Mi estómago se revolvió al ver a tantas personas reunidas para ver las competencias. Había reporteros de noticieros reconocidos y otros no tanto, había personas con carteles apoyando a sus favoritos, chicos tratando de tomarse una foto con su príncipe o princesa favorita. Me siento con una artista reconocida a nivel mundial. Eso sin mencionar que ya perdí la sensación en los dedos y mejillas por el infernal frío que hoy se apodera de New York.
Prácticamente habían hecho de las canchas y parte de las jardineras un gran coliseo.
—¿podrías decirme en qué consisten las competencias, de nuevo?— sólo quería mantener mi mente ocupada en otra cosa y Adrián lo entendió perfectamente.
—Sky, olvidate de toda las demás personas y concéntrate en lo que diré— Adrián posiciona sus manos en mis hombros —las competencias son sólo eso, competencias entre las parejas de cuarto del instituto. Son de tres tipos: deportivo, intelectual y artístico. Las parejas son los compañeros de cuarto— explicó Adrián pacientemente.
Ahora mismo podría ir a mi habitación y encerrarme en el closet hasta que terminen las competencias, ni siquiera han comenzado y ya siento la presión. Aunque quisiera fingir una fuerte infección en el estómago para no tener que participar, no puedo, no puedo fallarle a Adrián.
—¿competiremos contra mujeres?— lo pregunto por que me gustaría enfrentarme a la diosa estúpida.
—si, excepto en las competencias deportivas— dice.
Iba a lamentarme por perderme la oportunidad de competir en ese tipo de competencia contra alguna chica, pero alguien me tomó la mano.
—hola, preciosa— saluda una voz ronca y molesta. Ron.
Me detuve unos segundos a analizar a Adrián y logré ver cómo tensaba la mandíbula, fruncía levemente el ceño y tenía una mirada que quería fulminar al tonto que me sostenía la mano.
—no me digas así— gruñí y aparté mi mano de él. No me gustaba cómo me trataba Ron, me sentía una más de las chicas que ya se habían acostado con él.
—tranquila, estamos rodeados de cámaras, no hay que darles motivos para que hablen de nosotros— dice Ron mientras voltea a todas partes con una falsa sonrisa, observando quién se había dado cuenta de mi reacción.
—¿qué es lo que quieres?— dije cortante. No me gusta su compañía, me siento incómoda.
—sólo saludar— ¡si cómo no! ¡Eso que te lo crea tu madre! —y creí… que sería bueno regalarle un beso nuestro a los noticieros— me guiña y se relame los labios. Neandertal.
—vete al diablo, Ron— bufé molesta —sabes que lo nuestro es… falso— dije muy bajito para que nadie nos escuchara.
—bien— tuerce los ojos —tal vez, ¿en la cita?— lo fulmine con la mirada y desapareció de ahí más rápido que el vapor.
Me giré para seguir en la plática con Adrián y noté cómo éste casi atravesaba a Ron con la mirada. Es más, si sus miradas fueran cuchillos, Ron estuviera muerto.
—¿tendrás una cita con el cavernícola?— pregunta con el ceño fruncido —¿después de lo que te hizo?— no me gusta su tono de voz, además, ¿cree que lo hago por gusto?.
—él se disculpó ayer y…— me interrumpe.
—¿y le creíste?— ahora mismo parece un dragón que echa fuego por la boca.
—¡claro que no!— rodé los ojos, ¿tan tonta me creé? —y no entiendo tu enojo, Adrián— Adrián iba a responderme cuando llamaron a todos los participantes por micrófono.
ESTÁS LEYENDO
Una princesa imperfecta.
Teen FictionSky, una chica de 16 años, sin una pizca de delicadeza o feminidad y para colmo de males: es una princesa. Sus padres desean con todo el alma la felicidad y el bienestar de su hija, aunque crean que la felicidad es igual a vestidos incómodos, tacone...