Capítulo 31

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Midori

El silencio es absoluto en la habitación, ninguno de los dos mueve un músculo, tal vez esperando a que el otro haga algo, lo que sea. En los últimos diez segundos mi pulso se ha acelerado a un ritmo que de ninguna forma es saludable. Es entonces que finalmente reacciono, caigo en cuenta de mi entorno. Estoy frente a un vampiro y aún tengo mi pistola conmigo, solo tengo una oportunidad.

Rápidamente saco el arma y la apunto hacia él. En respuesta, se limita a girar por completo, quedando frente a mí, con las manos en el aire en un gesto que aparenta ser de rendición, aún con aquel tono angustiado en su mirada que no ha cambiado en lo absoluto desde que lo vi por primera vez.

No entiendo por qué, pero mis manos tiemblan de una forma exagerada, no puedo apuntar a un punto específico, si no hago nada pronto, seguramente moriré. Si no había usado la pistola antes fue porque creía que era humano, por lo tanto, no podría hacerle un daño mayor, sin embargo, ahora se convirtió en una opción muy tentadora. Pongo el dedo sobre el gatillo y el vampiro retrocede un paso.

—Por favor no lo hagas —son las palabras que llegan a mis oídos un segundo después, acompañadas de una mirada que me hace pensar más en un perro regañado que en un vampiro que quiere evitar recibir un disparo.

—¿Por qué no lo haría? Eres un vampiro, mi deber es evitar que los de tu clase sigan sueltos por allí lastimando a personas inocentes.

—Ya te lo dije, solo quiero ayudarte...

—¿Ayudarme? ¿Un vampiro a una cazadora? No me hagas reír, nadie en su sano juicio ayudaría a su enemigo —digo, aun apuntándole—. Ahora habla ¿Qué es lo que quieres de mí? Vuelve a mentirme y no dudaré en disparar.

—Yo... solo quería compañía —Baja la mirada con una expresión triste, yo no me muevo de mi posición—. No creo que te interese, pero desde hace un tiempo las cosas han cambiado mucho por aquí, lo que creía que era algo así como una familia... bueno, ya no importa. El punto es que estaba solo y te vi herida allí en medio del bosque; me da igual que seas cazadora, todo lo que quería era ayudarte al menos hasta que te recuperaras, luego podrías irte cuando quisieras.

No sé qué pensar. Podría estar diciendo la verdad; no toda, eso es seguro, pero aun así podría haber inventado todo hace un momento, aunque por alguna extraña razón me inclino más hacia la segunda opción.

No quiero dispararle y de cierta forma no puedo. De igual forma ¿Qué haría después? No tengo idea de donde estoy y en el estado que me encuentro, no puedo dar ni siquiera dos pasos sin caer de la misma forma que antes. Estoy atrapada en este lugar y la única opción que tengo si quiero vivir es confiar en este vampiro, al menos por ahora.

Bajo el arma y puedo ver como el alivio llega a sus facciones, también baja los brazos y parece mucho más relajado que hace un momento.

—Entonces ¿Lo consideraste? —dice con una leve sonrisa.

—Solo hasta que me recupere, entonces me largo de aquí y haré como si nada de esto hubiera pasado nunca.

—Supongo que eso es suficiente por ahora —Se acerca despacio y para cuando se detiene, está aproximadamente a un metro de donde estoy. Yo me limito a seguir cada uno de sus movimientos con la mirada—. Así que, ¿Te parece si volvemos a comenzar? Hola, soy Makoto, y pienso ayudarte en todo lo que pueda mientras estés aquí. No puedo decirte qué es exactamente este lugar, pero te aseguro que estás a salvo. Y si no te importa, ¿Puedo llamarte por tu nombre?

—Midori, está bien que me llames Midori —Si voy a estar aquí por un tiempo, lo mejor será no tener problemas con él mientras tanto. Cuando termino de decir mi nombre, noto que algo cambia en su mirada, hay algo raro—. ¿Qué ocurre?

V talesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora