Mario entra a su oficina.
Salomón estaba frente al ordenador porque era quien se ocupaba de investigar a los clientes que entraban al bar y que pedían una chica. También llevaba el control de las cirugías de las chicas.
Cada una solo podía soportar 3. Después de eso ya no le servía a Mario más que para bailar.
¿Cirugías? Sí. Restauración de himen. Cada vez que una chica era "rentada" a un cliente, ésta tenía que ser virgen o al menos aparentar virginidad después de la cirugía. Eso era muy remunerado para Mario pues cada vez que eso pasaba, ganaba lo que juntaba en un mes en el bar con solo las entradas, las bebidas y las propinas.
La muerte de Samantha le costó mucho dinero pues la chica no se había metido con ningún cliente, apenas tenía 15 días trabajando en el bar. Era una muchacha huérfana de de padre y la madre se la vendió a Mario a cambio de un pequeño departamento.
Samantha era muy bella y Mario vio un signo de dólares muy grande en los ojos de la muchacha. Pero con su muerte, todo fueron pérdidas, porque aunado a todo esto, tuvo que pagar para que se deshicieran del cuerpo sin dejar rastro alguno. Esto con la ayuda del mismo médico que les hacía los "arreglos" a las chicas.
--¿Qué ha pasado, hermano? -interroga Salomón poniéndose de pie y estirando los brazos para relajarse de estar tanto tiempo frente al ordenador.
--La muchacha está embarazada -le contesta Mario malhumorado.
--Eso es un gran problema.
--Sí. Pero se arreglará. Yo no nunca pierdo. -comenta Mario mientras sirve dos copas de whisky. Le lleva una a su amigo y se bebe la otra.
--Gracias, me hacía falta un trago.
Después de esto, Salomón sigue con su trabajo y Mario se dirige a vigilar a las chicas. Deben ensayar para la actuación de la noche.
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Mario y... Valentina
RomansaMario es un hombre muy atractivo e inmensamente rico pero sin sentimientos. Para él todo son sus negocios, dinero, dinero y más dinero... Hasta que conoció a la pequeña Valentina y sin saberlo le cambió la vida.