capítulo cuatro

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Valentina acababa de salir de la ducha cuando suena su celular. Era una llamada del colegio de Val.

--Hola –contesta.

--Señora Murillo, buen día, soy la profesora Mistral, del colegio de su hija.

--Buenos días, .. ha pasado algo? Mi hija está bien?

--Sí, sí... no se preocupe, señora. Su hija está perfectamente. Lo que sucede es que tendremos un concurso de ballet dentro de 6 meses y su hija nos ha comentado que usted es bailarina profesional, así que la he propuesto con el director del colegio para que usted sea la instructora del grupo que hará la participación.

Valentina no puede evitar una sonrisa.

--Oh no... creo que hay una confusión, yo no soy bailarina y mucho menos profesional.

--Pero... es que... bueno, su hija nos comentó que usted sabe bailar muy bien. La verdad es que no necesitamos que sea profesional... es suficiente con que sepa bailar... por favor señora Murillo... por favor –suplicaba la profesora- este concurso es muy importante para el colegio.

--Me ha tomado por sorpresa la propuesta, ¿puedo pensarlo unos días?

--Claro que sí, señora Murillo. Si gusta en una semana nos puede dar una respuesta... esperemos que sea positiva –sonríe la profesora.

Después de terminar la llamada, Valentina se coloca frente al espejo, estaba envuelta con una toalla color rosa... aún conservaba una excelente figura y la hermosura en todo su esplendor.

Miró su reflejo y comenzó a mover suavemente las caderas de un lado a otro. No pudo evitar recordar los momentos en que, temblando de miedo y nervios, se paraba en el escenario del Bar de su marido para bailar frente a hombres desconocidos.

Siguió moviéndose ahora con los ojos cerrados mientras sintió unos brazos rodeándola por la cintura.

--Estás guapísima, como siempre, mi amor.

Ella dirige la mirada al espejo para ver que su esposo era quien la tenía sujetada. Luego vio cómo él le quitaba la toalla que la cubría, dejándola completamente desnuda. 

El instinto de Mario reaccionó al instante. Los dos sonrieron en complicidad tramando la manera de hacer el amor esa mañana.  Él la carga en brazos y la lleva hasta el armario.

--¿Aquí? -pregunta ella soltando una carcajada ahogada.

--Ssshttt, calla -le dice poniéndole un dedo sobre los labios- nos puede oír Danny.

La pequeña Val estaba en el colegio; Danny aún no salía de su habitación, continuaba arreglándose para su primer día de trabajo, así que tenían tiempo para ellos.

--¿Por qué has vuelto a casa? ¿Qué pasó con la reunión con Erick? -pregunta ella en voz baja mientras desnuda a su esposo.

--Se pospuso para mañana... Mmm.mmmm. qué bien hueles, amor... Y... Quise sorprender a mi genial mujer. Quería atraparte en la bañera pero me fallaron los cálculos.

Valentina cayó las palabras de su esposo con un beso cálido y ferviente.  Se recostaron en el piso del armario sin dejar de besarse apasionadamente.  Mario se colocó encima de ella pero no la penetró de inmediato,  le gustaba hacerla esperar, le gustaba hacerla sentir deseosa de él.

Sus manos recorrieron uno al otro esos cuerpos llenos pasión.  A pesar de los años no dejaban de amarse y desearse.

Valentina no pudo más y dijo las palabras clave al oído de Mario:

--¡Te amo, cariño!

Eso fue suficiente para que la lujuria llegara al máximo... fue entonces que él buscó el mojado sexo de su mujer para comenzar a hacerle el amor desesperadamente pero a la vez con la ternura que se merece una dama.  Entraba y salía al mismo tiempo que le acariciaba le acariciaba los pezones endurecidos por el deseo.

Mario y... ValentinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora