Capítulo 47

427 4 911
                                    

Ayato

Lo único de lo que estoy seguro ahora es que tratar de entrar aquí es el peor error que pudimos cometer. Me explicaré mejor; hace unos días le encargaron al escuadrón en el que estoy explorar esta maldita casa encantada. Al principio nadie tenía idea de lo peligroso que sería, pero todos comenzamos a desesperarnos cuando nos dimos cuenta de que por más que intentáramos caminos diferentes, siempre terminábamos en el mismo lugar. Después de lo que parecieron horas dando vueltas sin sentido, terminamos por separarnos y bueno, lo siguiente que supe es que terminé en el interior una jaula rodeada de muchas otras con personas inconscientes en su mayoría, algunos de mi escuadrón y otros completamente desconocidos. Entre ellos, consigo reconocer a Mayu a unos cuantos metros. Parece que está bien, dormida, pero bien y eso me alivia, sin embargo, no me gusta nada la idea de que también esté aquí, no es para nada seguro, no, en verdad presiento que este lugar es realmente peligroso.

Miro alrededor en busca de algo que pueda explicar esta situación, pero no hay más que decenas de jaulas y una única puerta que lleva a una absoluta oscuridad.

Vamos, piensa, debe haber una forma de salir de aquí...

Mientras pienso, consigo ver un trozo de alambre no muy lejos, tal vez si me estiro pueda alcanzarlo y usarlo para abrir esta cosa. Así que me agacho lo más que puedo y hago lo posible por alcanzarlo, casi lo puedo sentir, está a menos de un centímetro, pero por más que lo intente no lo puedo alcanzar. La frustración me llena hasta que termino por comprender que ni siquiera podría rozarlo desde donde estoy.

No sé cuánto tiempo pasa antes de que Mayu comience a despertar, en cualquier caso, dos segundos después luce completamente desorientada y aterrada por la situación. Es evidente que se alivia en gran parte cuando nuestros ojos se encuentran. Me lamento por no poder acercarme más, pero en este momento es imposible, todo lo que puedo hacer ahora es intentar calmarla con palabras.

—Ayato —susurra en un tono suplicante y por la forma en que me mira, estoy seguro de que está a punto de romper a llorar.

—Todo va a estar bien, ¿sí? Solo mantén la calma, vamos a salir de aquí—. No creo una sola palabra de lo que digo, pero al menos soy capaz de hacerme sonar convincente.

—No quiero morir... ¡No quiero morir! —repite varias veces, comenzando a llorar. No puedo soportar esto, debo hacer algo.

—No vas a morir. Nadie aquí va a morir. Debe haber una forma de salir de aquí. La vamos a encontrar y todos estaremos bien. Te prometo que te voy a sacar a salvo de este lugar, solo necesito algo de tiempo para pensar.

Ella solo asiente rápidamente con la cabeza. Aunque no sea así, es mejor para ella pensar que tengo algo de control sobre la situación, al menos de esta forma parece que está menos angustiada. No paro de decirle cosas tranquilizadoras en el tono más calmado que consigo hasta que se escuchan pasos acercándose, entonces toda la sala se queda en completo silencio.

Son dos vampiros. Uno de ellos es enorme, sin embargo, me llama más la atención el que va tras él, el que a primera vista no parece intimidante en lo absoluto, pero entre más pasa el tiempo, más me incomoda su presencia a tal punto que termina por opacar a su acompañante. No puedo pasar por alto el hecho de que su rostro me parece inquietantemente familiar, sin embargo, estoy seguro de que no lo había visto en la vida. De repente su mirada se cruza con la mía y un escalofrío me recorre el cuerpo, este sujeto es aterrador.

—Ese está bien —dice sin apartar los ojos de mí con una sonrisa que perturbaría a cualquiera. No tengo idea de lo que está pasando y sinceramente, no quiero saberlo. Lo siguiente que ocurre es que el vampiro más grande se acerca a la jaula en la que estoy. Instintivamente me alejo lo más que puedo, pero esta cosa es tan pequeña que no puedo dar ni dos pasos hacia atrás antes de chocar contra las barras de metal.

V talesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora