Apenas termine de comer, iré por un libro a mi habitación. Necesito leer, desestresarme, calmar un momento el enjambre que últimamente está quemándome las neuronas.
—¿sabes lo que necesito?— pregunta un Cárter animado —¡fiesta, chicos!— exclama como si fuese lo más obvio del mundo.
—Cárter, de corazón espero que algún día, luego de amanecer tirado en alguna fiesta, despiertes junto a un travesti de dos metros, ambos desnudos en una cama y que cuando te levantes te duela el trasero al sentarte— era inevitable partirse de la risa al ver las expresiones de terror en la cara de Cárter mientras le contaba lo anterior.
Adrián, por su parte, tiró de carcajadas mientras golpeaba la mesa y su rostro se teñía de rojo. Y es que hubieran visto el tamaño en que se abrieron los ojos de Cárter, también se hubieran cagado de la risa.
Tomé los envoltorios de mi comida, mi botella de jugo de naranja vacía y me levanté de la mesa.
—bien, los veo al rato— me despedí. Ambos asintieron repetidamente.
Fui directo a la salida de la cafetería y cuando pasé junto al basurero que se encontraba ahí, dejé mi basura en su lugar y me fui por el pasillo que lleva a mi dormitorio.
¿Ustedes no han escuchado a algún hombre decir que las mujeres estamos locas? ¿Si? Bueno, yo estoy de acuerdo con ellos. Niñas, chicas, mujeres, ¡aceptenlo! Estamos locas. Aveces nos sentimos de alguna manera y no sabemos porqué, ¿no les parece realmente injusto no saber el motivo de tu sentir?. Repito: las mujeres estamos, pero ¡esperen! Eso no está mal, lo único que esto quiere decir es que somos personas con sentimientos y pensamientos algo rebuscados (aunque no todas son o somos iguales), algo que por lo general, los hombres no. A lo que quiero llegar es a que odio sentirme así. Una chica loca que no sabe lo que está pasando con ella misma.
Suspiro con pesadez y giro la perilla para entrar a mi vivienda. Entro rápidamente en mi pieza y busco el libro que estaba leyendo hace unos días, creo que lo había dejado sobre mi cama. Cuando obtuve mi libro, emprendí mi retirada, no puedo alejarme mucho del auditorio, en cualquier momento pueden anunciar los ganadores. Estaba a un paso de salir cuando mi celular sonó. Visualice el nombre de papá en la pantalla así que contesté:
«Sky, cariño» saludó con su típica voz ronca y cálida.
«hola, papá»
«¿cómo estás, monstruo?» él no cambiaba su manera de hablarme ni aunque lo golpearan en la cabeza.
«bien, algo aturdida y complicada con unas cosas, pero nada que no pueda resolver» seguí con mi trayecto y salí de la habitación.
«si, seguramente has de estar algo atareada con las competencias» ¿atareada? ¡Estoy harta de ellas!.
«ni te imaginas» entré al elevador para descender.
«Sky, yo hablaba para fe-felicitarte por tu buen desempeño en las competencias, en especial hoy cantaste hermoso, cariño» rodé los ojos algo avergonzada, como si pudiera verme.
«gracias papá, no tienes idea de lo que e pasado en este manicomio» me quejé. En realidad habían pasado muuuchas cosas.
«pero sé que has sabido arreglártelas, eres muy inteligente» yo murmuré un no creo muy despacio.
«bien, nos vemos dentro de poco ¡veremos la premiación por el televisor!» se despidió y sin más ni menos colgó.
Resolpe dentro de la caja metálica llamado elevador y la misma, segundos después se abrió.
Salí dando zancadas rápidas con mi libro en manos hacia el auditorio. Cuando llegué al lugar, lo primero que vi fue a mi hermano Lalo tratando de ligar con una pelinegra voluptuosa. Yo le di una mirada de soslayo y logré ver que ella le guiñaba coqueta.
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Una princesa imperfecta.
Teen FictionSky, una chica de 16 años, sin una pizca de delicadeza o feminidad y para colmo de males: es una princesa. Sus padres desean con todo el alma la felicidad y el bienestar de su hija, aunque crean que la felicidad es igual a vestidos incómodos, tacone...