cincuenta y uno

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Al llegar al hotel donde se iba a hospedar Lupita, Mario se acerca a la recepción.

--La señorita va a ocupar la suite Red. -ordena al joven empleado que estaba tras el mostrador.

--Me permite su tarjeta de crédito, por favor -le pide el chico.

En lugar de tarjeta de crédito, Mario le da su tarjeta de presentación.  Al parecer el empleado tenía poco de estar laborando en el hotel y no conocía al dueño.

--Disculpe, señor -atina a decir el joven, nervioso- ¿por cuántos días? -agrega.

--Solo esta noche -interrumpe Lupita.

Mario la mira contrariado.

--Pero ese no era el plan -le dice éste, desconcertado.

--Perdóname, Mario, pero no voy a ser parte de este plan -se disculpa la bella mujer.

--¿El plan?  ¿Pero de qué hablas? Si yo he dicho plan, me refería a que pensabas quedarte por dos semanas. -Mario se estaba comenzando a alterar.

--Lo siento, pero no puedo hacerlo -ella lo mira fijamente a los ojos, estaba decidida a irse.

--¿Por qué? 

--Porque he descubierto la razón por la que me invitaste -le dice ella bajando tristemente la mirada.

--Ah, sí...  Y según tú, ¿cuál es el motivo? -pregunta Mario sonriendo dulcemente.  No quería que Lupita se fuera.  La necesitaba para seguir atormentando a Valentina.

--Tú amas a tu esposa.  Lo puedo ver en tus ojos.  Y no sé exactamente lo que esté pasando entre ustedes pero la amas y te ama.  Lo mejor sería que arreglen sus diferencias -luego de eso Lupita se dirige al recepcionista para decirte que le indique cómo llegar a la suite antes mencionada.

--En un momento viene un empleado para acompañarla, señorita -responde el chico, quien prefiere alejarse un poco de su lugar de trabajo para dejarlos hablar libremente pues no era de buena educación escuchar conversaciones ajenas.

Mario y Lupita se quedaron solos, en silencio.  Mario pensaba...  No podía dejarla ir.  

Después de un momento que a ella se le hizo eterno, él habló.

--Una semana -dice-  por favor, quédate una semana -ahora le toma la mano y forma con sus labios una atrayente sonrisa.

Lupita no dice nada.

--Por favor -continúa Mario suplicante.

--Mmmm... déjame pensarlo esta noche -le dice mientras se acerca el botones- mañana te llamo.

--Ok -él se acerca a ella y le da un beso en la mejilla.  Lupita sonríe.

--No te equivoques conmigo, Mario.  No voy a hacer nada que perjudique a esa muchacha.


Luego ella se va a su suite y Mario se dirige al bar del hotel.  Pide una bebida.  Era de madrugada y pensaba en lo que estaría pensando Valentina:

"¿Sentiría celos? ... Sí... espero que sí.   Mucho más fuertes que los que yo siento ahora.  Pero... Y si no me quiere?  Entonces no le habrá importado mis desplantes"

En ese momento se acerca a él una voluptuosa mujer

--Hola, guapo ¿por qué tan solo? -le dice la rubia. 

Mario le sonríe y en el fondo se dice... ¿Por qué no? Sabía perfectamente que ese tipo de mujeres buscaban dinero a cambio de sexo.  Lo disimulaban entrando a hoteles lujosos a ver si atrapaban a algún millonario con engaños.

--En realidad esperaba que alguien viniese a hacerme compañía -le responde él.

Ella se acerca a él a paso seductor y con mirada sensual.  Los labios carnosos invitaban a besarlos.

Él la toma del brazo y entran al ascensor.   Suben hasta el último piso donde Mario había acondicionado una pequeña pero no menos lujosa habitación la cual utilizaba para sus aventuras amorosas. 

Apenas cruzaron la puerta, la chica ya le había quitado el saco a Mario... lo besaba en los labios, succionándolos desesperadamente mientras baja la mano por entre las piernas de él.

Por el momento no había excitación pero ella siguió haciendo lo suyo.  Él respondía a todas las caricias que ella le hacía.

Se tumbaron en la cama.  Él le quita el vestido, dejándola en una diminuta ropa interior que dejaba ver unos maravillosos pechos.  Mario era demasiado guapo, musculoso y apetitoso sexualmente, lo que hizo que la mujer se excitara demasiado.  Ella comienza a desabotonar la camisa de él... se la quita y la lanza al piso.

Comienza a lamerle los pezones mientras estaba encima de él.  Vuelve a pasar la mano por entre las piernas de Mario... pero nada.

Eso avergüenza a cualquier hombre.

--Espera, vamos a la ducha -le dice él.   Ella sonríe y va tras y lo sigue.

La chica estaba completamente desnuda.  A Mario le excitaba demasiado hacer el amor bajo el agua así que pensó que eso iba a reanimar a su miembro viril.   Bebió de los pechos de la mujer mientras hundía los dedos en la intimidad de su sexo.  Ella no podía más... estaba demasiado excitada.  Gemía de placer al sentir el roce de los dedos de Mario, pero eso no era lo que ella quería... deseaba meter en su boca el miembro que imaginaba sería espectacular, así que bajó lentamente por el vientre, las caderas y buscó lo que no pudo encontrar.

Entonces él se enfureció consigo mismo.

--Será mejor que te vistas y espérame en la recepción -le ordena mientras comienza a ducharse

Ella obedeció en silencio.

Casi media hora después Mario llegó hasta donde lo esperaba la chica.

--Espero que esto compre tu silencio -le dice al tiempo que le entrega un abultado sobre.

Ella lo abre y casi los ojos le salen volando desorbitados.

--Wooooowwww, jamás había visto tantos billetes de cien dólares juntos. Con esto compras no solo mi silencio sino mi fidelidad y vida.  O si quieres que pierda la memora, la pierdo -guarda el sobre en su bolso.

--Ni una palabra de esto a nadie, ¿entendiste?

--¿Quién eres? -le pregunta la chica poniendo cara de sorpresa- No te conozco.

Luego se retira del hotel.

"soy un imbécil"  piensa Mario mientras se dirige al estacionamiento para ir por su coche.

Llega hasta su bar y entra.   Eran casi las 5 de la madrugada. Suponía que todos dormían.

Notó que en su oficina estaba la luz encendida pero no le dio importancia.

El cansancio se estaba apoderando de él, ya eran muchas horas despierto, el día había sido largo y agotador.  Entonces decide ir a su habitación a descansar.

Pero....

Nunca se imaginó lo que le esperaba en su cama....



Mario y... ValentinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora