CAP, 30 Lupita

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Playa del Carmen, Cancún, México


Mario llevaba ya seis días en México, había rentado una cabaña en Cuernavaca pero comenzó a sentir la soledad apoderarse de él y aunque pensó en volver al bar no lo hizo y decidió dirigirse al Garden Hotel, en Cancún, uno de sus nueve hoteles en toda la República Mexicana.

Su abogado le recomendó invertir en hoteles en Estados Unidos, México y Europa. Cada día que pasaba aumentaba considerablemente la fortuna de Mario. Tenía innumerables empleados de confianza quienes le llevaban el control de sus propiedades.

Realmente el Bar de Mario era un pasatiempo para él, aunque también le dejaba grandes ganancias por ser un lugar de prestigio.

Era la primera vez que Mario se escondía en uno de sus hoteles puesto que no le gustaba que nadie supiera dónde se encontraba en momentos como ese. En ocasiones anteriores ya se había alojado en ese hotel pero por cuestiones de trabajo y siempre buscaba a Lupita para que lo acompañara.

Nunca necesitó más de tres días para poner en orden sus ideas... realmente ahora no sabía lo que le sucedía... una presión en el pecho lo hacía sentirse inmensamente triste... No dejaba de pensar en Valentina, se imaginaba lo bonito que sería que ella lo quisiera como él la estaba queriendo. Pero luego de pensar eso se sacudía la mente y reaccionaba:

"Que va, yo no siento nada por esa chiquilla... tan solo estoy confundido. Mejor llamaré a Rolando para que me traiga a Lupita... pasearemos por la playa o iremos a bailar, qué sé yo... Mmmmm... o tal vez hagamos el amor hasta el amanecer. Sí... creo que eso me hará sacarme a esa niña de la cabeza"

Dicho esto saltó de la cama y se duchó... luego buscó en su maleta aún sin desempacar algo de ropa pero se dio cuenta que lo poco que traía estaba sucio ya que solo se preparó para tres días a lo máximo. Entonces llamó a Rolando quien en unos pocos minutos ya estaba en la suite de Mario.

--Hola, Rolando... necesito que lleves esto a lavandería -le dice Mario

--¿Para cuándo lo necesita, señor? -pregunta el empleado.

--Dentro de 5 minutos... en lo que me cepillo los dientes y me arreglo el cabello -le dice con una gran sonrisa en la boca- Vaaaa, no te creas... pero tráela lo más rápido posible, no tengo nada qué ponerme -Mario solo estaba cubierto con una toalla de la cintura para abajo- Ahhhh, y llama a Lupita, por favor.

--Sí, señor, enseguida. Regreso en un momento.

--Hey, también tráeme algo para desayunar, por favor.

--Sí, señor. -le responde el hombre al tiempo que sale de la habitación.

Mario se sentía entusiasmado... "pobre Mario", pensaba que olvidaría a Valentina tan fácilmente.


La ropa y el desayuno llegaron al mismo tiempo por medio de una camarera. Al mediodía salió a la calle a dar un paseo pues Rolando le dijo que Lupita no se encontraba en la ciudad y que llegaría hasta el día siguiente por la mañana. Entonces decidió salir a divertirse sólo.

No quiso utilizar uno de los autos del hotel, prefirió caminar. Decidió comprar ropa, zapatos... en fin... cosas personales. Además de comprarle a Lupita un carísimo collar de perlas. Ella siempre había estado enamorada de él y él lo sabía pero la relación que llevaban era solo de trabajo... ella le enseñó a hablar español y lo acompañaba a recorrer el país para ver dónde adquirir otro hotel. Y aunque era muy hermosa él no se sentía atraído por ella.

El siguiente día llegó y con él, Lupita. Se saludaron como de costumbre, sólo que ahora él la recibió con el regalo que le compró.

--¿Y esto? -le dice ella con la caja en las manos.

--Es para ti. Ábrelo... me gustaría que lo usaras esta noche.

Lupita abre la caja y los ojos se le querían salir de sus órbitas.

--Esto debió costarle mucho, señor.

--Deja de decirme señor... de ahora en adelante soy Mario para ti.

--Pero señor... yo no puedo...

--Calla, mujer... a ver... déjame ponerte el collar .

Las perlas tan blancas hacían contraste con la piel morena de la chica. Iba vestida en un traje sastre... falda y saco en color celeste. Era una mujer de 28 años. Estudió administración de empresas con mucho sacrificio de sus padres, oriundos de Naranjos, Veracruz. Llegaron a vivir a Cancún cuando ella tenía 5 años motivados por un amigo del padre de Lupita, que les dijo que acá había trabajo, lo cual resultó negativo. La niña y sus 3 hermanitos recogían piedras, corales y lo que se encontraran en la orilla de la playa... luego lo vendían a los turistas.

Lupita era una buena mujer... conoció a Mario 8 años atrás cuando ella llegó al hotel a pedir trabajo. Precisamente él estaba en lo de la negociación de la compra del lugar y no entendía nada el español. La persona que estaba de traductor no le explicaba bien las cosas a Mario.

Lupita escuchaba desde el lugar donde la tenían esperando para entrar a una entrevista. Se armó de valor y se acercó a Mario. Hablándole en inglés le dijo que su traductor no le estaba diciendo las frases completas de los empresarios mexicanos. Y así fue como ella consiguió trabajo en el departamento de Recursos Humanos, aunque los primeros meses fue acompañante inseparable de Mario. Confiaba en ella más que a nadie.

--Gracias, señor. El collar es precioso -le dice ella y luego se lo quita para guardarlo.

--Ahora te lo quitas pero esta noche lo lucirás para mí -le sonríe Mario al decirle esto.

--No entiendo, señor.

--Se dice: "No entiendo, Mario".

La joven sonríe y agacha la cabeza, apenada.

--Ya verás, Lupita. Nos divertiremos mucho.







Mario y... ValentinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora