Al despertar, lo primero que hace Kasumi es revisar si tiene su collar, con la leve esperanza de solo haber imaginado lo de antes, sin embargo, no lo tiene. Esto causa que un par de lágrimas traicioneras alcancen a derramarse, pero las seca de inmediato; sabe que no tiene sentido llorar y no solucionará nada.
Poco después ve el reloj que hay en la pared, descubriendo que ya casi es la hora a la que habitualmente tiene su encuentro con Haru, así que se acomoda el cabello como puede, antes de dirigirse hacia la puerta en donde a diario la esperan dos guardias para llevarla a la sala. Sin embargo, cuando está en la salida, uno de los guardias le apunta al cuello con una espada.
—¿Hay algún problema? —pregunta Kasumi, entre confundida y nerviosa.
—Se nos informó que hoy nadie sale, mejor vuelve a la jaula rápido, si no quieres ser degollada —dice el hombre de la espada sin emoción alguna en su tono.
Kasumi se limita a obedecer sin hacer más preguntas, dando la vuelta para dirigirse hacia la jaula de nuevo. Al llegar allí, todo lo que ocupa su mente es encontrar su collar, sin embargo, no tiene éxito alguno en esto. Luego de haber revisado varias veces en cada rincón del lugar, se da por vencida, sentándose en el suelo, con la espalda recargada contra un muro. Ella solo permanece allí hasta que da la hora de dormir, cuando debe regresar a la cama.
Todo el tiempo estuvo pensando en muchas cosas, como en quién pudo haber tomado su collar, o por qué Haru no quiso verla aquel día. En todo caso, está decidida a encontrar su collar, no pudo haber ido muy lejos; y en cuanto a Haru, en cuanto lo viera, le preguntaría que ocurrió.
En la mañana siguiente, el grupo de aspirantes va a ver la jaula. De vez en cuando van allí para estudiar a los vampiros y sus comportamientos habituales, lo cual les sirve para romper la rutina, que tiende a volverse repetitiva y cansada luego de un tiempo. En estas ocasiones, tanto ellos pueden ver el interior, como los vampiros hacia afuera; apenas Kasumi consigue ver a Haru, no duda en sonreírle y hacer una seña para saludarlo; sin embargo, este no le corresponde, en su lugar, desvía la mirada hacia otro lado en cuanto sus miradas se conectan.
—Después de lo que hiciste ayer, ¿en serio crees que ese humano va a volver a dirigirte la mirada? —pregunta a Kasumi el vampiro que la atacó al día anterior con un tono burlón. Para este momento, no queda el menor rastro de que hace menos de veinticuatro horas no tenía un brazo.
—¿Qué quieres decir con eso? —pregunta Kasumi, tratando de no dejarse provocar.
—Lo que escuchaste; nada más, nada menos. Con tu acto de ayer, lo único que conseguiste fue probarles a todos, él incluido, que solo eres una más de nosotros. Acéptalo niña, eso jamás funcionaría, un cazador y una presa son enemigos naturales, los de su clase nunca se llevarían bien con nosotros —explica, obvio, hasta que se da cuenta de que, ella está molesta con él de nuevo y parece estar a punto de atacarlo, así que añade con un tono retador—: Eso es, atácame de nuevo, arráncame el otro brazo, solo vas a lograr espantarlo y que te odie aún más.
En efecto, Kasumi estaba pensando en atacarlo una vez más, sin embargo, cuando escucha sus palabras, comprende que él tiene razón, al menos por esta vez. Es decir, el día anterior ellos la habían provocado, pero en esta ocasión, ella estaría peleando sin una razón justificable. Le cuesta un poco decidir qué hacer; por un lado, desea estrellarle la cabeza contra el suelo a ese vampiro, que no ha hecho más que intentar molestarla, pero por el otro, sabe que, si lo hace perderá la poca confianza que Haru aún tiene en ella, si es que queda algo. Al final, considera que lo mejor es solo retirarse.
—Sabía que solo eras una cobarde —se burla el otro vampiro, lo cual Kasumi ignora por completo sin dejar de caminar.
Kasumi se sentó en la esquina en la que permaneció la mayor parte de los últimos diez años, donde nadie se fija; entonces deja de contener sus lágrimas, llora por la única cosa que le recordaba que algún día fue humana, llora por Haru y porque una vez más, ha perdido todo lo que le importaba. De nuevo se vuelve aquella que solo dedica sus días a estar oculta y lamentarse por todo lo que la ha llevado a ser lo que es ahora, encerrada en una burbuja, aislada de todo lo que pudiera causarle más daño.
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V tales
VampireEn este mundo existen los vampiros, criaturas despreciables que solo existen para hacerle daño a la humanidad, o eso es lo que todos creen. Desde hace tiempo, los humanos hallaron formas de contraatacar a los vampiros, forzándolos a ocultarse y a es...