da igual. Termínalo y lárgate; necesito silencio —espeté y abrí mi libro de Historia de la Magia. Los duendes y sus estúpidas revueltas me nublaban los días de sol. Tenían nombres ridículos y extraños, ¿quién podría acordarse de todos ellos? Era la asignatura que peor se me daba estudiar.

—Emma, siento que... bueno... siento ser tan pesado, pero es que...

—Parece ser que no entiendes lo que es el silencio, ¿verdad, Smith? Me da igual que intentes ser amable conmigo: no lo hagas ahora. —Volví a interrumpirle y le miré esperando a que asintiese, pero era Smith y no iba a ponérmelo fácil.

—Solo quería disculparme por...

—¿Quieres otra bofetada? Podría acostumbrarme perfectamente a darte una cada día —le dije sin levantar la vista de mi libro. Y de repente mi libro salió volando por los aires, se escapó de mis manos y aterrizó en el suelo. Miré extrañada a Smith. Él tenía la cara crispada.

—Emma Annabeth O'Brien, ¡escúchame! —exclamó furioso. Estaba tan cabreado que no me atreví ni a recoger el libro. ¿Sabía mi segundo nombre? Pero ¿qué...?

Cuando se dio cuenta de que estaba muy asombrada por su repentina brutalidad y que ahora sí estaba dispuesta a escucharle, aunque casi en contra de mi voluntad, suspiró para calmarse y me miró con culpabilidad.

—Malfoy no es bueno. No sé ni cómo está saliendo contigo. Solo quiero que entiendas que yo soy mejor que él y que deberías pensarte mejor con quién salir y con quién no. Él solo te causará problemas en el futuro, te lo repito: es un Malfoy.

La Serpiente Y El Tejón (Draco Malfoy Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora