Capítulo 35

148 4 1.1K
                                    

Midori

—Yo, bueno— no tengo idea de que decirle y él no deja de verme, esperando una respuesta. —Acepto que al principio te tenía algo de miedo—. De repente parece algo herido y recuerdo cuando me lo había preguntado antes. —Aunque eso fue solo al principio— aclaro y parece que le alivia escuchar eso. —No sabía quién eras, y al enterarme de que eres vampiro, solo podía pensar en lo que dicen las personas de ustedes. Sin embargo, luego de comenzar a conocerte y viendo todo lo que hacías por mí, me di cuenta de que estaba equivocada, que eres una buena persona y desde hace un tiempo creo que me... que tu... — decirlo es más difícil de lo que pensé, pero tomando una bocanada de aire, puedo soltarlo. —Creo que me gustas.

Finalmente lo digo y sé que estoy más roja que nunca. Jamás le había dicho algo así a nadie.

Casi inmediatamente puedo sentirlo rodeándome con sus brazos —Tú también me gustas mucho—. A pesar de que no le veo la cara, puedo notar su sonrisa cuando lo dice. —No quiero que te alejes nunca— me aprieta un poco más.

—No lo haré— ¿Qué estoy diciendo? —No iré a ninguna parte.

No debería decir esto. No a él. Es un vampiro, por lo tanto, siempre será así, como es ahora, mientras que yo algún día envejeceré y moriré. Aunque quiera seguir a su lado, me tendré que ir tarde o temprano. Aun así, aun así... aun así quiero decírselo, porque sé que lo hará feliz, al menos por ahora.

—Me alegra escuchar eso— dice apartándose con una sonrisa. De repente se borra y parece que recuerda algo. —Casi lo olvidaba, ven.

Makoto toma mi mano y me lleva a una de las habitaciones que me había mostrado antes, yo solo lo sigo sin decir nada.

—¿Qué hacemos aquí? — pregunto cuando se detiene.

—Bebe esto, hará que los efectos secundarios de lo que hice antes sean menores. Había olvidado dártelo— dice, entregándome un vaso lleno hasta la mitad con un líquido transparente y espeso.

Luego de mirarlo un poco, lo bebo. Parece jarabe para la tos, pero tiene el sabor más amargo y horrible que haya probado, a pesar de que no haya podido notar olor alguno. Inmediatamente me detengo.

—Esto sabe horrible.

—Vamos, tienes que terminarlo, no falta mucho— dice con un tono dulce. No quiero hacerlo, pero me obligo a terminar. Por alguna razón, no sabe tan mal esta vez. —Así está bien ¿Sientes algo diferente?

—Tengo los dedos un poco entumecidos— respondo, abriendo y cerrando la mano. —¿Es normal? — Lo vuelvo a mirar a él.

—Completamente— sonríe. —Tú no te preocupes, sé lo que hago. Sólo sigue bebiendo esto cuando te diga, y para dentro de tres días, te puedo asegurar que no volverás a sufrir nunca.

—¿En serio tengo que volver a tomar esto?

—Solo son un par de veces más, no es para tanto.

—Está bien— digo, resignada.

Pasamos un largo rato hablando de cosas sin importancia, hasta que comienzo a sentirme cansada. Makoto estuvo insistiendo, hasta que acepté quedarme con él. Es un poco incómoda la situación, pero, con lo animado que parecía con la idea, no me pude negar.

Al despertar me sorprende no encontrarlo. Salgo del cuarto y lo llamo varias veces, pero no hay respuesta, supongo que tuvo que salir por algo.

Camino por todo el lugar, pensando en algo que hacer mientras llega. De repente algo llama mi atención. La puerta de aquella habitación que no me permitió ver está entreabierta. No debería hacerlo. A él no le gustaría. Sin embargo, la curiosidad es demasiada.

V talesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora