Capítulo 55

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—¿Tres días serán suficientes? —pregunta, inseguro el híbrido.

—No, pero es lo que tenemos. Entre más esperemos, las cosas solo se complicarán más de lo que ya están —responde Aizel. Espera unos momentos antes de continuar—. Ahora solo quiero saber si ustedes tres en verdad están comprometidos. Si no lo están, solo díganlo y se podrán ir, no importa. Pero si su respuesta es afirmativa no hay vuelta atrás, si se arrepienten en el futuro, les juro que desearán estar muertos. No podemos darnos el lujo de perder tiempo.

Durante las últimas frases, los ojos del vampiro comienzan a brillar causando que los tres cazadores se encojan en su lugar por un momento. Pasados algunos segundos, Kanato y Aki se miran mutuamente, antes de asentir con la cabeza al mismo tiempo, casi como si se comunicaran con la mirada. Ambos están seguros de lo que harán. Sin embargo, de los presentes solo hay una persona que no tiene metas muy claras y todos lo saben. Kanato toma la iniciativa y se acerca a ella. Debe inclinarse un poco para verla de frente antes de decir lo evidente.

—Midori, no tienes que hacer esto si no quieres. Ya escuchaste a Aizel, además, sabes cómo es ese lugar. No te fuerces, nadie te dirá nada —le dice con un tono que pretende ser calmado, pero suena más preocupado.

La chica lo observa fijamente durante varios segundos. Sus ojos, su cabello, piensa en los colmillos que han crecido al doble de su tamaño en las últimas horas y compara con la imagen del chico que le gustó por tanto tiempo, y luego pasa su mirada momentáneamente por Makoto, a quien nunca esperó volver a ver, pero allí está, a varios metros de distancia, con su atención en algún punto del bosque. Midori sabe perfectamente lo que le espera, incluido el hecho de tener que regresar a aquel edificio, aunque para este momento prefiere eso a reencontrarse con el vampiro que tanto le ayudó en el pasado.

A pesar de todo esto, está decidida a ayudar, no solo por Kanato, para devolverle el favor a quien la salvó, y a quien la salvó de la persona que inicialmente la había rescatado.

—Lo haré, quiero hacerlo —dice con toda la determinación que puede, a lo que Kanato asiente con la cabeza.

—¿Cuándo comenzamos? —pregunta Kanato.

—Ahora mismo. Iremos a otro lugar, pero tienen prohibido decirle a cualquier otro cómo llegar ¿entendido? —dice no solo como una advertencia. Al no confiar por completo en ellos, considera que lo más prudente es hipnotizarlos. Cosa que funciona a la perfección con Aki y Midori, sin embargo, en el vampiro novato no hace más efecto que una amenaza normal, cosa que Aizel nota de inmediato. De igual forma, los tres responden al unísono con un "sí".

Entonces comienzan el camino hacia el escondite que no se encuentra muy lejos.

—Tú también lo notaste ¿verdad? —le dice Kou a Aizel en voz baja.

—¿Qué cosa? —pregunta, normalmente se daría cuenta de lo que habla, pero ahora tiene muchas cosas en las que pensar, su mente es un caos.

—La hipnosis, no funcionó en él ¿Crees que está bien esto?

—Lo sé, pero necesitamos toda la ayuda posible. Ese sujeto es demasiado hasta para mí— dice con impotencia, odia tener que depender de alguien más, pero es consciente de que debe tragarse su orgullo para que todo salga bien.

—No confío en él —dice, viendo a Kanato por el rabillo del ojo.

—Sabes que no confío ni en mi propia sombra. No voy a dudar en acabar con él a la mínima sospecha.

"Puedo escuchar todo lo que dicen" piensa Kanato, sabiendo que se refieren a él, pero se queda en silencio, sabe que lo merece.

Un par de minutos después llegan. Todos se mantienen en silencio, esperando indicaciones hasta que Aizel habla.

V talesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora