cuarenta y uno

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Las chicas salieron despavoridas de la oficina de Mario incrédulas de lo que acababan de oír.  No sabían si ponerse a ensayar o comenzar a vestirse para las actuaciones de ese martes por la noche.  Todas se quedaron en las escaleras que dan a sus habitaciones, murmuraban todas a la vez cuando alguien pasó por en medio de ellas abriendo paso... era el jefe.

--Alguna de ustedes ha visto a Valentina?  -preguntó sin dirigirse a nadie en particular.

--Yo la vi en su cama -dijo Melissa.

Mario no respondió agradeciendo la información de la chica, tan solo subió por las escaleras buscando su objetivo.

Abrió la puerta y la encontró recostada en la cama, dormida.  Notó que en uno de sus tobillos tenía una venda que le cubría hasta la mitad del pie. Llevaba puesto un pantalón rosa y una blusa negra que dejaba ver sus hombros.  El cabello descansaba sobre sus pechos y su vientre, los cuales subían y bajaban al ritmo de su respiración.   Se le quedó mirando un momento pensando en la traición. Vaaa... pero cuál traición si ellos no eran nada.  Ella no le pertenecía. Al menos eso era lo que él creía.  Respiró hondo y se acercó a la cama

--Vamos, levántate, floja, esta noche tienes presentación -le dijo halándola del brazo tan fuerte que quedó de pie junto a él.

El susto que se llevó fue tan grande que miraba a Mario con ojos desorbitados.

--Señor, qué pasa? -fue lo que dijo ella con los brazos cruzados como protegiéndose de su atacante.

--¿Qué qué pasa, dices?, espera -Mario caminó hacia la puerta y la abrió intempestivamente.  Ahí estaban algunas de las chicas tratando de escuchar.  Se sorprendieron mucho al verlo.

--Lárguense de aquí.  Váyanse a arreglar para esta noche -les ordenó.

--Mario, pero es que tenemos que ducharnos, éstas son nuestras habitaciones -contestó Walkiria.

--Te dirijes a mí como jefe o señor Murillo, ¿entendiste?

--Sí, Mario.. digo.. sí ... jefe.

Mario se quedó pensativo por un momento, luego les dijo que podían entrar y que las quería listas e impecables para el show de esa noche.

Luego se acercó a Valentina y la tomó del brazo

--Tú y yo tenemos qué hablar -le dijo.

--Sí señor, tenemos qué hablar, hay cosas que quisiera explicarle.

--No,  tú no tienes qué explicar nada.  Aquí soy quien da las órdenes, grábatelo muy bien en tu cabecita -le dijo poniéndole un dedo en la frente- y tú sólo obedeces.

--Preparen a Valentina para que haga un número esta noche, ella cerrará el espectáculo -ordenó a las demás.

--Señor, pero aún no estoy bien de mi pié,  aún me duele al apoyar -interviene la monja, pero Mario hace como que no la oye y dirigiéndose de nuevo a las chicas pregunta:

--¿Esta niña sabe cantar?

--Sí, señor, y lo hace muy bien -contestó alguna de ellas.

--Al rededor de las 3 o 4 de la madrugada será la presentación de ella, así que tienen mucho tiempo para prepararla.  Juan David está por llegar.  Que cante "aventurera" en español y pónganle la ropa adecuada. Pero que no se vea tan vulgar, recuerden que mi bar es prestigiado -Mario se dirige a la puerta para irse pero agrega-  Ah... se me olvidaba despedirme de mi prometida -se acerca a Valentina y le da un beso en los labios, luego sale de la habitación.

Valentina se quedó como momia petrificada mirando hacia la puerta.  Se llevó la mano a los labios y luego miró a sus compañeras.

--¿Alguna de ustedes sabe qué pasó?

--¿Acaso tú no lo sabes? -pregunta Lorie.

--No.

--¿Él no te dijo nada?

--¿De qué?

--De la boda.

--¿La boda? ¿Cuál boda? -Valentina no entendía una palabra.

--El sábado te casas con Mario -afirmó Lorie.

Algunas de las chicas ya habían comenzado a ducharse cuando entra Mario con un vestido en la mano.  Lo deja en la cama y le dice a su prometida:

--Esto es lo que usarás para tu presentación.   Y tu cabello irá todo recogido en un peinado elegante con un adorno rojo.

--¿El sábado me casaré con usted? -pregunta nerviosa Valentina.

--Ah, veo que ya estás enterada -le dice mostrando cierto desinterés en el tema.

--¿Por qué vamos a casarnos? -la chica no entendía nada, estaba aturdida.

--Porque así lo ordeno yo y porque así está establecido en el contrato que firmaste ¿acaso ya no te acuerdas? -Mario sonreía cínicamente.

--Pero lo de Lanz... es que no entiendo su actitud, señor,  necesito explicarle lo de ese hombre -Valentina estaba muy angustiada pero en el fondo estaba contenta por la boda.

--No hay nada qué explicar.  Tú asumiste la responsabilidad de la deuda de tu padre y ahora debes cumplir. Y ahora tengo que irme, nos vemos esta noche, preciosa -le dice dándole otro beso en la boca pero ahora fue un beso largo y profundo, de esos que te dejan sin aliento. Luego se fue.

Todo fue silencio por un momento.






Mario y... ValentinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora