Capítulo 80

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~Narrado por Stefani~
Me desperté temprano esa mañana, y lo primero que escuche fueron los ronquidos de Bri, quién seguía profundamente dormido. Ese día, mi chico no tenía que ir a trabajar, por lo que había dado aviso de que iba a dormir un poco más de lo que acostumbraba. A mí eso me parecía perfecto, porque vaya, Brian trabaja demasiado duro, y lo peor del asunto es que no puede estarse quieto aunque fuera un día. Apostaría cualquier cosa a que, en cuanto despierte, va a estar haciendo planes de qué hacer en la carpintería. Es un auténtico adicto al trabajo, y apenas se tomaba tiempo para descansar.
Me senté en la cama, y alcancé una de las camisas de Bri de una silla, poniéndomela. Las camisas de Bri eran mis pijamas favoritas, porque eran enormes y cálidas, además de que tenían impregnado el aroma de él. Me pasé una mano por el pelo y bostecé, antes de volverme a ver a Brian. Estaba acostado de bruces, con la cara vuelta hacia el lado contrario a donde estaba yo, de modo que sólo podía ver el pelo de su nuca, perfectamente recortado en línea recta sobre su cuello. Sonreí para mí misma, y me tumbé hacia un brazo para poder verlo más de cerca. Bri estaba descobijado, y no llevaba nada más que su bóxer con dibujitos de planetas, de modo que su espalda pálida y salpicada de pecas estaba completamente al descubierto. Hundí mis dedos en su cabello, cuya suavidad nunca dejaba de sorprenderme, era como tocar el pelo de un conejo. Tengo que admitir que odié que haya decidido volver al cabello corto, pero no le había dicho nada porque igual se ve muy lindo, aunque quizás saque esto como un reclamo para la próxima vez que me haga enojar. Noté también que algunos mechones de su coronilla eran más largos que el resto, quizá hiciera falta que los recortara, aunque espero no arruinarlo como la vez pasada que le corté el cabello.
Seguí acariciando su pelo, y me incliné a besarlo en la sien. Sonreí para mí de nuevo, y le aparté con cuidado los rizos de la frente. Bri tenía la boca ligeramente abierta, y seguía roncando plácidamente. Seguí dándole pequeños besos en la mejilla, y él ni en cuenta, pero eso era lo que yo pretendía, pues no quería despertarlo aún.
Sé que he estado muy loca últimamente, pero si he de ser sincera, es que me da mucho miedo perder a Bri… Lo digo así porque, por mucho que me doliera, no le perdonaría una infidelidad… aunque claro, siento que estoy exagerando todo. No sé si de verdad tengo motivo para preocuparme, porque sé que puedo confiar en Brian, pero… ¿qué hay de Madison? Ahora estoy segura de que no puedo confiar en ella, y quién sabe, odio admitirlo, pero Bri es alguien muy manipulable y… quien sabe si esa perra le haya hecho hacer “algo”. Bueno, así es como me siento, y está mal porque causo muchísimos problemas entre nosotros sin estar segura de nada, y ni siquiera puedo hablar tranquilamente con él, porque sé que voy a explotar en algún momento, y eso ocasionará otra pelea y… No, ya no quiero eso. Estamos empezando el mes de julio, falta relativamente poco para que los bebés nazcan, no podemos pasar estos meses entre pelea y pelea, pero es que tampoco sé cómo hacer las cosas bien. Brian prometió que iba a dejar de llevarse con Madison, pero no sé… No lo hará, ya sea por él o por ella, pero sé que va a seguir siendo su amigo… Pero no entiendo cómo, después de lo que le dije… Digo, lo lógico sería que ya se diera cuenta de las verdaderas intenciones de Madison, pero… Vaya, siento que hay algo más, algo que Bri me está ocultando, y si es lo que pienso, lo siento mucho, pero es algo que no puedo pasarle por alto…
Solté un gran suspiro, y le di un último beso en la mejilla antes de levantarme de la cama y dirigirme a la cocina. Al abrir la puerta de la habitación, me encontré con Milo, que de inmediato movió la cola y me siguió. Brian ya no lo dejaba entrar, porque Milo seguía queriendo morderlo otra vez, así que optábamos por dejarlo en el pasillo, en un cojín. Aun así, mientras yo estaba en la casa, no se despegaba de mí ni por un momento.
Llegué a la cocina, donde el Sr. May ya estaba sentado en la mesa, leyendo el periódico.
-Buenos días-saludé, entrando a la cocina
-Buenos días, hija-respondió mi suegro-¿Cómo amaneciste?
-Muy bien, gracias, ¿y usted?
-Igual, hija. Siéntate, ¿quieres té?
-Sí, muchas gracias… No se moleste, yo lo hago
Me dediqué a sacar una taza del gabinete y servirme de la tetera. El Sr. May volvió a abrir el periódico, y preguntó distraídamente:
-¿El muchacho sigue dormido?
-Sí… Si presta atención, puede escucharlo roncar
El señor soltó una risita. Me senté frente a él, y soplé un poco en el té para enfriarlo.
-Sabes algo-comentó el Sr. May, sin levantar la vista del periódico-Haz estado algo rara últimamente, ¿va todo bien?
-¿Por qué lo dice?-inquirí
-Bueno, el otro día, mi hijo también estaba algo extraño, y dijo algo de… pedirle perdón a alguien. Creí que se refería a ti, pero dijo que no
-¿Dijo de quién hablaba?
-No, en realidad no. ¿Tú sabes algo de esto?
-Tengo una idea bastante aproximada…
-¿Quisieras hablar de ello?
-Bueno… Es sólo que Brian es amigo de la hija de los Montgomery. Esa chica está en mi clase, y nunca nos hemos llevado bien… pero Bri si se lleva demasiado bien con ella. Soy una exagerada, pero siento que hay algo más ahí, ¿me entiende?
-Sí, entiendo, hija
-Bueno… es eso
-¿Bri qué dice al respecto?
-Dice que no es nada, que es sólo una amiga, pero sé que no es así…
-Mira, Stefani, no me lo tomes a mal, pero el otro día… no pude evitar escuchar que hablabas con alguien por teléfono sobre esto…
-Ah, sí. No se preocupe. A decir verdad, sé que Brian está confundido. No sé si esa chica le guste, pero me preocupa que sea así… ¿tiene sentido?
-Tiene mucho sentido. Debiste decirlo antes, le voy a poner un hasta aquí a ese chico…
-No, no tiene que regañarlo. Estoy algo insegura, es todo…
-Pero tú crees que puede tener algo con esa chica, ¿o no?
-Pues sí… Sí, pero no quisiera… No quiero discutir de nuevo con él
-Ah, ¿entonces han discutido ya por esto?
-No… Bueno, sí… Pero ha sido mi culpa, yo pierdo los estribos y…
-Yo hablaré con él más tarde, ¿ok? No quiero que haga alguna tontería, y si ya la hizo, te juro que se va a enterar…
-Gracias, pero no sea duro con él… Bri siempre trata de llevar la cosa en paz, soy yo quien se altera
-No es para menos, si el muchacho ha estado haciendo tonterías por ahí…
-El problema es que no lo sé
-Bueno, igual hablaré con él, no lo voy a regañar, sólo… que hable
-Muchas gracias, señor
-No es nada. ¿Qué tal te la han hecho pasar mis nietos?
Sonreí, poniendo una mano en mi barriga, y respondí:
-Uff… Me muero porque llegue el día en que salgan
-Créeme, cuando lo hagan, desearás que vuelvan dentro-bromeó el Sr. May
-¿Brian era muy inquieto de bebé?
-Bien… sólo te diré que espero que estos pequeños no sean como él
-¿En serio era inquieto? Porque entonces ya se le quitó…
-Sólo de bebé, luego, siempre fue un niño muy tranquilo y tímido, pero tremendamente listo. También ha sido muy noble desde siempre, el problema es que algunos de sus compañeros se aprovechaban de eso y lo molestaban mucho. Más en la primaria, lo creas o no, Bri era un niño muy bajito
-¿De verdad? ¡Eso sí que no se lo creo!
-De verdad. Cuando cumplió 13 empezó a crecer, y aún no se detiene. Pero sí, era muy pequeño. Su madre nunca habría creído que ese chiquillo fuera ahora un hombre de casi dos metros, ¿eh?
-¿Su esposa era bajita?
-Creo que tenía tu estatura, más o menos
-Usted debe echarla mucho de menos
-Todos los días, hija. No pasa un solo día sin que piense en ella. Me gustaría verla aunque fuera un minuto, para contarle la clase de hombre que es nuestro Brian. Estaría encantada de conocer a los bebés, me la imagino vuelta loca de emoción.
-Quisiera haberla conocido, Brian me ha hablado de ella. Era una gran mujer
-Vaya que sí
En ese momento, Bri apareció, bostezando, llevando sólo su bóxer y una camiseta.
-Brian May, ¿Cuántas veces debo decirte que te pongas zapatos?-lo reprendí
Brian lanzó una mirada a sus pies descalzos e hizo un gesto de restarle importancia. No sé, me desesperaba verlo caminar descalzo por ahí, o quizás fuera que yo estaba acostumbrada a que no me dejaban andar sin zapatos.
-No te molestes, linda-comentó el Sr. May-Su madre se cansaba de pedirle que no anduviera descalzo, y mira…
Brian soltó una risita, me dio un beso, una palmada en el hombro a su padre, y fue a servirse té.
-Creí que dormirías hasta más tarde-dijo el Sr. May
-No puedo dormir tanto, aunque lo intente-contestó Bri, sentándose junto a mí. Me dio un segundo beso y preguntó-: ¿Cómo estás?
-Bien, amor-respondí-¿Y tú?
-También
Pasé mis dedos por el pelo de su costado derecho, pues lo tenía aplastado por dormir de ese lado. Él se frotó los ojos con una mano antes de dar un sorbo a su taza.
-Amor, más tarde voy a emparejarte el pelo de aquí-le informé, acariciando el pelo de su coronilla-Te lo dejaron más largo
-Está bien-respondió él, aún medio dormido-¿Ahorita o…?
-No, en la tarde. Iré a ver a mi hermano al rato
-Está bien. Ah, siento muy extraño no tener que trabajar hoy…
-Pues para que no te sientas mal, vas a ayudarme en la carpintería, ¿Qué tal?-intervino el Sr. May, sonriendo
-Sí… No quiero estar toda la mañana lidiando con Milo
-¿Qué te hace el pobre?-le reproché, fingiendo indignación
Bri me miró, arqueando una ceja. Sonreí y me recargué en su hombro. En realidad, tengo mucho miedo de perderlo…

Yoü And IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora