CAPITULO 61

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Me levante pesadamente. Han pasado dos semanas de que termine con Ximena. Esto es una tortura. Mire la hora, eran las 6 de la tarde. Tome un pantalón negro roto y una playera negra. Entre a la ducha y deje que el agua corriera por mi cuerpo. Mi brazo ardió en cuanto el jabón lo toco. Estaba destrozado. Salí del baño y me vestí. Busque una sudadera y así reemplace la playera negra. Me puse mis converse negros y baje. Entre y salí a escondidas del despacho de mi papá.

-Alonso, ¿A dónde vas?

-Lejos. ¿Y papá?

-Fue a llevar a Braulio de nuevo al internado.

-Okey.

-¿Iras a la escuela?

-No, puedes ir por la papelería cuando quieras, no volveré.

-asintió-. Está bien...

-Iré al parque-dije saliendo-.

-Cuídate...

No dije nada y seguí caminando. Llegue al parque y me senté lejos de todo, entre unos árboles había un tronco y me senté ahí. Me perdí viendo hacia la nada. Metí las manos en los bolsillos de mi sudadera y sentí el metal frio. La pistola de mi padre conmigo. Como quisiera poder usarla.

-¿Alonso?

Levante la vista y vi a Zoe caminando hacia mí. Traía un pantalón negro ajustado y una blusa blanca. Se veían las marcas que mis dedos dejaron la noche anterior. Maldita perra.

-¿C-Como estás?

Apreté la pistola dentro de mi sudadera, luchando contra mis ganas de matarla.

-Alonso...

-¿Qué quieres?-dije al fin-.

-¿T-todo bien?

-No, Zoe, nada está bien. Menos ahora que estas frente a mí.

-Alonso-se hinco frente a él-... lo lamento yo...

-Déjame en paz-mi voz se entrecorto-, y hiciste que Ximena me dejara ¿Qué más quieres de mí?

-Te quiero-puso sus manos sobre las mías sintiendo el arma-... ¿Qué es...?

-¿Te dan miedo las armas? Recuerda que ya habías visto una-la saqué a la vista-...

-Alonso...

-No la usare... a menos que Ximena no me perdone.

-¿Qué? Ash, odio que solo pienses en ella, es...

-La amo.

Trato de decir algo pero no fue capaz. Lo reemplazo por algo peor.

-Pon esa cosa en tu sien y jala el gatillo, hazme ese favor.

Se dio la vuelta y se retiro. Guarde el arma y me retire de ahí. Camine, entre en un bar y me senté en la barra.

-¿Qué quieres tomar?-dijo la chica detrás de la barra-.

-Dame una cerveza.

-Te ves mal, cariño.

-Estoy bien... mal de amores.

-No me imagino como alguien como tú tendría mal de amores.

-forcé una sonrisa-. A veces el físico no es suficiente.

-asintió-. Carmina-dijo extendiendo su mano hacia mí-.

-Alonso-tome su mano-.

-Okey, ¿podrías decirme si el arma que traes en tu bolsillo está cargada?

Mundo Cerrado, Heridas AbiertasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora