Capítulo 57

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~Narrado por Brian~


Lo del otro día me había tomado por sorpresa. Que Stefani me pidiera a mí volver era algo que definitivamente no tenía previsto, no cabe duda de que mi novia (que por cierto, me emociona mucho poder llamarla así) era una en un millón, porque, ¿qué tan probable es que sea la chica quien se declare? Eso había sido una cosa, luego, estaba el telescopio. Joder, me consta que esos aparatos son carísimos, y sin embargo, ahí estaba uno, en mi habitación. Luego, habíamos ido a cenar a un restaurante tradicional, y la pasé muy bien con ella. Me encantaba poder hablar de cualquier cosa con Stefani, podía ser yo mismo, incluso me escuchaba cuando me ponía a hablar de astronomía, cosa que muchos no aguantaban de mí. Entre más estoy con ella, más me convence de que es la persona con la que quiero compartir mi vida entera. Lo único reprobable de esa noche fue que no me dejó pagar nada. No es que esté mal o algo, pero es extraño para mí.


El día de ayer estuve trabajando todo el día y no pude verla, pero le había llamado por la noche, y juro que duramos casi dos horas hablando de nada en especial. Y claro, quedamos en vernos hoy, y eso es lo que me había llevado a conducir hasta su casa.


No me importaba nada más que estar con ella, así que fui a la puerta principal, y me importa un carajo si es su padre quien me recibe. Entré al terreno de la casa y llegué al pórtico para tocar la puerta. No esperé mucho cuando la puerta se abrió, pero quien me recibió fue la Sra. Lucciani.


-Buenas tardes-dije, sacándome las manos de los bolsillos-¿Está Stefani en casa?


-Claro que sí, joven Brian-respondió la anciana-La llamaré


-Muchas gracias


-¡Qué gusto que usted y mi niña hayan regresado!-dijo, en voz baja


Me sonrojé un poco y sonreí estúpidamente. La Sra. Lucciani fue a buscar a mi chica.


Minutos después, Stefani apareció. Mi me dio la oportunidad de decir nada, corrió directamente a mí y me besó. Le devolví el beso. Siempre era regocijante sentir el sabor de sus labios.


-Hola, princesa-dije, abrazándola


-¡Amor, qué guapo te ves!-exclamó ella, alejándose un par de pasos para verme


-¿Por qué?


-¡Sólo mírate!


Me encogí de hombros, arqueando las cejas. Me había puesto unos jeans negros, una camisa blanca, suéter de cuello v negro y sobre esto una chaqueta de color café claro. Además, llevaba una gorra ascot del mismo color que la chaqueta sobre mis rizos.


-Es la gorra, ¿no?-dije, medio en broma


-Es... todo


-Creo que nos pusimos de acuerdo...


Ella rio. Vestía un pantalón entubado negro, suéter negro, y un abrigo casi del mismo tono café que el mío. No sé por qué, pero no llevaba ninguno de sus piercings. Me adelante y tomé su mano. Me sonrió, mirándome fijamente.


-Estás tan hermosa como siempre-comenté, agachándome a besar el dorso de su mano


Stef se sonrojó. De verdad, adoro dejarla sin habla.



Horas después, nos encontrábamos en un parque, sentados en la nieve, donde debía haber césped. Nos lanzábamos bolas de nieve. Hacer este tipo de tonterías con ella me encantaba.


Antes, habíamos ido a comer, y de nuevo ella se me adelantó a pagar, alegando que después sería mi turno, aunque dudo que me deje ser yo quien pague así como así, me iba a costar.

Yoü And IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora