ADVERTENCIA: preparen kleenex. Bueno, quizás no. Es que últimamente con todo lloro :'v comentario si lloras (๑・ิω・ิ)っ
~Narrado por Brian~
Maldita sea, de verdad, no puedo creer que esto pasara justo ahora. Faltaba un mes, ¡un mes, un mes, joder! Esto no puede ser bueno, simplemente no. En el calor del momento, a Jo no le importó que viniera con ellos en su auto. De hecho, creo que había sido lo ideal, porque Stef no había soltado mi mano en todo el camino, digo, lo que es inesperado considerando que dijo que ya no éramos nada. Sus gritos de dolor todavía taladraban mi cabeza, estaba tan nervioso que sentía que iba a vomitar de un momento a otro.
Estaba hecho un ovillo en una silla, del otro lado del pasillo en donde estaban Jo y Hazel. Habían encamado a Stefani en cuanto llegamos, y aún no nos decían si esto iba en serio o no. Estaba tan preocupado que apenas notaba el dolor en mi nariz. Cuando entramos al hospital, habían insistido en atender el profundo sangrado que emanaba de mi nariz, pero creo que es más correcto decir que me obligaron a hacerme atender. El dolor de todo mi cuerpo no era nada. En este momento no me importa nada más que ver a la doctora salir para decirme que aún no era tiempo.
Estaba tan asustado de imaginar lo que iba a pasar, que no lo soporté más y corrí al baño a vomitar. Al terminar, me lavé la cara con cuidado, y vi mi reflejo. Tenía la nariz un poco torcida hacia la izquierda, y de un ligero tono morado. Estaba tan pálido que parecía un muerto, tenía sangre seca en el bigote y la barba, y para finalizar ese aspecto de zombie, mi camiseta también estaba manchada de sangre y mi cabello estaba más despeinado que nunca. Recordé lo de los trocitos de dientes que creí escupir, y revisé. Efectivamente, me faltaba la mitad del incisivo que estaba junto a mi colmillo izquierdo, y hasta ahora me daba cuenta de lo mucho que me dolía la boca también, y de que aún sentía un sabor a sangre.
Salí del baño, y de inmediato, Jo me tomó firmemente de la camiseta y me estampó contra la pared.
-Escúchame bien, animal-dijo, con un tono de voz que parecía ser un loco-Si algo le pasa a mi hermana por tu culpa...
-¿Mi culpa?-exclamé-Pero...
-¡Tú fuiste quien la metió en este asunto!
-Ella estará bien... Yo lo sé
-Más de vale, porque si no...
Hizo ademán de prepararse para soltarme otro golpe en la cara, pero en ese momento se escuchó desde el otro lado del pasillo:
-¡Joseph!
Nos volvimos. La Sra. Germanotta venía hacia nosotros. Jo me soltó con violencia antes de separarse de mí, y me lanzó una mirada asesina. Me froté el pecho, en el sitio donde Jo me había empujado, y volví a mi silla. Escuché murmullos de las personas del otro lado del pasillo, pero no podía entender qué decían. Tenía que calmarme, Stefani va a estar bien. Falta un mes aún, esto es sólo una falsa alarma, ya lo sé...
Sentí que un par de lágrimas rodaban por mis mejillas, y al secármelas sentí un dolor punzante. Merecía este dolor, incluso más...
De pronto, sentí que alguien se sentó junto a mí. Me volví, pero al ver a la Sra. Germanotta, bajé la vista de nuevo, avergonzado.
-¿Te encuentras bien?-me preguntó, con voz suave y cariñosa... Voz de mamá, digamos. No lo sé, hace años que no sé cómo es eso...
Asentí despacio. La Sra. Germanotta me pasó la mano por la espalda, y aseguró:
-Stefani va a estar bien, ya lo verás. Tranquilo.
Quería decir algo. Quería hacerle saber lo mucho que lamentaba poner a su hija en esta situación. De verdad, quería hacerlo. Pero no podía ni verla a la cara.
-Oye...-insistió, obligándome a mirarla. Me atreví a verla de frente al fin-No te sientas culpable, ¿ok? Este momento iba a llegar. Ella va a estar muy bien, y los dos van a cuidar a los pequeños
Asentí. La Sra. Germanotta me apartó el cabello de la cara. Lucía algo preocupada al ver mis heridas, pero no hizo comentarios.
-¿No quieres que le llame a alguien por ti?-preguntó
Negué con la cabeza.
-¿A tus padres...?-insistió
-Mamá falleció hace mucho-respondí al fin, con voz ronca-Y papá me echó de la casa
La Sra. Germanotta me observó un par de segundos, y luego me abrazó. Por unos segundos, sentí como si fuera mi madre y no mi suegra la que me estaba consolando en ese momento, y eso sólo sirvió para que rompiera a llorar, aunque traté de disimularlo.
Cuando me soltó, vi que ella tenía los ojos humedecidos también. Tomó mi cara entre sus manos y me dijo:
-No estás solo, ¿entiendes? Sé que no es lo mismo sin tus papás aquí, pero no estás solo.
Asentí, mientras la madre de Stef me daba un beso en la frente. Sólo puedo pensar que ella se pasa de buena persona, más aún después del asco de sujeto que he sido con su hija.
-¿Entonces quisieras llamar a un amigo o...?
-Estoy bien por ahora, muchas gracias
Apenas terminé la palabra "gracias" cuando la puerta del quirófano se abrió. La doctora que siempre nos atendía nos vio y dijo:
-Se rompió la fuente. Vamos a entrar a trabajo de parto.
En ese momento, sentí que el mundo se venía abajo. Me quedé ahí, con la mirada perdida. Incluso dejé de escuchar. Vi que movían los labios, pero no entiendo ni una palabra de lo que dicen...
-¡Vamos!-exclamó la Sra. Germanotta, zarandeándome por el hombro.
La miré sin entender.
-¡Entra ahí, vamos!
Me puse de pie, y dejé que la doctora me arrastrara al quirófano. No fue hasta que me estaba poniendo la ropa estéril que caí en cuenta de lo que pasaba: ¡Los bebés ya iban a nacer, maldita sea! ¿Qué demonios iba a hacer aquí? ¡Joder!
-¿Seguro estás bien?-preguntó la doctora.
Asentí, mientras recogía mi cabello.
-Escucha... No sé si entiendas lo peligroso de la situación. Es un parto doble, prematuro, y tu novia tiene 19 años. No quiero asustarte, pero... Debes pensar que, si las cosas se complican, vas a tener que elegir entre ella o los bebés
Dejé de respirar unos segundos... ¡Mierda! Ella dijo que a los niños, pero... Sé que si llega el momento, la elegiría a ella sin pensarlo, así me gane su odio por el resto de nuestras vidas.
-Piénsalo-insistió la doctora-¿Estás listo?
Asentí. Me tomó del hombro y me llevó a la sala de partos.
Oh, maldita sea, estaba viendo enfermeras correr de un lado a otro, doctores, doctoras… Y Stefani en la camilla. Y ya había sangre en las sábanas. Y yo… Bueno, de verdad, es un milagro que aún no me haya desmayado, y eso que todavía no comenzamos.
Corrí junto a Stefani. Ella me miró. Estaba muy, muy pálida, y cubierta de sudor. Respiraba muy agitadamente, lo cual, claro, no me ayudó de mucho.
-Hey-dije, con un hilo de voz
-Hey-respondió ella, con media sonrisa
La abracé como pude. Ella me devolvió el abrazo, mientras sentía su respiración forzada en mi cuello. Estaba muy caliente, joder, ¿es normal que a una mujer le dé fiebre justo en el momento del parto? Me separé de ella y le di un beso en la frente, sintiendo como su piel casi quemaba mis labios.
-Todo esto… pasará en un rato, ¿verdad?-dije, tomando su mano
-Sí-respondió-Sólo es un rato
Las contracciones empezaron de nuevo, y Stefani apretó mi mano muy fuerte. Estaba demasiado asustado, espero por todos los cielos soportar esto.
-Todo va a estar bien-dije, aunque no estuviera seguro de eso
Hubo una pausa en las contracciones, en la cual, Stef pudo mirarme y decirme:
-¿Ya te había dicho lo mucho que me gusta que te dejes la barba?
Solté una risita nerviosa, y me llevé su mano a los labios.
-Voy a tener a los bebés, Bri-dijo, con la voz jadeante
-Sí, sí… Sólo un rato más
-Viviremos los cuatro juntos, ¿sí? Tú, yo, y los bebés
-Tú… ¿vas a volver conmigo?
No me pudo responder. Las contracciones volvieron, sólo que esta vez, empezó a soltar gritos de dolor. Joder, ¿cómo nos fuimos a meter en este embrollo?
Sé que el mundo a mi alrededor se está moviendo, pero no tengo idea de que pasa. Ahora, sólo existe Stefani frente a mí, y su mano entre la mía. Al menos así fue hasta que escuché decir:
-Es momento. Acaba de dilatar
Stefani seguía teniendo contracciones, y había lágrimas de dolor rodando por sus mejillas. Su mano apretaba tan fuerte a la mía, que sus nudillos estaban blancos.
-Todo listo-dijo la doctora
Una enfermera se me acercó y me dijo:
-Tú sigue apoyando a tu novia
Asentí como un idiota. Lo único que se me ocurrió preguntar fue:
-¿Está bien si sigo tomando su mano?
-Claro. Por favor, no dejes de hacerlo-me respondió la joven
Los gritos de dolor de Stefani estaban volviéndome loco, pero traté de tranquilizarme, le di un beso en la sien y le dije:
-Va a estar bien, todo va a estar bien. Estoy contigo. Vamos, amor…
Le aparté el cabello de la frente. Creo que su temperatura estaba aún más elevada que hace unos minutos.
-Lo harás bien-dije, entre sollozos-Será una nueva vida. Para los cuatro. No importa que pasó antes, todo será… Será un nuevo inicio. Tú puedes, por favor…
Entre los gritos de Stef, las órdenes de la doctora, los pitidos de las máquinas, los murmullos y mis propios pensamientos… Iba a volverme loco.
Pero iba a aguantar. No iba a dejarla sola ahora.
Ni ahora ni nunca.
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Yoü And I
RomanceBrian May es un chico humilde y tímido, con grandes aspiraciones para su futuro. Stefani Germanotta es una rebelde nata cuyo sueño es ser cantante. Cuando ambos se conocen, saben que están dispuestos a estar juntos para siempre, pero ¿y si parece qu...