Me sentía el chicle desechado en el piso, mascado por un vagabundo que había encontrado el paquete de chicles en la basura, así me sentía. Me sentía como el excremento de las larvas que habitan en la basura. Me sentía de la mierda. Estaba tan molesta y triste a la vez. ¿Cómo alguien puede ser tan ruin como él y su hermana? No sé que le hice a los hermanos Beckeham, pero desde que los conocí no han parado de hacerme la vida imposible.
Entré a un café que abría las veinticuatro horas del día. El lugar estaba vacío, a excepción de una pareja acaramelada en una mesa al fondo del lugar. Entré aquí porque no me parecía muy seguro vagar en las calles de New York, por la noche y sin compañía. No puedo regresar al exilio por dos factores: el primero es que no sé dónde mierdas estoy varada, sólo sé que el idiota de Ron, manejo alrededor de veinte minutos. El segundo motivo es que no tengo en qué irme y como mi suerte es tan desgraciada conmigo, no he visto a ningún puto taxi pasar por la calle. Es como si el mundo se ensañará conmigo.
Pedí una café muy cargado para ver si despierto de esta maldita pesadilla y una dona. Por suerte cuento con un poco de dinero en el bolsillo y una tarjeta de débito para emergencias obsequiada por mis padres.
En este momento odio mi vida, odiaba no haberle cancelado y odio haber peleado con Adrián por esta mierda de cena.
Y ni siquiera había pensando en llamarle a Adrián después de cómo lo mandé a la mierda por advertirme lo hijo de puta que era Ron. No puedo marcarle y decirle: ¡oye! Tenías razón, ¿podrías venir por mí?. No soy tan cínica como para hacerlo.
Últimamente estás soltando muchas groserías, eh
¿¡Y!? ¡Estoy en todo mi derecho!. La cena con Ron fue un asco, estoy perdía en la gran manzana, no tengo como regresar al exilio y tengo un ánimo que ahorita está por los suelos. ¡Así que no me vengas con eso ahorita!.
Gracias a Dios esa voz en mi cabeza se calló y me dejo ahogarme en las consecuencias de mi gran estupidez. Me recargue en mis brazos, sobre la mesa individual que estoy sentada y cerré los ojos hasta que me traigan mi pedido.
Narra Adrián:
Estúpido Ron. Él no es una buena persona, lo conozco de años atrás y sé que es un hijo de puta. Solo lo soporto por que es mi cuñado.
Ni siquiera sé porqué Sky aceptó salir con él y mucho menos sé porqué me fulminó con la mirada cuando le dije que no le hiciera daño, solo la quería proteger.
Me tiré sobre el sofá y bufé aún molesto. No tiene mucho que se fueron y aún sigo teniendo el cólera por verlos irse a su estúpida cena.
Cielos, Adrián ¿que es lo que te pasa?
¿Yo? No tengo nada, estoy bien. Solo me cabrea la idea de que Sky esté con ese patán.
Me frote la cara con fastidio y encendí la televisión. Después de unos minutos mi celular sonó. Contesté al ver el nombre de el gay en la pantalla:
«¿que pasa Cárter?» no tenía ganas de hablar con nadie, ni siquiera con mi mejor amigo.
«nada, estoy aburrido y decidí marcarte, ¿que haces?» ¡hasta reconozco su voz al mentir! No puede decir que no lo conozco.
«estás posponiendo ir a bañarte, ¿cierto?» no es que Cárter se un apestaso que no se baña, al contrario, es muy limpio, lo que pasa es que siempre le ha dado pereza el proceso de bañado.
«eh... no» dijo mal disimulado «¡ya dime qué haces, mierda!» y todo por no bañarse.
«nada, estoy en la sala viendo un programa aburrido ¿y tú?» la verdad era que ni siquiera me había inmutado del programa sobre un show musical.

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Una princesa imperfecta.
Novela JuvenilSky, una chica de 16 años, sin una pizca de delicadeza o feminidad y para colmo de males: es una princesa. Sus padres desean con todo el alma la felicidad y el bienestar de su hija, aunque crean que la felicidad es igual a vestidos incómodos, tacone...