Capítulo 70

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Kanato sigue con tranquilidad a su hermana y Aizel, sin tener idea de lo que planea el vampiro a su espalda, el cual está por dar un corte rápido y firme que acabaría con su vida.

Aquel movimiento hubiera sido una muerte segura, de no ser porque Aizel actuó a tiempo, empujando a Kanato y deteniendo a medio camino el brazo del vampiro.

Se podría decir que ninguno respira; Aizel mira enojado al vampiro de cabello largo, mientras que los otros tres están petrificados con una expresión de sorpresa.

—¿Qué pretendes? —aprieta su agarre casi hasta el punto de romper sus huesos. Él no lo resiste y se dobla en su sitio, intentando soltarse con su mano libre, sin obtener ningún resultado—. Cambiaré la pregunta: ¿Quién eres? —demanda, apretando aún más.

Completamente aterrado, abre la boca para decir algo, pero no consigue emitir sonido alguno, aun cuando su brazo está siendo destrozado, todo lo que puede hacer es mirar con una expresión de terror puro al hombre que está a pocos segundos de arrancarle el brazo, cuyos ojos han comenzado a irradiar una leve luz roja.

El lugar está en completo silencio, hasta que el cráneo del vampiro de cabello largo es atravesado por la punta de una lanza negra desde atrás, pasando por su ojo derecho, y causando que termine desplomándose en el suelo, solo para que el mismo que atacó antes, use la misma arma para atravesarle el pecho.

—Creo que nunca había visto algo más perturbador que esto —pronuncia el vampiro recién llegado, con la respiración agitada y los ojos abiertos de par en par, contemplando el cuerpo en el suelo, mientras que, tanto Kanato como Kasumi, no hacen el mínimo esfuerzo por ocultar su sorpresa y confusión, tratando de asimilar la escena que acaban de presenciar. Aizel, por su parte, analiza la situación mentalmente, manteniendo su semblante serio.

Algunos momentos después, Kou sacude la cabeza para reaccionar, antes de erguirse y mirar al frente, dando su mejor esfuerzo por no hacer notar lo alterado que está; sin embargo, cualquier otro pensamiento abandona su mente en cuanto nota la presencia de la vampira. Parpadea un par de veces con el fin de asegurarse que sus sentidos no lo engañan.

—¡Kasumi! —exclama al comprobarlo. Entonces elimina la distancia que los separa, empujando a Kanato a un lado en el proceso, antes de darle a la chica un abrazo que termina sacándole el aire de los pulmones, debido a la fuerza que imprime. Pasan algunos momentos antes de que se aparte de golpe y comience a bombardearla con preguntas, mientras revisa cada centímetro de su cabeza para ver que todo esté en orden: —¿Estás bien? ¿Te hicieron daño? ¿Cómo te sientes? ¿Tienes idea de cuánto me preocupaste? ¿Dónde está el sujeto que causó esto? Lo voy a golpear en la cara por ti; si es muy fuerte, Aizel se encarga del resto.

Su actitud y acciones logran sacarle una risa a Kasumi, quien toma en el aire las manos del vampiro para que detenga sus frenéticos movimientos.

—Ahora estoy bien —sonríe, mirándolo con sus grandes ojos rojos—. Gracias por venir hasta aquí por mí.

—¿Pero qué cosas dices? —le revuelve el cabello con suavidad, sin borrar una leve sonrisa—. Somos amigos, los amigos siempre se apoyan, ¿no?

—Odio interrumpir —interviene Aizel—. Pero les recuerdo que aún tenemos una situación aquí —señala al vampiro que permanece en el suelo con el cráneo destrozado. Esto mata por completo la alegría que había llenado el lugar en el último minuto.

—¿Qué... qué es él? —pregunta Kou con angustia, dirigiéndose a su amigo—. ¿Tienes alguna idea?

—Eso creo —dice, pensativo, con el entrecejo fruncido—. He oído sobre esto, aunque nunca lo llegué a ver; hay algunos vampiros que se entrenan para cambiar de forma. Al igual que cualquiera puede hacer crecer garras, algunos van más allá, pueden cambiar su estatura, facciones, y por lo visto, incluso son capaces de imitar voces.

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