diez

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Lulú tenía todo preparado en su apartamento para cambiar de apariencia a Salomón.  Un tinte para el cabello color plata, un sombrero viejo, un bastón y otras cosas más que aparentaban al hombre parecer un viejo.

--Estás más que listo... ja ja ja... esta noche serás mi abuelo -dice ella riendo a carcajadas.

Él miraba su apariencia en el espejo y tenía que reconocer que la mujer había hecho un buen trabajo.

--¿Es muy lejos la casa de Mario? 

--No.  Tal vez nos llevemos 20 minutos en el coche.

--Muy bien, vamos -ordena Salomón.

Estaban en el quinto piso.  Decidieron bajar por las escaleras.  Al llegar a la calle una mujer le preguntó a Lulú.

--Señora Dalilha, disculpe... 

Lulú se hizo la disimulada y siguió caminando junto con Salomón.

--Señora, espere...

--Buenas noches, qué se le ofrece? -la malhumorada Lulú no tuvo más remedio que contestar el saludo.

--Perdón que la interrumpa, pero es que deseo saber si ya no necesita que le lave su ropa... es que necesito dinero, ya sabe... mi hija necesita cosas... y... bueno yo pensé que...

--Mañana hablamos, señora... yo la busco.

Salomón acomodó un poco las gafas que usaba en su disfraz para mirar disimuladamente a la mujer... sus ojos se le hicieron familiares pero ella ni cuenta se dio de la mirada del "viejo".

--Y esa quién es? -pregunta extrañado a Lulú..

--La vecina del 405.  La ocupaba para que me lavara la ropa y en dos ocasiones entró al apartamento a limpiar un poco.  Es una muerta de hambre.

Siguieron caminando hasta llegar al coche y luego iniciaron el viaje hacia la casa de Mario y Valentina.


En poco tiempo aparcaron cerca de un parque.  Lulú sabía que Mario tenía custodios vigilando a su familia así que tenía que tomar precauciones, no podían acercarse mucho.

Eran las 9 de la noche cuando comenzaron a caminar por las calles aledañas a su objetivo.

--No me has contado cómo lograste escapar del manicomio, "hijita"... -inicia la plática Salomón quien caminaba a paso lento ayudado de un lado del brazo de Lulú y del otro lado por un bastón.

--Es una larga historia, "abuelo", ja ja ja.

--Estúpida -se enfada- cuéntame esa larga historia.  Caminaremos a paso lento así que tienes tiempo de contar y sirve que nos vamos acoplando a los personajes.

--Pues para empezar te diré que no estoy loca y nunca lo estuve...  Inventé la locura para evitar la cárcel y me funcionó muy bien.  En el psiquiátrico me recibieron muy mal, me medicaron mucho y siempre andaba atontada pero siempre tuve conciencia de lo que me hacían.  No sabes la cantidad de veces que me violaron los enfermeros y enfermeras -hace una pausa por unos minutos como si su mente viajara al pasado y trajera con el recuerdo todo el dolor y el odio que sintió en esa época-.   Después de un tiempo conocí a Mauricio y me di cuenta que se enamoró de mí.  Él me contó que habían cambiado de administración en el psiquiátrico.  Y era verdad,  los empleados ya no eran los mismos.  Él me dijo que hasta al director lo habían cambiado.  Entonces ideé un plan para que Mauricio me ayudara a salir de ahí.

--¿Qué hiciste? -Salomón estaba muy interesado en el relato.

--Mauricio era muy inteligente y sabía muchas cosas en cuanto a informática.  Le pedí que me consiguiera una Laptop y así lo hizo.  Trabajamos duro para conseguir la conexión de la lap al sistema central del psiquiátrico... pero al final lo logramos.   Entramos a la base de datos de todos los internos y... vualá.... ahí estaba mi nombre, mi historial... todo lo mío -hubo silencio de nuevo por un momento- esos desgraciados me iban a tener interna toda mi vida y yo no iba a permitirlo.

Mario y... ValentinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora