Día #2
—estoy jodida— digo por segunda vez.
Es imposible que yo pueda convivir por dos semanas con el tonto de Adrián. ¡Agh! Es tan... imbécil.
Trato de dejar de pensar en eso y cambio de canal. El televisor que está en la mini sala no es tan malo, está un poco pequeño pero después de un raro te acostumbras a su tamaño, además aquí no hay mucho que hacer.
Podríamos salir a conocer New York
¡Si, claro! ¿Para que nos perdamos en sus innumerables calles? Recuerda que no somos de aquí y mucho menos conozco llegar a un buen lugar. ¡Pff! Olvidalo, si quieres hacer algo será dentro del instituto.
Resoplé ante mi total aburrimiento y mejor me acomodé mejor en el sillón largo, subí mis pies a este y me acosté por completo.
—¡estoy harto! ¿Me escuchas? ¡Harto!— riñó una gruesa voz.
Volteé rápidamente al umbral de la puerta por que de ahí era de donde provenían esos gritos. Era Adrián hablando por teléfono.
—¡Bridgit, déjame en paz!— sentencia y cuelga obviamente irritado.
Suelta un resoplido profundo y entrelaza los dedos de sus manos por detrás de su nuca. Se ve irritado, molesto y apunto de explotar.
Será mejor que ni siquiera le hable, podría estallar en cualquier momento y yo no seré la idiota que lo haga explotar, así que regresé mi mirada al televisor y fingí que estar entretenida con la película que estaban pasando.—¿oíste todo, no es cierto?— pregunta con un toque de vergüenza.
¿¡Como no oírte si gritaste tanto que hasta en el edificio de chicas te oyeron!?
—si, pero no importa, me imagino que en toda relación hay discusiones, ¿no?— pregunté con cautela y pareciendo que no me importaba.
—si, creo que sí— cambió su cara a desanimado, molesto y serio.
Estuvo ahí frente a mí unos segundos y luego caminó hasta su habitación dando un gran portazo.
¡La puerta no tiene la culpa de que tengas una novia irritante, cretino!
Después de que salí de la conferencia de bienvenida llegué casi corriendo al baño, tuve una larga plática con mi mejor amiga sobre todo lo que había pasado desde que llegué, cuando le conté del error de edificios ella no paraba de burlarse de mi mala suerte, en fin, luego bajé al comedor, donde de nuevo me senté con mis hermanos y sus amigos, estuve platicando, bromeando con todos ellos y regresé a mi habitación a hacer lo que estoy haciendo justo ahora, flojonear.
Terminé de ver la película y fui a mi habitación a dormir, necesito los brazos de Morfeo ¡ya!.
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Entré al despacho de mi padre y cerré la puerta detrás de mí, él tenía una mirada abatida que me provocan escalofríos, un semblante serio y movía con desesperación una pluma entre sus manos.
—¿que pasó con él?— me apresuré a hablar, entre más rápido menos doloroso será, espero.
—el está muy mal, Sky, sufrió un paro cardíaco— anunció mi padre con mucho tacto, pues él sabía lo que mi abuelo significa para mí.
Y sí, efectivamente, me había equivocado, en este caso no había aplicado eso de "sin rodeos duele menos".
Al terminar de comprender lo que mi padre había dicho, mi corazón dio un vuelco, mi labio inferior tembló y mis piernas fallaron al igual que mi conciencia, así que caí inconsciente.
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Una princesa imperfecta.
Novela JuvenilSky, una chica de 16 años, sin una pizca de delicadeza o feminidad y para colmo de males: es una princesa. Sus padres desean con todo el alma la felicidad y el bienestar de su hija, aunque crean que la felicidad es igual a vestidos incómodos, tacone...