78. Las cosas en la maleta.

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Quería ganar. Ese delicioso trofeo era lo que necesitaba para un tarde llena de películas.

-lo siento, perra. Ese helado será mío- me guiñó la loca de Alexa.

Mi amiga había comprado una mesa de airhockey de segunda, había visto el anuncio por Internet y sólo le faltaba poco para completar el precio así que le di el dinero que le faltaba y justo ahora estábamos jugando una partida.

-sólo si logras ganarme- hice el gesto de verne las uñas y tallarlas en mi blusa como toda una perra.

Mi padre había aceptado dejarme venir a su casa con la condición de que llevara una escolta muy bien reforzada, así que hay bastantes guardias cuidando nos adentro y afuera de la casa de mi amiga.

Ella iba ganando, debo de aceptar que la maldita deba buena batalla, pero al final el helado fue mío. Ella deslizó el bote de helado por un costado de la mesa y me lo entregó a regañadientes.

-vamos, sabes que no me lo termineré sola- le doblo los ojos -¿vemos una película?-

Alexa entrecerró los ojos.

-estás demasiado animada, ¿tomaste algo antes de venir?- desconfió.

-no seas estúpida- me burlé y me dejé caer en su sofá frente a la televisión -yo sólo... te extrañaba- me encogí de hombros y ella se tiró junto a mí.

Era verdad, después de tanto tiempo ya puedo sonreír sin estar fingiendo. Aún duele, no voy a mentir, sin embargo estoy sintiendo mi mente más despejada a pesar de que mi vida se volvió un poco más dura desde aquella noche en que vi a Bridgit afuera de mi ventana.

Desde esa noche podría jurar que Bridgit se ha vuelto mi sombra. Ya alerté a mis padres y estos a sus hombres pero todos juran no ver nada. Como la primera vez cuando Ian no me creyó.

Por ejemplo, hace una semana acompañé a mis padres a una reunión de negocios. Yo casi hubiera jurado haber visto a Bridgit entrar por esas puertas de cristal, pero cuando les advertí, ella ya no estaba, los guardias la buscaron por todo el edificio pero nunca la encontraron, todo el mundo creyó que lo había imaginado. Pasaron varias situaciones similares a esa y fui perdiendo credibilidad, supongo que piensan que me volví loca.

-Alexa...- ella me respondió con un sonido pues tenía la boca llena de helado -¿tú me crees, verdad? Hablo de lo de Bridgit, ¿tú no crees que esté loca, verdad?-

Tenía miedo de que ni siquiera ella me creyera. Si uno ya no podía confiar en su mejor amiga, ¿entonces en quién sí?.

La pelinegra dejó la cuchara a un lado y dijo -yo creo que esa perra loca lo que quiere es jugar contigo, con tu mente-

-¿crees que lo imaginé?- fruncí el entrecejo.

-no, claro que no. Ella debe de estar cerca de ti si quiere hacerte daño. Tú no estás loca Sky, tienes que confiar en ti misma porque sino, ¿quién más?-

Sus palabras me tranquilizaron. Saber que ella me creía me daba un poco de esperanza. Sabía que no estaba loca pero todos lo repetían tanto que se estaba comenzando a grabar en mi cabeza, y ya saben lo que dice; cuando te dices muchas veces una mentira terminas creyéndotela.

-¿de verdad te vas a ir?- el contorno de sus ojos se posó rojo. Quería echarse a llorar.

-antes creía estar decidida, pero Ian habló conmigo y me hizo darme cuenta de que estaba siendo cobarde y egoísta- ella asintió dándome la razón -al día siguiente de eso le conté a mis papás sobre mis dudas y digamos que no lo tomaron muy bien. Ellos están aferrados a la idea de que si estoy lejos de aquí, estoy más segura. A mis padres ya no les importa lo que pienso al respecto de esto, me mandarán lejos sí o sí-

Una princesa imperfecta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora