Capítulo 71

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—Has sido un chico muy desobediente, Aki —dice el vampiro a escasos centímetros de él—. Viendo lo que has hecho, voy a suponer que no has reconsiderado lo que te dije, pero aun así voy a darte una última oportunidad. Únete a mí; los tres, junto a la gran cantidad de vampiros que he reunido, seremos invencibles. El mundo volverá a tomar su curso natural, como siempre debió ser.

—Olvídalo —niega de inmediato con toda la determinación que consigue imprimir. Por un momento consideró la idea de simular estar de su lado, pero Aizel le había advertido con anterioridad que no podría engañar al vampiro—. No pienso unirme a ti, y tampoco voy a irme de aquí sin Haru.

—Pareces muy seguro de lo que dices —observa, sin cambiar su expresión calmada y arrogante—. Pero eso es porque solo ves un lado de la moneda. Ni siquiera has considerado darme una oportunidad, escuchar lo que tengo que decir.

—Sé lo que pretendes. Sé que, de alguna retorcida forma, quieres hacer algo bueno para los tuyos, pero simplemente no puedo tolerar lo que haces. Manipulas a los demás a tu gusto, les quitas incluso su voluntad. Aunque estuviera de acuerdo contigo, no podría confiar en ti, esta no es la forma de hacer las cosas.

—A ver si entendí, ¿en verdad piensas que hay al menos una posibilidad de que vampiros y humanos puedan convivir en paz? Y no solo eso, ¿conseguirlo sin necesidad de un sacrificio?

—Yo nunca...

—Aki —interrumpe—. Si todos fueran como tú, no habría necesidad de que alguien como yo guiara a los vampiros, pero la realidad es muy diferente. Los humanos acabarían con todos nosotros si tuvieran la oportunidad, no lo dudes; y si los dejaron vivir a ti y a Haru, es solo porque pretendían utilizarlos a ambos, tal como dices que yo lo pienso hacer.

Aki es incapaz de responder a eso. Por mucho que quiera, no se le ocurre ninguna forma de refutar lo que dice. Siempre intentó convencerse de que no era así, pero en el fondo sabe que es la verdad.

—No puedo negar lo que dices, pero mi posición sigue siendo la misma.

—Haru tenía razón sobre ti, eres demasiado inocente. Insistes en defender a personas que te despreciarían si supieran lo que en verdad eres, a pesar de que siempre hayas sido bueno con ellos —hace una larga pausa—. Tú no me consideras tu padre, pero ¿qué pasa con tu madre? —El gesto de Aki denota confusión, mientras que Haru se tensa de pies a cabeza ante la mención de su progenitora—. Ella nunca aceptó a ninguno de los dos en verdad, ¿no es así? Los forzó a convertirse en cazadores, nunca le importó lo que quisieran.

—No sabes de lo que hablas. Puede que haya sido dura... más con Haru que conmigo —gira la cabeza para ver a su hermano en la última frase—. Pero fue quien nos crio, y no estaríamos aquí de no ser por ella.

—Te equivocas —camina en círculos alrededor de Aki, con aire distraído—. A pesar de que no me había mostrado hasta ahora, nunca les perdí el rastro, desde el comienzo estuve allí de una forma u otra, conozco bien la forma en que los trató siempre, así que no tienes razones para defender a esa mujer.

—Dice la verdad —interviene Haru, llamando la atención de su hermano—. Sabe...muchas cosas.

Aki lo piensa por unos momentos, analizando lo que acaba de escuchar.

—Y si tanto te desagrada, entonces ¿por qué ella? ¿Por qué quisiste tener hijos con alguien a quien es evidente que desprecias? —En un principio, Aki solo quería ganar algo de tiempo para pensar en una forma de escapar, sin embargo, lentamente la curiosidad se ha apoderado de él.

—De hecho, es algo que va desde hace un par de siglos —responde, sin dejar de caminar—. Seguro que Aizel ya te ha contado quién soy y lo que pasó, ¿verdad? —Aki asiente—. Bien, permíteme complementar la historia. Verás, cuando el decrépito de Van Hellsing intentó matarme atravesándome con una ridícula estaca de madera, se dio cuenta de que las cosas no eran tan simples, así que decidió descuartizarme y, aprovechando que aún no había anochecido del todo, puso mis restos a la luz del sol que quedaba. Todos me creyeron muerto después de eso, pero por fortuna para mí, el día no duró lo suficiente para eliminarme por completo, aunque el daño recibido había sido demasiado; tardé más de una semana solo en poder recuperar todas las partes de mi cuerpo, ni hablar de poder usar mis poderes a gusto. Pero mi mayor problema no fue ese, lo peor fue descubrir que la humanidad había ganado. Mientras me recuperaba, los vampiros perdieron, y ahora estaban siendo cazados. Era algo intolerable, pero en mis condiciones no podía hacer nada para cambiar las cosas. Entonces comprendí que mi único error fue subestimar a los humanos, dejar que llegaran al punto de poder enfrentarnos y salir victoriosos.

V talesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora