28 loca de atar

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Lulú caminó algunas cuadras hasta llegar a una tienda de conveniencia sin darse cuenta de la movilización policíaca que se generó alrededor del motel. Entró al lugar y se acercó a los refrigeradores. Abrió la puerta... tomó una coca cola... giró la tapa rosca para abrir la botella cuando escuchó que alguien mencionó el nombre de su hijo pero no volteó a mirar.

Dio un sorbo a la coca cola mientras escuchaba la conversación que mantenía una señora con su pequeño niño.

--No, Danny... no te voy a comprar ese juguete, en casa tienes demasiados. Además es muy caro -indicaba la mujer.

--¡Yo lo quiero! ¡Yo lo quierooooo!!!! -gritaba el pequeño sosteniendo lo que quería en las manos.

Al ver que la madre se negaba a comprarle el juguete, el niño se tiró al piso y comenzó a hacer berrinche.

La madre seguía sin atender las exigencias del malcriado y caminó hasta los refrigeradores para ir en busca de un galón de leche... justo a unos pasos de donde se encontraba la loca bebiendo su refresco.

La mujer sacó la botella del blanco líquido y cerró la puerta. El niño seguía gritando desde el piso que quería su juguete. Era insoportable la situación.

Hasta ese momento Lulú se había mantenido quieta, pero... no por mucho tiempo... no pudo más con los nervios y la locura que la invadieron. Al ver que la madre del niño pasaba cerca de ella le susurró:

--¡Mátelo! -luego le dio otro sorbo a la coca cola.

La mujer se detuvo y miró con sorpresa a la desconocida.

--¿Cómo dijo? -preguntó achicando los ojos en señal de no haber entendido bien lo que dijo.

--He dicho que lo mate...

--¿A quién? -se alarma la mujer.

--Al niño... a su hijo -apuntó Lulú con el dedo hacia donde el berrinchudo seguía llorando y gritando.

Las mujeres se miraban de frente.

--¿Está loca? ¡¡Cómo cree que voy a matar a mi hijo!! -dijo la señora arrugando la frente.

--Si no tiene las agallas, puedo hacerlo yo -puntualizó la maniática metiendo la mano en el interior de su blusa para luego sacar una pistola.

La madre del niño gritó y corrió hacia donde estaba su hijo. Lulú la siguió, apuntó con el arma a la cabeza del pequeño quien no soltaba el juguete deseado, llorando aún porque su mamá no se lo compraba.

Un empleado de la tienda, al ver que Lulú portaba una pistola, activó la alarma de urgencias a lo cual de inmediato se escuchó un sonido ensordecedor.

--¡¡Cállate, niño!! -gritó Lulú al chico pero éste no obedecía.

--Cállate, Daniel, por favor -suplicaba la madre a su hijo, abrazándolo- cállate... deja de llorar, por Dios...

La señora y el niño estaban sentados en el piso. Lulú apuntando con el arma al pequeño... lo miraba desquiciada. El sonido enloquecedor de la alarma hizo efecto y la loca disparó, atinanto en el estómago del menor para luego salir corriendo a toda prisa de la tienda.

Al detenerse en la banqueta del mismo lugar... se le nubló la visión y la memoria la traicionaba.

"Mi niño... mi niño... lo he matado" -pensaba.

Se regresó a la tienda y al ver al pequeño que sangraba quiso acercarse a él pero la detuvo un puño cerrado que la golpeó en la nariz. Era la madre del pequeño.

--Maldita, desgraciada... has matado a mi hijo!!! -gritaba la señora sin dejar de propinar golpes con las manos a Lulú ante la mirada de los únicos dos empleados de la tienda que no quisieron intervenir.

--¿Está muerto? -logró preguntar Lulú desde el suelo... con la boca llena de sangre que le escurría de la nariz.

Comenzó a caminar a gatas queriendo llegar hasta el niño pero un puntapié en el estómago se lo impidió.

--Sí... lo has matado tú... pero ahora yo te voy a matar -la mujer notó que a un lado de los pies de la loca estaba la pistola, la tomó y sin pensarlo dos veces disparó, pero... maldita sea... erró el tiro.

Disparó de nuevo pero ya no había balas. Arrojó el arma a un lado y se lanzó de nuevo contra la loca impidiendo que se acercara a su hijo.

Lulú verdaderamente había perdido la razón... recibía cada golpe con la mirada perdida, no demostrando ningún dolor.

--¡Ya viene la policía, señora... será mejor que deje a esa mujer -indica uno de los empleados.

La mujer no estaba conforme y tomó una botella de cerveza de uno de los estantes... con ella golpeó a Lulú en la cabeza dejándola tirada boca abajo en el piso... casi inconsciente.

--¡Una ambulancia... por favor... ¿llamaron a la ambulancia? -preguntaba la mujer entre sollozos.

--Sí, señora... la ambulancia también viene hacia acá.

En ese momento entran varios policías al establecimiento y tras ellos dos paramédicos.

Gracias a Dios el niño estaba vivo... grave... pero vivo. De inmediato le dieron los primeros auxilios y rápidamente lo subieron a la ambulancia junto con su madre para llevarlo al hospital más cercano.

Lulú hacía caso omiso a las preguntas de los policías fingiendo estar inconsciente, así que decidieron esposarla y llamar a otra ambulancia para que la llevaran también al hospital.

En ese momento los policías no sabían que esa mujer estaba relacionada con el secuestro en el motel que se encontraba a pocos minutos de ahí.



Mientras tanto en el motel....







Perdón por la demora, pero ya estoy de vuelta... gracias por seguir con la historia. Espero sus votos y comentarios. :)







Mario y... ValentinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora