CAP 13. Mario conoce a Valentina

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--Mi pequeña, tú no tienes por qué involucrarte en mis problemas, eres muy inocente y ahora con el camino que has elegido no sabría cómo explicarte -Julio le dice a su hija tomándola de las manos.

--Ya no soy una niña, papá. En pocos días cumplo 18 -le responde ella mostrando orgullo en sus palabras.

--¡¡¡Así que tienes otra hija!!! -se oye una voz desde el umbral de la puerta del despacho.

Julio y Valentina se levantan del sofá mirando a aquel hombre que venía acompañado por otros dos, uno de ellos era Salomón y el otro un mensajero.

--¿Cómo han entrado ustedes a mi casa, y con qué derecho? -interroga el Lic. Altamirano a los visitantes mirando fijamente a Mario y tratando de que Valentina quedase detrás suyo como protegiéndola.

--La puerta estaba abierta, he tocado el timbre pero parece que no funciona y me tomé la libertad de entrar porque el aviso que traigo es urgente...le pido me disculpe -contesta el mensajero- ¿Es usted el Sr. Julio Altamirano Mendoza?

--Sí, soy yo. A ver, deme eso -Julio firma de recibido y el mensajero sale de la casa.

Comienza a leer...es un citatorio urgente del ministerio público. Arruga la hoja y se abalanza contra Mario pero Salomón se lo impide, deteniéndolo en seco.

--Eres un maldito miserable, me diste dos días...

--Han pasado dos días y por lo que he sabido tu hija se fue a vivir con su novio. Entonces deduje que no va a hacer lo que le pedí y adelanté la demanda -Mario hablaba sin dejar de mirar a la monja.

--¿Así que esta es tu otra hija? -continuó Mario diciendo mientras daba unos pasos hacia Valentina y le tocó la barbilla.

Los ojos negros de Valentina se clavaron en los de él. El rostro de ella se veía tan inocente... Sin una gota de maquillaje. Era una niña vestida de monja. Pero tan decidida en sus palabras...

--Cualquier cosa que le deba mi hermana, dígalo. Yo veré la manera de pagar.

Salomón y Mario rompieron a reír.

--Calla, pequeña. No sabes lo que dices -le dice Julio a Valentina.

--Si nadie me explica, cómo quieres que entienda. Pero por lo que veo aquí se le debe algo a este señor...

--Mario Murillo Acosta, para servir a usted, señorita....

--Valentina...Valentina Altamirano... Para servir a Dios. -le dice ella sin mostrar temor.

--La pequeña Valentina.....
Si usted le sirve a Dios, entonces no me puede servir a mí, niña. Y menos sirve usted para pagar la deuda de su padre -le dice Mario tajantemente.

Mario se dirige a Julio y le dice...

--Hemos venido aquí solo para cerciorarme de que recibieras el citatorio. Y de paso ver la casa que dentro de poco será mía. Con su permiso. Que pasen un excelente día.

Dicho esto, salieron de la casa.

Mario y... ValentinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora