cincuenta y cuatro

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--Los planes van de maravilla, Salomón -sonreía Lulú por teléfono.

--¿En serio? ¿Cómo vas con las transacciones?

--El 70% del efectivo está en mis manos -responde ella.

--En "nuestras" manos -aclara Salomón arrastrando la palabra nuestras- Creo que es hora de irnos del país. Yo también tengo suficiente efectivo en mis cuentas. No en vano le he estado manejando algunos negocios a Mario.

--Por supuesto que no... Si no puedo tener los pasivos, por lo menos quiero el efectivo. Todo. Mi abuela era una vieja necia, solo a ella se le ocurre darle la herencia a un desconocido. Y yo qué? Por derecho de sangre, todo me pertenece a mí desde que murió mi madre, hace un año.

--Eres necia, Mary Lou, pero ni pienses que te vas a quedar con todo. Recuerda que si no compartes conmigo, te mueres -puntualizó.

--Ok, ok... Oye... tengo qué contarte una cosa... Erick se enteró que no estoy embarazada.

--Mmmmm... ¿y eso en qué te afecta? Nunca he entendido por qué inventaste lo del embarazo. Tú eres bonita y te hubiéramos dado trabajo de bailarina. No tenías por qué mentir tanto.

--Porque de bailarina no hubiera tenido acceso a la oficina de Mario. Por eso acepté el trabajo de limpieza y cuando él quiso despedirme en aquella ocasión, ¿te acuerdas?... pues inventé lo del embarazo. Pero no viene al caso ahora. Y en realidad, ni siquiera importa que Erick lo sepa pues Mario está en la cárcel y ahí se quedará por mucho tiempo. Y mientras yo tenga acceso a sus negocios.... Seguiré con los planes... ¿entiendes?

--Haz como quieras, chica. Te tengo que dejar. Adiós. -sin más, Salomón colgó e inició otra conversación con dos bellas chicas asustadas.

--No tengan miedo, "señoritas" -sonreía cínicamente.

--Tienes que dejarnos ir, Salomón. Te meterás en problemas si nos mantienes aquí -le advirtió Melinda.

Sí, Melinda... la misma que fue a acompañar a Valentina a casa de su padre. Las dos estaban encerradas en el estudio de Altamirano.

--Ustedes solas llegaron aquí; yo no las traje... recuerden eso, por favor -Salomón no tenía ningún plan con ellas.

Llegaron de sorpresa a la casa que era del Lic. Altamirano y que éste, sin saber que Mario había roto los pagarés, pensó que ya no era suya. Entonces Salomón aprovecha la oportunidad y le ofrece una cantidad mísera de dólares por la casa "endeudada" y Altamirano le cede la propiedad. Entonces, desde unos días antes de la muerte del Licenciado, la casa ya era de Salomón, legalmente.

Por supuesto que el hombre no les dio explicaciones de esto a las chicas. Pero no quería que ese asunto llegara a oídos de Mario así que decidió mantener a las dos chicas encerradas.

El estudio solo tenía una puerta y varias ventanas pequeñas, por donde no cabía una persona. El lugar era perfecto para que no pudieran escapar.

--No quiero que hagan absolutamente nada de ruido. No gritos ni lloriqueos o me veré en la necesidad de amarrarlas y ponerles un tapón en la boca. -les sugirió arrancando el cable del teléfono para dejarlas incomunicadas. Él sabía que las chicas no podían usar celular, así que por eso no se preocupó... y en efecto, ellas no traían celular.

Luego cerró la puerta y se dejó caer resbalándose por la pared del estudio. Ahí estaba sentado con las manos cubriéndose la cara pensando.

"Esto no se me va a salir de las manos. Tan solo se quedarán encerradas por unos días, tal vez 5 o 6 días. Luego me iré del país. La estúpida de Lulú está haciendo muy buen trabajo... lo que no sabe es que todo lo está transfiriendo a mis cuentas. Es lista la chica pero a la vez tan estúpida"

Mario y... ValentinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora