Capítulo 69

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Dejando atrás a Aki, Ayato y lo que resta del grupo que comenzó el ataque, Kanato y Aizel consiguen llegar al otro lado del precipicio sin problema alguno. Ambos se miran por un momento sin pronunciar una sílaba, antes de dirigir su atención hacia su derecha, el lugar hacia el que la vieron caminar, y entonces la ven.

Allí está, separada de ellos tan solo por unos cuantos metros. Pasa algunos segundos sin moverse en lo más mínimo, hasta que da media vuelta para verlos de frente con una expresión neutra y mirada vacía.

El menor venía preparado para esta imagen, por el simple hecho de que ya la había visto así días antes. Sin embargo, este no es el caso con Aizel, que no puede disimular en absoluto las emociones que tiene, pero, sobre todo, la ira que lo ha llenado por completo en cuestión de segundos. Por mucho que intentara hacerse a la idea, le es imposible no sentir un odio absoluto hacia el vampiro causante de todo esto.

—Acabemos con esto —murmura con la voz enronquecida por las emociones, cerrando los ojos por un momento en un intento no muy funcional por despejar su mente.

Kanato asiente; por primera vez, comprendiendo por completo al hombre que tiene al lado, porque sabe que los dos se sienten exactamente de la misma forma.

Como si lo hubieran planeado e incluso practicado con anterioridad, los dos vampiros avanzan al mismo tiempo hacia la chica que sostiene una espada larga entre sus manos, lista para atacar.

Naturalmente, la pelea se hubiera resuelto en un parpadeo, sin embargo, ambos se niegan a la idea de lastimarla de cualquier forma, sin importar que se pueda recuperar en cuestión de segundos.

Aizel se adelanta, llamando la atención de Kasumi, mientras que Kanato se concentra en encontrar la forma de inmovilizarla en cuanto se presente la oportunidad.

Al final, Aizel consigue hacer que ella suelte su arma, momento que Kanato aprovecha para sostener los brazos de su hermana con fuerza, al mismo tiempo que usa su doku para rodear sus piernas con una cuerda e impedir que dé un paso más.

—¡Hazlo ahora! —exclama, tratando de contener los intentos de Kasumi por liberarse.

"Por favor, que funcione" suplica mentalmente cuando pone sus manos a ambos lados de la cabeza de la vampira que no ha dejado de retorcerse en su lugar. En cuanto comienza con su trabajo, ella pasa a quedarse inmóvil por un par de segundos justo antes de gritar con desesperación y reanudar sus movimientos, más fuertes y frenéticos que antes.

Kanato quiere que esto acabe cuanto antes, muere por decirle a Aizel que se apresure, pero sabe que eso podría distraerlo, así que se limita a morderse el labio inferior para evitar decir cualquier cosa.

A pesar de que no son más que unos pocos segundos, a los tres les ha parecido una eternidad de tortura que termina solo cuando Aizel se aparta a una velocidad casi imperceptible. El silencio se hace una vez que el vampiro saca una diminuta esfera negra por el oído de Kasumi antes de arrojarla contra un muro e inmediatamente dispararle con una bala especial para deshacerse de ella para siempre.

Kanato no tarda en darse cuenta de que ya no hace falta sostenerla, así que la libera, dando un corto paso hacia atrás.

—¿Funcionó...? —pregunta con preocupación tiñendo sus facciones.

El silencio que sigue a esa pregunta, acompañado por la mirada angustiada de Aizel, no hacen más que causar que las esperanzas de Kanato se desvanezcan casi por completo; no ayuda en nada que pasen varios segundos en lo que todo permanece sin cambios.

Aizel ahueca el rostro de Kasumi entre sus manos, acariciando su mejilla con delicadeza sin eliminar una expresión torturada de su rostro antes de agachar la cabeza con un suspiro derrotado. El menor comprende lo que ocurre, y solo le queda bajar la mirada y apretar los puños con impotencia e ira. Eso hasta que ambos creen escuchar cierta voz, un corto sonido apenas audible, pero que los obliga a dirigir su completa atención de nuevo hacia la chica.

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