💏tiempo de ser felices💏

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Al pie de las escaleras hay un escritorio cubierto con un mantel color perla, sobre éste, un libro oficial de casamientos, una pluma adornada con dos claveles pequeños, uno blanco y uno rojo, un acta de matrimonio lista para unir una pareja. Un juez, las bailarinas, Juan David, Erick... y un novio desesperado por ver bajar a la novia.

Erick presiona un botón del control remoto que llevaba en la bolsa de su saco, al instante se oye la canción Angels, de la voz de Robbie Williams... La emoción está a flor de piel... todos mirando hacia las escaleras... y por fin... los olanes de un vestido blanco hacen ritmo con la música al rozar los escalones en descenso. En las manos portaba un ramo de claveles rojos y blancos haciendo juego con la pluma que en unos instantes la uniría al amor de su vida. Cada escalón que bajaba aumentaba los latidos de su corazón, y el sube y baja de sus pechos al ritmo de su respiración le presionaban el alma.

El improvisado velo que las chicas sacaron de uno de los vestidos que usaban para las actuaciones, cubría su rostro... por fin bajó el último escalón donde Mario la esperaba ofreciéndole su mano como todo un caballero. Vestía un elegante traje negro, impecable como siempre y más guapo que nunca...con una sonrisa que dejaba ver sus perfectos dientes.

Los aplausos inundaron el bar y Mario levantó el velo de la novia dejando ver la cara de Valentina tal cual era... sin una gota de maquillaje... esa chica sí que era preciosa.

La expresión del novio era de mudez total, por lo que ella se acerca a su oído y le dice en voz baja:

--Ya no nos alcanzó el tiempo para el maquillaje, lo siento mucho, pero las chicas dijeron que así me veía bien. Lo siento mucho.

--Te voy a confesar otro secreto, Valentina... me gustas mucho así como eres. Simplemente me enloqueces -le dice él haciendo que ella se sonroje, lo cual hace más grande lo que Mario siente por ella.

--A la hora que usted diga, Lic. Murillo -interrumpe el juez.

--¿Tienes una licenciatura? -pregunta Valentina.

Mario solo le sonríe y le guiñe un ojo.

--Estamos listos, Sr. Juez... puede empezar.

El hombre les leyó todo lo que se dice en una boda civil, hasta que llegó a la parte más importante, pero en ese justo momento Mario pidió un momento para decir algo, el juez accedió.

--Antes de continuar, quiero decirte, Valentina, que te amo con todo mi corazón y aquí delante de todos te confieso que no existe ningún pagaré firmado por tu padre pues todos los rompí hace tiempo junto con tu contrato de trabajo. No estás obligada a casarte conmigo, pero es lo que más deseo en el mundo... hacerte mi esposa.

Valentina se sorprendió mucho con esa confesión y después de unos segundos de reflexión, preguntó:

--O sea que me has engañado todo este tiempo haciéndome creer que tengo que pagar una deuda que ya no existe???..... ¿Por qué esperaste hasta hoy para decirlo?

Se escucharon expresiones de asombro entre los presentes.

--Te lo iba a decir aquel día en que me visitaste en la prisión pero me dolió tanto ver tu tristeza cuando te confesé lo de la boda falsa, que no tuve valor... perdóname, por favor. Si ahora te lo estoy contando es porque no quiero que haya nada que empañe nuestro matrimonio. Te amé desde el primer día que te vi vestida con ese traje de monja pero quiero que sepas que el día en que me dijeron que habías muerto... morí contigo.

Ella inhala aire profundamente y responde con ojos a punto del llanto.

--No me importa lo de los pagarés ni lo del contrato... esa última frase que has dicho me ha llegado aquí -dice tocándose el pecho- al corazón. Y creo que me alegro que lo hayas confesado pues así sabrás que no me caso contigo obligada... sino por amor.

Mario y... ValentinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora