CAPITULO 4

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Mire mi reloj, eran las 4:35 de la mañana, sigo sin poder dormir. Talle mis ojos para luego poner pausa a la música. Puse a cargar mi celular ya que en la mañana tenía que ir a clases. Así es, mis padres optaron por mandarme a la universidad. Elegiré una carrera al azar total, no estaré ahí para ejercerla. Encendí la lámpara de mesa y mire a mí alrededor. Había un silencio extremo. Entre a mí baño. Hacía mucho que no me quedaba en casa de mis padres, desde que me compraron esa casota alejada de ellos por problemático. Y ahora por la misma razón me quieren tener con ellos. Me mire al espejo. Mierda, si que soy un asco. Mis ojos se ven cansados. Las ojeras bajo ellos delatan las noches que no he dormido y lo hincados que están dicen cuantos días y noches llore. Mi piel estaba pálida, gritaba por algo de comida. Pero simplemente no me daba hambre aunque mi cuerpo lo pidiera. Cada vez que parpadeaba su imagen aparecía, la veía en brazos de Bryan, besando a Freddy, siendo feliz como se lo pedí.

Regrese a mí cama y me recosté tratando de dormir aunque sea un par de minutos. No lo logre. Tome mi laptop, hace mucho que no abro mis redes sociales. Entre a Facebook y solo mire fotografías de las graduaciones de la prepa. Mire una de Zoe donde esta con un hermoso vestido azul rey, largo, abrazaba a Bryan mientras él descansaba su cabeza sobre su hombro. Mala idea. Cerré la laptop y abrí WhatsApp. Al ver los mensajes me sorprendí. Más de 10 mil mensajes en dos años. Algunos eran de Zoe rogando que volviera otros eran de Jos y Freddy. ¿Cómo estarán? Realmente los extrañaba. Abrí los mensajes de Zoe. Mis ojos se llenaron de lágrimas al leer cada mensaje. Mire su foto de perfil, era ella besando a Bryan. Su estado era 2 años junto a ti. Te amo BM. Apreté los puños y lance el celular contra la puerta, este se hizo pedazos al instante. No creí que aun tuviera fuerza.

Me senté cerca de la ventana y espere a que dieran las 7 de la mañana para arreglarme. Estaba sentado en la silla del escritorio viendo como el Sol empezaba a asomarse por entre las casas. Tenía las piernas sobre la silla abrazándolas contra mi pecho. Aclaro que antes nunca pide hacer esto. Sentí que alguien me veía, me gire lentamente y vi a mi madre en bata de velo blanca recargada en el marco de la puerta. Me miraba sin decir nada y sus ojos parecían haber llorado hace apenas unos segundos.

Recuerdo que cuando era niño y no podía dormir iba a su habitación y la despertaba. Ella me cargaba y me llevaba de vuelta a la mía, se recostaba conmigo y me contaba cuentos. Me hacía sentir que no estaba solo. Me consolaba cuando lloraba. Ella siempre estuvo ahí y ahora, que la trato como mierda, sigue estando ahí.

Desvié mi vista de ella y seguí viendo hacia afuera.

Cuando terminara esto, cuando dejare de llorar, cuando dejare de sufrir, cuando las cosas mejoraran. Quizá algún día pueda volver a sonreír. Quizá algún día todo volverá a ser como antes. Mi vida esta arruinada pero no del todo. Aprendí que no todo está muerto mientras haya una sola persona dispuesta a reanimarte. Lástima que yo no tengo ni una sola.

Mundo Cerrado, Heridas AbiertasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora