27 fresas que confirman lazos

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--¡¡¡¡Que comas te digo!!!!!  -grita enfurecida la rolliza y loca Lulú.

--Está bien, comeré pero deje de gritar -le dice el muchacho intentando tomar el plato en sus manos.

--Déjame darte yo, anda... como cuando eras pequeño y te sentaba en mis piernas para alimentarte -decía suplicante la mujer, cambiando por completo de actitud y no dejando por ningún motivo que el chico tomara el plato en sus manos.

Danny separó un poco sus labios sin poder evitar sentir náuseas al oír las palabras de esa loca. Ella introdujo el tenedor con el postre cubierto de betún en la boca de su hijo y él comenzó a masticar.  El alimento se deshacía en su boca y poco a poco lo fue tragando. No se dio cuenta del sabor de las fresas pues no las había probado desde que estaba en el internado... seguramente ya no se acordaba a lo que sabían.  Y así fue que comió dos bocados.

Sally miraba la escena con tristeza, sus ojos comenzaban a cristalizarse pero tenía que controlarse y pensar muy bien lo que iba a hacer cuando Salomón se diera cuenta que no tenía en su poder el celular.

"Ojalá que el papá de Danny esté escuchando todo y de alguna manera den con nosotros" -pensaba la chica.

Decidió comer también para que la mujer esa no se molestara más.  Tomó el tenedor y partió su pastel.  Fijó la vista en el alimento y fue separando el contenido en varias partes.

--Lo siento, señora Dalhila, pero yo no puedo comer esto -dijo Salomé.

--No me importa si lo comes o no... haz lo que quieras -le contesta la loca con indiferencia... ella estaba al pendiente de que Danny comiera otro trozo de pastel.

--Lo que pasa es que soy alérgica a las fresas -agrega la chica.


En ese momento, en la casa de los Murillo, Valentina ahogó un grito... se tuvo que tapar la boca para evitarlo.

--Danny también es alérgico a las fresas y parece que ya ha ingerido el alimento -dijo a su marido en voz baja.

Silver pidió silencio. Faltaban 5 segundos para lograr tener la dirección exacta del motel.


En el motel... al tiempo que Sally anunciaba que no podía comer de ese pastel, Salomón comenzó a escupir el trozo que apenas se había llevado a la boca.  Giró la cabeza hacia la chica y la miró.

--¿Eres alérgica a las fresas? -le preguntó con sorpresa limpiándose con una servilleta los labios

--Sí... ¿por qué? -contesta ella indiferente.

--Bueno... es que yo también -se quedó callado unos segundos y luego agregó- aunque no es de extrañar pues llevas mi sangre.



En casa de los Murillo.

Un oficial levantó la mano en señal de que ya tenía el domicilio del secuestro: Motel Los Álamos. El lugar estaba a menos de 20 minutos en coche.

Silver salió de la casa.  Mario fue tras de él.

El comandante comenzó a dar órdenes por la radio para que una cuadrilla especialista en secuestros se dirigiera al lugar.  Él se pondría en camino también.

--Espere... yo iré con ustedes -advierte Murillo con decisión- y será mejor que vaya hacia allá una ambulancia pues mi hijo también es alérgico a las fresas.

--Es grave la alergia de su hijo? 

--No lo sé.  La directora del internado donde lo adoptamos nos hizo saber ese detalle y otros tantos.

Mario y... ValentinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora