Capítulo 17

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Kasumi

Una vez que todo quedó en silencio y los demás se recuperaron, salimos del lugar sin que ninguno pronunciara una sola palabra. Dejando de lado el hecho de que Aizel parecía seguir algo afectado por lo que sea que ese tipo le haya inyectado, todos los demás parecían estar en perfectas condiciones, aun así, el ambiente incómodo se prolongó hasta el final de la noche y siento que todo es mi culpa.

Al día siguiente es como si nada hubiera pasado, con todos actuando como siempre lo habían hecho hasta ahora y no sé cómo sentirme al respecto, ni siquiera Makoto, que parecía bastante alterado, ha vuelto a la normalidad sin pronunciar una palabra sobre lo que pasó ayer; es como si todos hubieran olvidado lo ocurrido y yo fuera la única que sigue incómoda por lo que pasó.

No es que quiera dejar las cosas como están, pero tampoco se me ocurre ninguna forma de atravesar esa extraña barrera de tensión que ha aparecido, así que prefiero mantenerme lo más apartada que pueda de los demás por ahora. Todo había comenzado tan bien, ¿por qué tuvo que pasar eso?

Intenté salir un rato para ver si de esa forma podía despejarme un poco la mente, sin embargo, al comprender que eso no me iba a ayudar en nada, regresé por donde me había ido.

Hace varias horas que no se escucha nada, debe ser cerca de mediodía y no he sido capaz de descansar un solo minuto. Sé que no es del todo necesario que los vampiros duerman, pero igual no he podido dormir ni un poco a pesar del cansancio que siento. Tal vez esto se deba a la sed más que otra cosa, esta última semana estuve gastando bastante energía y sería una mentira decir que he bebido una cantidad suficiente para las actividades que he realizado.

Con esto en mente, me levanto para comprobar si la sed es culpable del estado en el que me encuentro. Bajo al segundo nivel y me dirijo al cuarto en el que Asuka me indicó que almacenan la sangre; cada vez me convenzo más de que nunca me voy a acostumbrar a esto, pero aparto esos pensamientos a un lado con la esperanza de que esto me ayude en algo.

Estoy por tomar al azar una de las bolsas frente a mí, cuando escucho pasos bajando por la escalera. No estoy de humor para encontrarme con nadie en este momento, así que voy al que posiblemente sea el escondite más obvio en todo el lugar, pero no tengo tiempo de pensar en nada mejor.

Pasan algunos momentos y veo un par de botas pasar junto a mí; por un breve instante creo que me salvaré de esta, pero me doy cuenta de que eso era demasiado optimista cuando escucho una voz que no tardo en reconocer como la de Aizel.

—¿Piensas salir de ahí o voy a tener que sacarte?

Suelto en un suspiro el aire que no sabía que estaba conteniendo antes de obedecer, aunque por alguna razón no me atrevo a levantar la mirada.

—¿Qué tienes? —él pregunta y no podría sentirme más frustrada, ¿por qué justo ahora decidió ponerse amable? ¿Por qué tuvo que bajar si faltan al menos cinco horas para que anochezca?

—Nada —miento y sé que no he sido para nada convincente cuando, a pesar de no verlo directamente, puedo sentir la mirada reprobatoria de Aizel sobre mí—. De acuerdo, es por lo de la otra noche, ¿sí? No he podido dejar de pensar en eso—admito, bajando cada vez más el volumen sin querer.

—¿De qué hablas? —pregunta con confusión y no entiendo por qué no solo pregunta directamente del tema.

—Siento que todo fue mi culpa, pero todos actúan como si nada hubiera pasado.

—¿Esto es sobre lo que dijo ese humano? —él concluye y solo me queda asentir—. No te preocupes, a nadie aquí le importa eso.

—Pero Makoto... —refuto, viendo directamente a Aizel antes de ser interrumpida por él.

V talesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora