29 Mario por Danny

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--Quiero que venga Mario -ordena Salomón a Silver por medio del celular.

Salomón miraba por la ventana al agente y a su ex amigo.

--Tiene que dejar salir a los chicos -le responde el rubio policía.

--Ellos no están en posibilidades de caminar -dijo irónicamente Salomón mirando a Danny que cada vez respiraba con más dificultad.  Y a Salomé que yacía inconsciente en el suelo junto a la cama.  

--Entonces es mejor que salga con las manos donde podamos verlas -sugiere Silver.

--Ha ha ha... está loco... aquí las órdenes las doy yo -se burla el prófugo.

--Déjeme hablar con él -dice Mario casi arrebatando el celular al agente.

Salomón sonríe al ver la escena desde la ventana.

--Salo,  deja libres a los muchachos... te daré lo que pides.  Te hago una transferencia a la cuenta que quieras pero libéralos, por favor -suplicaba Mario.

--Sabes muy bien que no lo haré a cambio de nada.

--Ya te dije que te daré el dinero.

--Ya no me importa el dinero.

--¿Cómo dices? -interroga Mario desconcertado mirando hacia la habitación del motel.

--Eso que oyes... ya no quiero un dolar tuyo... ahora quiero hacer un cambio.

--¿De qué hablas?

--Cambio al muchacho por ti.

--Ok... -contesta Murillo sin pensarlo dos veces.

--Cuando cuente tres, le darás el teléfono al policía ese, levantas las manos y caminas hacia aquí.  Y te sugiero que no vengas armado.

--Sabes que no me gustan las armas.

Silver escuchaba toda la conversación y negaba con la cabeza pero no había nada que Mario no hiciera por salvar la vida de su hijo.

El agente intentó darle una pistola tratando de que Salomón no se diera cuenta pero Murillo se negó.  Solo apretó las manos y obedeció las órdenes del verdugo de su hijo.

En pocos segundos ya se encontraba caminando hacia el lugar del secuestro.

Salomón miraba la escena emocionado y vengativo.

El motel se encontraba rodeado por policías.  Poco a poco los inquilinos de las otras habitaciones fueron saliendo con ayuda de las autoridades.   

Mario se planta frente a la puerta y se dispone a tocar pero ésta se abre intempestivamente.  

--Entra -le ordena una voz conocida pero sin lograr ver a nadie.

Da unos pasos al interior y lo primero que ve es a su hijo tendido en la cama intentando respirar para mantenerse con vida. Tenía los ojos abiertos mirando al techo, la cara enrojecida e hinchada a causa de la alergia. 

--Danny... hijo  -se acerca Mario tomándolo de la mano- mantén la calma, ya viene la ayuda -le susurra.

Un frío objeto lastima el cuello de Murillo haciendo que se aparte un poco del chico.

Salomón le apuntaba con la pistola.

--Deja que entren a dar auxilio a mi hijo, por favor -suplica Mario.

--Ese chico no es tu hijo -se burla el otro-  es mío... te das cuenta... tu hijo es mi hijo.

--Con más razón debes dejar que lo ayuden... ¿acaso no tienes corazón?

--Ha ha ha... claro que tengo corazón y te lo voy a demostrar.

Salomón toma de nuevo el teléfono y ordena al agente que un paramédico se coloque en la puerta de entrada con el antídoto para la alergia por ingerir fresas.

Menos de diez segundos después tocan a la puerta. Era el paramédico provisto de lo necesario para auxiliar a Daniel.

Salomón toma a Salomé por el cuello y le apunta en la sien.  La chica comenzaba a abrir sus ojos grises.

--Quiero que cargues al muchacho y lo acerques a la puerta. Luego la abres para que el enfermero le inyecte lo necesario y se vaya.

--¿No dejarás libre a mi hijo? 

--No...  Y si no obedeces, esta niña se muere.

--Pero dijiste que harías el cambio.  Mi hijo por mí....

--Obedece o la niña se muere -repite Preys.

Mario no podía exponer la vida de esa muchacha, aunque no fuera nada suya. Pero algo tenía que hacer... no iba a estar ahí obedeciendo las órdenes de su ex amigo sin intentar algo.  Su hijo estaba de por medio. 

--Está bien... haré lo que dices -respondió.

--Pues muévete... no ves que a Danielito cada vez le cuesta más trabajo mantenerse con vida.  Mira, parece que los brazos también comienzan a engordar -se reía el maldito.

Mario carga en brazos a Danny y lo coloca cerca de la puerta pero no iba a hacer lo que Salomón le dijo.  En su cabeza se tramaba una solución para que su hijo abandonara la habitación sin poner en riesgo la vida de la chica.

--Abre la puerta, ahoraaaaa... ¿qué esperas?

Murillo obedece y abre completamente la puerta dejando que el paramédico se acerque, pero...







Mario y... ValentinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora