Capítulo 74

16 2 7
                                    

Kasumi

Por un momento, pensé que aquel vampiro pudo haber traído a Aki al mismo lugar donde me encerró con ese chico del cual, por cierto, tengo que disculparme, aunque sé que eso no arreglará nada. Sin embargo, al llegar, me sorprende encontrar el lugar completamente vacío.

—Yo-yo lo siento, pensé que podría estar aquí —tartamudeo un poco. Que tonta, lo único que no podemos hacer ahora es perder el tiempo.

—Tranquila, no podías saberlo —dice Aizel, poniendo una mano sobre mi hombro y consiguiendo calmarme un poco. En verdad lo extrañé, aún no termino de creer que ahora esté aquí conmigo—. Ya sabemos que no está aquí, ¿se te ocurre algún otro lugar?

Intento pensar en una respuesta, hasta que Kanato interviene, llamando la atención de todos.

—Antes de encontrarte, nos topamos con un vampiro; parecía que estaba de nuestro lado. Él dijo que el padre de Haru va con él a una habitación todos los días, ¿sabes de lo que estaba hablando?

Pienso en lo que dice por algunos momentos; lo cierto es que todo en los últimos días, bueno, creo que han sido días, ha sido demasiado confuso, me cuesta ordenar lo que pasó y sé que paso por alto demasiados detalles.

De repente, me llega un recuerdo de aquel vampiro junto a Haru, llevándolo a un lugar al que nunca he entrado, al menos hasta donde recuerdo. Supongo que se refiere a eso.

—Eso creo —digo, con una inseguridad que se notaría a kilómetros, pero es inevitable, hay demasiadas partes de tiempo faltantes.

—¿Crees poder llegar allí? —pregunta Aizel.

Sé que ninguno aquí pretende presionarme de ninguna forma, pero es inevitable sentir la presión en un momento como este, es decir, es la única pista que tienen de dónde encontrar a alguien y ni siquiera estoy segura de cómo conseguí regresar a este lugar.

Según recuerdo, durante los últimos días era como si los caminos solo aparecieran por arte de magia cuando pretendía ir a un lugar en específico, sin embargo, ahora todo es mucho más confuso; sinceramente, hasta llegué a pensar que nos había extraviado un par de veces cuando veníamos, pero no me atreví a decirlo en voz alta.

—Tal vez pueda desde el lugar en el que nos encontramos, creo que no es muy lejos —digo, pensativa—. ¿Sería muy difícil para ustedes regresar allí? Lo siento, es que no estoy segura del camino —añado en voz baja, apenada por no poder recordar, aunque haya estado aquí más tiempo que ellos.

—Sin problemas —afirma Aizel con el tono seguro que es habitual en él. Parece que ya está recuperado por lo de antes, pero siento que en el fondo aún hay algo que le incomoda.

Durante el recorrido, termino prestándole más atención a él que al camino en sí. Sé que no es el momento, pero no puedo solo quedarme callada.

—¿Estás bien? —pregunto, apretando un poco su mano.

—Sí, ¿por qué? —devuelve, levantando una ceja en señal de confusión, sin embargo, sé que las cosas no son tan simples. Aizel podrá ser bueno en muchas cosas, incluso diría que demasiadas, pero sé bien que él es un terrible mentiroso; de inmediato puedo identificar cuando no está siendo sincero. Supongo que esto en parte se debe a que todo el tiempo es como si no hubiera filtro entre su cabeza y su lengua, es incluso demasiado sincero casi siempre.

—Aizel —le doy a entender con la mirada que no le creo—, ¿es por lo que me dijiste antes? —él traga duro, apartando la mirada. Supongo que tengo razón—. ¿Hay algo que pueda hacer para que te sientas mejor? —pregunto con una leve sonrisa.

V talesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora