Capítulo 10

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Kasumi

Cuando comienzo a recuperar la conciencia, los párpados me pesan y la luz blanca e intensa que me recibe cuando intento abrir los ojos no ayuda para nada. Luego de unos cuantos intentos, finalmente consigo acostumbrarme a la iluminación.

Al observar la habitación en la que me encuentro, de inmediato pienso que debo estar en un hospital, aunque dudo que lo sea. No tengo idea de lo que sea este lugar, así que pienso que lo más prudente es irme de aquí sin llamar la atención.

Me dispongo a ponerme de pie, cuando siento un leve dolor en el brazo, que me hace detenerme y ver en esa dirección; entonces descubro que aquella punzada ha sido causada por un tubo que conecta a una bolsa de sangre.

No tengo tiempo para procesar la situación, ya que pocos segundos después, la puerta es atravesada por una vampira que aparenta alrededor de veinticinco años y viste un traje de enfermera.

—Vaya, vaya, la bella durmiente finalmente despertó —dice con una leve sonrisa, sin quitarme los ojos de encima. No tengo idea de qué hacer o cómo responder a eso, pero lo que ha dicho me causa curiosidad.

—¿Cuánto tiempo llevo aquí? —pregunto con la voz más inestable de lo que esperaba.

—A ver... —hace una pausa con un ademán pensativo—. Si no me equivoco, llegaste el martes, así que han sido cuatro días.

Cuatro días... ¿cómo es que dormí por cuatro días? ¿Y se supone que estas personas han estado cuidando de mí mientras tanto? Porque eso es lo que parece.

Para comenzar, me cuesta recordar lo último que pasó antes de quedar inconsciente. Apenas tengo claras algunas imágenes; estaba escapando, pero luego algo pasó y... es cierto, entonces aquel vampiro apareció de la nada.

—Sobre el sujeto que me trajo —supongo que él fue quien me trajo y al ver su reacción, parece que es así—. ¿Él está aquí?

—¿Aizel? —pregunta, levantando una ceja, mientras se acerca para sacarme la aguja que tenía incrustada en el brazo; por un momento me sorprende la rapidez con la que se cierra la herida, pero no pienso mucho en eso, me interesa más lo que está diciendo ella—. Sí, viene todos los días más o menos a esta hora y pregunta por ti, ya no debe tardar.

El primer pensamiento que tengo sobre eso es que es extraño que lo haga, considerando que somos completos desconocidos, sin embargo, al mismo tiempo me llena una sensación agradable y cálida, el saber que hay alguien por ahí que se preocupa por mí... a pesar de que no lo conozca de nada.

—Si no te importa, me gustaría hacerte unas pruebas —dice ella—. No tardaré mucho, solo me preocupa que hayas estado tanto tiempo inconsciente.

Por un momento dudo, pero luego recuerdo que, si quisieran hacerme algo extraño, lo hubieran hecho mientras estaba dormida, así que accedo sin darle muchas vueltas al asunto.

No estoy segura de lo que esperaba, pero admito que me toma un poco por sorpresa que haya sido casi como una cita médica normal, además de un par de preguntas que no estoy segura de por qué hace, pero de igual forma contesto.

—Bien, parece que todo está en orden. Puedes irte —dice con una leve sonrisa, a lo que yo asiento mientras intento sonreírle de vuelta, ha sido bastante amable. Me dispongo a salir de la habitación, poniéndome la chaqueta que traía, que se encontraba en un perchero cerca de donde estuve durmiendo, cuando el sonido de su voz hace que me detenga—. Solo una recomendación, debes beber más; si no lo haces, no aguantarás mucho aquí.

—Está bien —asiento en voz baja con la vista fija en el suelo, antes de salir. No quiero volver a beber sangre, no puedo, no después de lo que pasó esa vez. Para comenzar, no tuve ningún problema en todo este tiempo, dudo que sea tan necesario. Está bien, tal vez haya tenido algo que ver con que no he hecho nada que requiera mucha energía, pero... no, simplemente no puedo hacerlo.

V talesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora