treinta y cuatro

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Irwing se vistió y salió del Bar sin hacer caso a las palabras de Salomón quien de inmediato fue a buscar a Valentina... estaba furioso. Pero ella ya no estaba ahí.  De camino al dormitorio de las chicas se topó con Lulú quien le dijo que la monja estaba en la oficina de Mario.

--¿Y qué está haciendo ahí? -pregunta él.

--No sé pero ¿no crees que el hecho de que haya entrado ahí nos conviene?-le sonríe ella.

Él le devuelve la sonrisa maliciosamente dándole la razón a la chica. Y ella continúa diciéndole:

--Yo creo que lo mejor es que algunas de las bailarinas se den cuenta que la monja está en la oficina.  Necesitamos evidencia de ello. 

Y así lo hicieron... Salomón ordenó a Doris y a Melinda que buscaran a Valentina... después de un rato buscándola la vieron salir de la oficina de Mario.  Le preguntaron qué era lo que hacía en ese lugar y ella no supo qué contestar... No podía decir que estaba enamorada de él y que lo extrañaba.  Además tampoco podía decir nada de lo que había hablado con Irwing así que dijo lo primero coherente que se le ocurrió.

--Estaba buscando mi contrato.

--No creo que Mario guarde ahí los contratos? -le hace la observación Melinda.

--Bueno, date prisa Savannah... Salomón quiere hablar contigo -agrega Doris.

Valentina le dijo a Salomón lo que Irwing le indicó:

--Pasó lo que tenía que pasar. ¿Para eso me llevaste a esa habitación, o no es así? -estaba furiosa por dentro pero Irwing le pidió que se mantuviera tranquila.

--Excelente, muñeca... Parece que eres una niña obediente.

Doris, Melinda y Lulú estaban presentes en la conversación pero calladas.  De pronto llegó Walkiria y se llevó a Lulú a descansar.

--Recuerda que no debes desvelarte... son órdenes del jefe -le dijo Walkiria.

--Es que me aburro en mi habitación y no creo que me pase nada si solo ando por aquí un momento. Pero, bueno, voy a descansar -le contestó Lulú.

Antes de que se retiraran, Salomón aprovechó para hacer la pregunta clave... entre más personas escucharan era mejor para él... y para Lulú.

--Te estuve buscando por todos lados sin éxito alguno...¿dónde te habías metido? -miraba fijamente a Valentina.

--Estaba en la oficina del Sr. Murillo -contesta.

--¿Qué hacías ahí? -Salomón finge extrañeza en su rostro.

--Como verás... yo no estaba al tanto de lo que iba a pasar en esa habitación. Y quise revisar mi contrato para ver si se me había pasado leer alguna cláusula donde estuviera establecido que un cliente tuviera derecho a quitarme la virginidad.... Busqué en el cajón del escritorio donde vi que el Sr. Murillo sacó mi contrato el día que lo firmé pero no había nada.

--Savannah, recuerda que el contrato lo rompiste...-le dijo Melinda.

--Aunque me veas joven e ignorante de la vida me di cuenta que esos papeles solo eran copias.  Supongo que el original debe estar en esa oficina -contesta la monja.

--Efectivamente todos los contratos de las empleadas están en esa oficina, pero no en un cajón del escritorio -interviene Salomón- están bajo llave en la caja fuerte.  Ninguna de ustedes puede tener acceso a ellos. Solamente Mario o yo.

--¿Podrías mostrarme mi contrato, por favor, Salomón? -pide Valentina.

--Tal vez mañana lo haga... Por ahora vayan a descansar.  Yo me encargo de cerrar el bar.

Mario y... ValentinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora