38. ¡Nena mi trasero!.

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Mi cuerpo me gritaba que parara, que debía descansar aunque sea un poco, pero no me lo permití. Llegué y enseguida entré a internet buscando cómo es que me voy a peinar. No tengo experiencia en eso, siempre ando con el cabello atado.

¡Oye! ¡Necesitamos dormir! No seas una maldita

Que más quisiera yo poder dormir, pero no. No puedo dormir, tengo que hacer que Bridgit y sus amigas se traguen sus palabras. Hoy era mi último día en el exilio, en la misma habitación que Adrián y no podré dormir como se debe por estar haciendo esta tontería.

Estaba en la mini-sala, con mi laptop, una taza de café en la mesa de centro y eran las tres de la mañana. Estoy viendo un vídeo en Youtube de un peinado simple, pero muy elegante. Iba a volver a poner el vídeo, cuando mis párpados se sintieron muy pesados, me era muy difícil sostenerlos, hasta que... caí dormida en el sofá.

...

Día 15:

La poca luz que las nubes permitían salir en invierno, me despertó. Estaba tan descansada, había dormido tan bien y no me explico porqué si se supone que estoy dormida en el sofá...

Oh-oh, ¿de quién es ésta respiración?

Me giro al sentir unos brazos rodeándome y me encuentro con el perfecto rostro de Adrián. Tenía una ligera sonrisa delineada en sus labios, sus pestañas estaban rizadas de forma curva y quería que sus párpados se elevaran para ver esa mirada azulona que tiene.

¿Porqué estoy dormida con él?. Me removí un poco ente sus brazos y logré ver que era su habitación, aunque también lo confirmé por el olor a su presume entre las sábanas. Mi mente no comenzó a crear locas y tontas suposiciones porque ambos estábamos vestidos, además, tenía sueño, no estaba drogada o algo así como para no recordarlo.

Hoy era la última mañana que iba poder despertar y ver a este chico acaparando el baño o preparándome el desayuno para aliviar mi mal humor por las mañanas. No pude evitar sonreír al entender cuánto nos habíamos conocido el uno al otro. Ya no éramos unos conocidos que se llevaban bien, ahora éramos grandes amigos.

Salí de su cama sin despertarlo, queriendo quedarme en ese lugar por siempre, pero traía algo entre manos. Entré al baño un momento, salí y me dirigí a la cocina.

Preparé un chocolate caliente, adecuado para éstas épocas, unos hot-cakes con Nutella. No me llevé mucho tiempo en hacerlos porque sólo eran para nosotros dos, además no tenía prisa, a partir de hoy ya no hay conferencias. Estaba dando vueltas con la cuchara al chocolate caliente, para que no quedara muy dulce, cuando de repente...

-huele delicioso- dijo una voz más ronca de lo común, detrás de mí.

Me asusté y solté la cuchara en el aire, ésta cayó dentro de la hoya con el chocolate hirviendo y salpicó unas gotas de lo que parecía lava hirviendo. Por suerte, Adrián reacción rápido y tiró de mi brazo para que no ocurriera un accidente mayor.

-lo siento, no quería asustarte- parecía divertido con la situación.

-olvidalo- al fin y al cabo no había pasado nada grande. Solo se había manchado el piso -ven, hay que comer antes de que comience a ponerme de malas- él tomó dos tazas, tomó el líquido hirviendo y lo sirvió en ambas tazas.

Comenzamos a probar el desayuno, que no es porque haya sido yo quien lo hizo, pero me quedó...

-mhm... delicioso- dijo Adrián con la boca atiborrada de hot-cakes.

Una princesa imperfecta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora