Capítulo 17

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~Narrado por Brian~


Habían pasado cerca de cuatro semanas desde el día que... Bueno, eso. No podía ni recordarlo sin que me doliera.


Yo seguía igual: aunque ya me había recuperado considerablemente de las heridas, estaba muy deprimido. No salía de mi casa si no fuera porque Freddie, John y a veces Hazel aparecían para sacarme a dar una vuelta, o simplemente a hacerme compañía. Admito que eso me ayudaba un poco. Papá también pasaba más tiempo conmigo, y yo trataba de pasar mucho tiempo en el taller trabajando para no pensar en lo miserable que era mi vida.


Como dije, me encontraba muy, muy deprimido. No podía pensar en ella sin que se me llenaran los ojos de lágrimas. No podía escuchar música sin recordarla, ni usar la ropa que a ella le gustaba que usara, ni nada, absolutamente nada que se relacionara con esa chica. Y, por supuesto, nadie decía su nombre frente a mí, ni yo lo pensaba siquiera.


La psicóloga acudía a mi casa de buena gana, luego de que mi papá la hubiera llamado en los primeros días para explicar que yo no me aparecía en su consultorio por estar en cama lamentándome todo el día. De modo que la Dra. York iba a mi casa a darme la consulta ahí. Quizá era por ver el estado de nuestra vivienda o qué sé yo, pero no aceptaba que papá le pagara por sus servicios, y eso de atenderme no era fácil. Según la Dra. York, quizás la separación me estaba hiriendo tan profundo porque "ella" era la única mujer en mi vida, y todo su afecto me recordaba al de mi mamá... Por cierto, últimamente había pensado mucho en mi mamá. Aún recordaba como olía, y lo seguro que me sentía cuando ella me abrazaba, a pesar de que ya eran 12 años desde que falleció. Sabía que a ella no le gustaría verme así... Aunque, si mamá estuviera conmigo, estoy seguro de que me habría dicho como llevar esta situación desde el principio.


Sea como fuere, estaba deprimido, casi no comía ni dormía, me la pasaba pensando. Eso sí, por mucho que me doliera no ver a... ella, no tenía intención de molestarla. Ya había pasado tiempo, y si ella no me había llamado ni nada, era porque estaba muy bien sin mí. Y yo no tenía ninguna intención de arruinar eso.


Era de tarde, y estaba en esos momentos cuando me tiraba en mi cama y no quería ver a nadie. Tenía la cara en la almohada y estaba llorando en silencio, para variar. Uno pensaría que era ridículo que un hombre llorara por esto. Y sí, era ridículo, pero como yo no era un hombre propiamente dicho aún, ¿A quién le importaba?


Estaba tratando de seguir mi terapia: hacer como si ella nunca hubiera existido. Pero no me funcionaba del todo aún. De hecho, tratar de borrarla de mi mente solo me hacía recordarla más, lo cual me hacía recostarme en mi cama a llorar.


En eso, Freddie entró en mi habitación como si nada. Ya me había acostumbrado, y él también, puesto que a veces no tenía ganas ni de levantarme a abrir la puerta cuando tocaban.


-Hey Bri-saludó


-Hey Fred-respondí


-¿Otra vez llorando, querido?


-Ya sabes...


Freddie se sentó junto a mí, y yo me incorporé. Él me miró y observó:


-No has comido bien, ¿Verdad?


-¿Por qué?


-Luces... Desinflado


-Si como... A veces


-Brian, esto es estúpido


-Ya sé... Pero es que...


-¡Entiende que Stefani no vale la pena para que te pongas así!


-¡No digas su nombre, joder!


Me dejé caer en la cama y empecé a llorar. El nombre resonaba en mi mente como una estruendosa campana.

Yoü And IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora