Capítulo 98

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~Narrado por Brian~

Escuché el disparo, pero no sentí dolor.

Abrí los ojos, y me encontré con el Sr. Germanotta agarrándose el hombro, del que brotaba sangre, y a media docena de policías rodeándolos, todos apuntando con sus armas.

-Las manos donde pueda verlas-ordenó un policía

El Sr. Germanotta levantó ambas manos a la altura de los hombros. Aún estaba vuelto hacia mí, así que pude ver su sonrisa casi divertida. Por lo menos, el arma con la que me había estado apuntando estaba en el piso... ¡Maldita sea! Yo quería esa maldita bala en mi cabeza, joder.

-Joseph Piero Germanotta-dijo el policía, mientras reposaba al aludido-Queda arrestado por secuestro y abuso físico en primer grado

¿Piero? ¿De verdad? Joder, ¿porque nadie me dijo eso antes?

-No tienen ni idea de lo que hacen, ¿verdad?-se burló el Sr. Germanotta

Era obvio que no. Este hombre jamás irá a la cárcel, y si lo hace, viviría como un rey. No tiene sentido, deberían dejar que acabe lo que estaba haciendo. El Sr. Germanotta me lanzó una mirada sarcástica mientras se lo llevaban esposado. Mientras tanto, otro de los policías vino hacía mí, y me quitó los grilletes de las muñecas. En cuando traje mis manos al frente, sentí el dolor de todos estos días encadenado. Tenía las muñecas hechas trizas, como si usara brazaletes de sangre o algo así.

-¿Cómo te llamas, hijo?-preguntó el oficial, cubriéndome la espalda con su propia chaqueta.

-Brian-respondí, hablando entre dientes, sin mirarlo

-Brian, ¿crees que puedas caminar?

Traté de ponerme de pie, pero estuve a punto de caer. El oficial me sostuvo y me ayudó. Tenía las piernas tan entumecidas que apenas podía sostener mi peso.

-Estás a salvo, hijo-aseguró el policía, mientras dábamos pasos cortos-Hay una ambulancia para llevarte al hospital a atender todas esas heridas

Asentí. No podía decirle que no quería que me salvaran, que morir era un deseo propio. Pero bueno. A cada paso que daba, hacía una mueca de dolor, estaba tan desacostumbrado a caminar que siento que de hecho me va a costar trabajo estos días que vienen. No sabía cómo sentirme por esto, tenía ganas de echarme a llorar, pero no sé si es porque estoy feliz de salir de aquí, de rabia porque no pude morir, o de tristeza por Stef.

-Tranquilo-dijo el oficial, mientras me ayudaba a bajar las escaleras-Todo terminó. Ese hombre irá a la cárcel, estarás bien. Probablemente tengas que ir a declarar, pero eso será hasta que te encuentres mejor.

Asentí, concentrándome en no dar un paso en falso que me hiciera caer por la escalera. Umm... Me pregunto si el golpe sería suficiente para matarme...

En cuanto salimos, sentí el frío viento en mi pecho desnudo, así que me ocupé de ponerme bien la chaqueta. Había varias patrullas, y muchos policías, algunos tomando fotos de evidencias y cosas por el estilo. Apenas me había puesto a observar todo con detenimiento, cuando una persona se lanzó sobre mí, casi tirándome al piso.

-¡Sabía que debías estar bien!-exclamó Madison, y me cubrió la cara de besos

Le devolví el abrazo, y cerré los ojos, muy fuerte para poder contener las lágrimas. Bien, seguir vivo valía la pena sólo por este momento, ya que cuando abrí los ojos, vi que Freddie se acercaba corriendo. Madison se separó de mí, y ahora fue Fred quien me dio un abrazo tan fuerte que me dejó totalmente sin aliento.

-Te amo, idiota-dijo, entre sollozos

Otros dos golpes indicaron que John y Roger se habían unido al abrazo, y sentí que Madison me abrazaba por la espalda. Sí, sí valía toda la pena del mundo este momento con ellos.

Yoü And IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora