No había nada que animara a Mario en esa fresca noche en la playa de México. Recostado en la arena mirando al cielo pensaba en Valentina, recordaba sus grandes e inocentes ojos.
Algunas chicas que pasaban junto a él se le insinuaban pero al contrario de otras ocasiones en las que de inmediato las invitaba una bebida, ahora solo las miraba sin demostrar ganas ni de hablarles.
"Valentina, Valentina, Valentina... ¿pero qué me has hecho niña? ¿es que no te me vas a salir de mis pensamientos jamás? pensaba Mario.
Y así sin más, decidió que ya era tiempo de volver a San Francisco. Dispuesto a buscar a la chica y pedirle que se case con él. Le suplicaría lo que fuera necesario.
Se levantó y se dirigió al hotel; buscó al fiel empleado para que le consiguiera boleto de avión. Pensaba viajar lo antes posible.
Mientras tanto en el bar las chicas estaban a mitad de sus actuaciones.
Irwing Lanz estaba de visita esa noche...buscaba con la mirada a Savannah pero no la veía por ningún lado así que decidió llamar a Salomón para preguntarle.--Hey...Salomón... ¿Donde está Savannah?
--Ya no trabaja aquí -le contesta desinteresado Salomón.
Los ojos de Irwing casi se salen de sus órbitas cuando oyó aquella respuesta.
--¿Cómo dices? ¿Pero qué ha pasado? ¿Renunció o la han despedido?
--Pareces muy interesado en esa chica.... ¿Por qué? -pregunta Salo mirando a Lanz achicando los ojos.
Lanz tuvo que controlarse y pensar en cada palabra que saliera de su boca.
--Bueno... La chica es interesante...muy diferente a las otras. De hecho muy diferente a todas las que has tenido aquí trabajando -le contesta y luego da una fumada a su cigarrillo para después continuar- y la verdad en la cama cumplió todas mis expectativas.
--Mmmmm.... Pues la chica ya no está en el área de baile. El otro día tuvo un pequeño incidente en un ensayo y la tuve que cambiar de lugar de trabajo pero solo será por un tiempo.
--¿Ah sí? ¿Y dónde está ahora? -la pregunta de Irwing no podía ocultar el interés en la chica.
--En la oficina... Tiene trabajando ahí casi desde que se acostó contigo -Salomón mintió y Lanz lo sabía porque había estado en contacto con la monja casi todos los días después de aquella noche y ella no le había dicho nada de que la hubieran cambiado de lugar de trabajo y mucho menos de lo del accidente laboral.
--Ah, vale. Entonces supongo que no estará disponible para mí esta noche... ¿verdad?
Salomón se pone de pié invitando a Lanz a caminar hacia la oficina. El hombre se levanta también y en su cara se dibuja una sonrisa.
--Me encanta lo bien que me tratan en este lugar.
--Te lo mereces.... Siempre y cuando tu billetera venga por delante...
--Sabes que sí.
Se dirigen a la oficina caminando entre las mesas ocupadas por otros clientes. La música no paraba de sonar mientas una de las jóvenes bailaba y otra de ellas tocaba un violín. Las actuaciones eran siempre muy exquisitas.
Valentina estaba sentada en una silla frente a un monitor. Sus manos tecleaban números y más números. Llevaba dos días trabajando en algo que Salomón le encargó y ya le había entendido casi a todo, excepto en algunos números que no cuadraban. Pero eso ya lo hablaría con él al siguiente día. Por ahora se encontraba agotada y lo único que deseaba era irse a descansar. En eso se abre la puerta y ella da un salto.
--¿Qué pasa, Savanna....porqué tan nerviosa? -le pregunta cínicamente Salomón.
Tras de él entra Irwing, quien siente un gusto enorme de ver a Savannah a la que le dirige una pequeña sonrisa y un saludo.
--Hola, hermosa. ¿Cómo estás? Me dijo Salomón que tuviste un pequeño accidente. ¿Cuándo fue eso?
Valentina iba a contestar pero Salomón la interrumpió hablando por ella.
--Al siguiente día de que ustedes estuvieron solos en la habitación de Mario... ¿no es así, Savannah? -dice mientras presiona el hombro izquierdo de la monja disimuladamente al colocarse tras ella.
Valentina mira a Lanz y dice:
--Sí. Es verdad.
Lanz se da cuenta de la actitud de la joven y sabe que la están obligando a mentir. Entonces trata de suavizar la situación diciendo:
--Mmmmmm... ¿Podrías acompañarme, Savannah?
La monja mira a Salo y éste contesta nuevamente por ella.
--Claro que puede acompañarte. Anda, mujer, levántante y ve a arreglarte un poco para el cliente.
--Pero es que... -reclama ella mirando a Salomón.
--Nada, nada -dice éste- he dicho que te vayas a arreglar para Lanz. Anda... muévete chica... -le dice dándole un pequeño empujón.
Valentina llevaba puesto un conjunto deportivo color azul claro. Y el cabello recogido en una coleta alta. Como siempre no llevaba nada de maquillaje y se veía pálida y demacrada. Las horas frente al monitor estaban cobrando factura en ella además de que había perdido el apetito.
--Está bien; solo dejáme apagar la computadora.
--Oh no... así dejalo. Eso lo hago yo -le ordena Salomón ya impaciente por cobrarle a Lanz los servicios de la chica.
Antes que ella saliera de la habitación, Salo le indicó que después de arreglarse se dirija a la habitación de Mario donde la estaría esperando Irwing.
--Excelente... no sé cómo agradecerte lo que haces por mí. Me siento verdaderamente afortunado del trato que me dan en este lugar -le dice Lanz a Salomón a quien los ojos le brillaban mientras tomaba los muchos billetes que el hombre puso en sus manos.
--Ojalá todos los clientes fueran como tú.
--Yo diría que ojalá todas tus chicas fueran como Savannah -le contesta con una sonrisa y sale de la oficina para dirigirse a la habitación de Mario para esperar a Valentina.
En cuanto Lanz sale de la oficina, Salomón se dirige al monitor y revisa el trabajo que estaba haciendo la monja. Casi de inmediato entra Lulú.
--¿Cómo va? -pregunta ella.
--De maravilla. Ya sabes lo que tienes qué hacer -le dice cediéndole el lugar frente al monitor.
Lulú comienza a teclear mientras Salo se va revisar cómo van las actuaciones de las otras chicas.
Mientras tanto lejos de ahí Mario recibe un mensaje en su móvil avisándole que su vuelo sale al día siguiente a las 8:00 A.M. Eran las 11 de la noche y no podía conciliar el sueño.
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Mario y... Valentina
RomanceMario es un hombre muy atractivo e inmensamente rico pero sin sentimientos. Para él todo son sus negocios, dinero, dinero y más dinero... Hasta que conoció a la pequeña Valentina y sin saberlo le cambió la vida.