? sesenta y tres ?

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Mario despertó aturdido y confundido, veía que el techo se acercaba y luego se alejaba a toda velocidad. Quiso sentarse en la camilla pero unas manos se lo impidieron.

--Será mejor que siga recostado, señor –le dice una chica rubia vestida de enfermera y con una sonrisa amable.

--¿Qué me pasó? –pregunta éste aún mareado. Luego recuerda la cabeza de Valentina y se lleva las manos a la cara.

--Dr. Mckenzie, Dr. Mckenzie –grita la enfermera- venga por favor, el señor ya volvió en sí.

En menos de dos segundos el doctor ya estaba encima de Mario recriminando su estupidez.

--Pero acaso se volvió loco... le dije claramente que no podía ver a su esposa... por Dios... lo que hizo fue una gran idiotez... puso en peligro la vida de ella y la de todas las pacientes que están ahí dentro –el doctor gritaba moviendo las manos de un lado a otro sin dejar de mirar a Mario.

--¿Se va a morir, verdad? –pregunta Mario con voz apagada. No había atendido a todo lo que Mckenzie había dicho.

--Llévenlo a mi consultorio, por favor –ordena el doctor a los dos enfermeros, quienes lo cargan en vilo.

Lo colocaron en una silla frente a un escritorio... y del otro lado del escritorio estaba el aún furioso Dr. Mckenzie.

--Cierren la puerta al salir, por favor –pide el doctor y los enfermeros se retiran obedeciendo a su jefe.

--Dé gracias a Dios que no ha pasado nada... todo en terapia intensiva está en orden... pero se imagina si ha llevado una sola bactaria del exterior... una sola... me oye –le dice gritando- una sola de esas bacterias hubiera ocasionado una tragedia en este piso.

--Lo siento tanto... yo solo quería ver a mi esposa –dice arrepentido Murillo.

--Eso es imposible, ya le dije antes que no se puede.

--Dígame por qué tiene así su cabeza... -Mario mira al doctor con los ojos llenos dolor.

--Ok... voy a explicarle y espero que entienda. Su esposa llegó aquí con una bala incrustada en su cabeza. Los estudios indicaban que había un daño cerebral, por lo que tuve que desprender esa parte del cráneo para extraer la bala y para reparar el daño.

--Pero... ¿por qué no ha cerrado eso? –insiste Mario angustiado.

--Porque no puedo estar abriendo y cerrando a cada momento... necesito ver la evolución de la cirugía y si es necesario volver a intervenir. De hecho, como le dije en la sala de espera, su esposa ya lleva dos cirugías. Por eso es que su cerebro debe estar a la vista y a la mano. ¿Me explico?

--Sí, entiendo.

--Y por eso es que ella está en esa cápsula... protegida de toooooodas las bacterias. ¿Entiendeeee??? –por momentos parecía que el médico perdía los estribos.

--Sí, doctor... entiendo y me arrepiento tanto de haber expuesto a Valentina y a todas las demás pacientes. Le juro que no vuelvo a entrar ahí. Pero no me iré del hospital, aquí me quedaré hasta que ella se recupere.... ¿Se va a recuperar, verdad? Dígame que sí.

--Aún no lo sé... Por ahora no le puedo dar un diagnóstico hasta dentro de unas 40 horas más o menos. Pero le cuento que tuve un paciente con el mismo caso que su esposa, solamente que a él le entró la bala por el otro lado de la mejilla pero igual se fue a alojar justamente en el mismo lugar... tuve que intervenir cinco veces, pero... sabe una cosa..-le dice el médico sonriente- el hombre se salvó. Ahora vive una vida normal, solamente tiene las cicatrices ya muy leves del orificio en la mejilla y en la cabeza... pues el cabello se encarga de cubrir. Tenga paciencia.

--Gracias por contarme eso... me da esperanzas.. Y ok, seré paciente y no le daré más molestias –contesta Murillo.

--Lo acompaño hasta la sala de espera, vamos –le dice el Dr. Mientras le da unas palmaditas en la espalda.

***

flashack

Dentro de la cápsula, Valentina no entendía lo que pasaba.

"Aquí estoy, Mario. Has venido por mí. Sabía que lo harías y me da tanto gusto que estés libre. Gira a la derecha, Mario... estoy encerrada en este cristal... qué bueno que has venido por mí. Por fin me encontraste.., sabes que te vi desde que entraste vestido con esa ropa color azul. Sí... yo también te amo, creo que te amé desde el primer día. Pero, dime... por qué no me respondes. ¡Por qué no me sacas de aquí! Dile a los médicos que quiero regresar al bar... quiero estar contigo por el resto de mi vida. ¿A dónde vas, Mario..... ah...ok.. quieres ver mi cabeza, verdad? Ahí me duele mucho, pero luego viene una enfermera y da medicinas y el dolor se va. Mario... Mario...Amor... ¿dónde estás? Mario... no te vayas. Ya no te veo... dónde estás......

...

...

Enfermera... dónde está mi esposo?

--Oh, por Dios... el de limpieza se ha desmayado... vengan a ayudarme –gritaba la enfermera a sus compañeros.

Mi esposo se desmayó? Qué le pasó? Hagan algo, por favor. Mi esposo se muere.

En un momento levantaron a Mario y lo sacaron de ahí entre los enfermeros. Las mujeres se quedaron a revisar que todo estuviera bien. Y cuando se acercaron a la cápsula que envolvía a Valentina:

--Son lágrimas, verdad? –pregunta una.

Siiiiií... estoy llorando por mi esposo... díganme, por favor qué le ha pasado... sáquenme de aquí, sáquenme... ahora... quiero ir con Mario.

--Sí... son lágrimas... pero... mira... la almohada está mojada... parece que hubiera llorado durante horas.

Ya cállense y sáquenme de aquí... Dios mío... dime por qué nadie puede oírme....

--Es que sigue llorando. Mira cómo resbalan por su cara. Debemos cambiar las gasas de la mejilla, no sea que se le vaya a infectar la herida.

Yo no importo... déjenme... díganme cómo está Mario.

**

*

Oigan... enfermeras... no se vayan sin sacarme de aquí. Auxiliooooo. Por favor, no se vayan.

Pero qué pasa, todos me ignoran o no pueden oírme...

*

*

*

Ay no... otra vez no... no quiero ver esa luz, me hace daño en los ojos... Dios dime por qué me das fuerza para caminar hacia esa luz... Mejor dame fuerzas para ir con Mario. Dame fuerzas para levantarme y romper este cristal que me tiene atrapada.

No iré hacia la luz... me opongo... quiero ver a Mario... te amo Mario... ven por mí.

¿Papá, eres tú?  Y esa mujer que está contigo... ¿quién es?

Fin del flashback




Mario se encontraba en la sala de espera.  El primer guardia al que sobornó se acercó a él.

--¿Lo descubrieron? -le pregunta.

--Sí.

--¿Me echó de cabeza?

--No, no lo hice.  Puede estar tranquilo -contesta Mario con voz pausada.

--¿Quiere volver a intentarlo? Conozco otra entrada -le dice el hombre sonriente.

Mario le dirige la mirada y le dice:

--No volveré a poner la vida de mi esposa en riesgo.  Aquí me quedaré hasta que salga.

El guardia se retiró y Mario fue por un café.






Sé que este final no estuvo de suspenso. Disculpen..  Espero sus votos y sus interesantes comentarios.

Mario y... ValentinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora