Capítulo 41

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Kasumi no lo resistió más, solo quería salir de allí, estar sola para poder aclarar su mente, alejarse de todo.

Lo que no esperaba era que en su agitado camino hacia la salida se encontrara frente a frente con Aki. De no haberse detenido a tiempo hubieran tenido un "accidente" que no le habría gustado a ninguno de los dos.

Por unos largos momentos solo se vieron fijamente a los ojos, en eso el chico de cabello azul consigue notar lágrimas a punto de desbordarse de los ojos de la chica. La mira con preocupación antes de preguntar con un leve tartamudeo—: ¿Estás bien? ¿Qué tienes? ¿Es por algo que hizo Haru?

El labio inferior de la vampira solo temblaba. Incapaz de decir nada, se aferró con las manos a la camisa de Aki y hundió el rostro en su pecho. No quería que él la viera llorar.

—Todo esto es mi culpa —susurró, dejando caer las lágrimas acumuladas.

Aki no sabía qué hacer, nunca había estado en una situación como esa. Con algo de duda, creyó que lo mejor era tratar de consolarla, así que la apartó suavemente y le limpió la cara.

—Tranquila. No te culpes y dime qué pasó —dijo con un tono calmado y suave.

—Aki, no lo entiendes, de no ser por mí nada de esto estaría pasando. Si nunca hubiera conocido a Haru, no le habría pasado lo que ocurrió ese día —decía con palabras entrecortadas sin parar de llorar—. ¡Él estaría bien si nunca me hubiera metido en su vida! ¡¿Cómo es que no me odias?!

El joven de ojos verdes suspiró después de algunos segundos y en el mismo tono de antes dijo—: Escucha, yo nunca te he culpado por nada y tampoco lo haré. Lo que le pasó a Haru aquel día, iba a pasarle tarde o temprano a cualquiera de los dos. Que haya hecho algo estúpido después de conocerte es cosa suya, pero tú nunca hiciste nada para dañarlo; es más, desde que te conocí no has hecho más que buscar la forma de que él vuelva a como era antes—. Esbozó una leve sonrisa—. ¿De algo serviría un abrazo ahora?

No respondió, solo lo abrazó con fuerza —No puedo seguir con esto. Ya no puedo seguir pretendiendo estar bien —hizo una pausa de unos cuantos segundos—. No puedo sin Aizel.

Pasó algunos momentos en silencio antes de contestar —Lamento no poder hacer nada. Tampoco puedo decir que te entiendo, porque no lo hago. Pero quiero que sepas que te apoyo, y si quieres hablar de algo siempre voy a estar allí. Lo siento, que a pesar de todo lo que has hecho esto es lo único que puedo ofrecerte.

—Aki —pronunció su nombre, separándose de él.

—¿Sí?

—¿Podrías hacerme un favor? —preguntó, mirándolo con ojos suplicantes.

—Mientras esté en mis posibilidades, claro ¿Qué es?

—¿Le dirías algo a Aizel de mi parte?

—¿A Shini... quiero decir, Aizel? —La sola idea le helaba la sangre. Aki lo había visto en solo una ocasión, en el día siguiente al que lo arrestaron, pero eso fue más que suficiente para que no quisiera volver a acercarse a esa sección de la prisión en lo que estuviera allí. Tuvo la mala fortuna de estar presente en el momento en que despertó. Estaba inmovilizado de pies y manos, además del bozal que nadie quitó desde que se le fue puesto; aun así, seguía siendo imponente de una forma completamente abrumadora. En cuanto recobró la conciencia, comenzó a sacudirse violentamente, incluso estuvo cerca de quebrar las cadenas que lo mantenían prisionero. Sin embargo, rápidamente comprendió su situación, no lograría nada solo con fuerza bruta. Se detuvo solo para hacer el intento de hipnotizar a Aki, no era de forma intencional, él era quien se encontraba más cerca. A pesar de que no lo mantuvo por más de diez segundos antes de ser sedado nuevamente, ya había entrado en su mente, consiguió que comenzara a moverse.

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